Políticas
9/1/2020
El degennarismo se integra al gobierno de Fernández
Claudio Lozano al Banco Nación.
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La designación de Claudio Lozano como director del Banco Nación es el último clavo de la integracion de la centroizquierda al Estado. Esta corriente sigue el rumbo de Somos, el PCR, Patria Grande y otras expresiones nacionalistas.
Es que la incorporación como funcionario de uno de los principales referentes de la CTA Autónoma elimina toda posibilidad de que exista independencia política frente al gobierno por parte de la corriente que dirige ATE, la Conadu h, Cicop y otros sindicatos.
Este sector, dirigido por De Gennaro y "Cachorro" Godoy, entre otros, ha hecho alarde a lo largo de su historia de que ellos no son "ni de los gobiernos, ni de los patrones". La propia historia se ha encargado de desmentirlo. En primer lugar porque han apoyado armados políticos circunstanciales con partidos de la burguesía como fue el FRENAPO o la Alianza. Esa sumisión operó para que le den la espalda a las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Más allá del palabrerío, su integración al Estado no tuvo pruritos frente al gobierno de Duhalde. Su presencia en el Consejo Consultivo, junto a las patronales, la Iglesia y la burocracia de la CGT, pretendía encorsetar al movimiento piquetero que no daba tregua.
Asumido el gobierno de los Kirchner, su primera reacción fue apoyarlos. En el mientras tanto ensayó tentativas políticas "centroizquierdistas", como con Proyecto Sur. Durante el conflicto del campo, tomó posición junto a las patronales agrarias y se integró al FAP de Binner y Stolbizer. Luego de este giro derechista, trató de reinventarse, primero con la formación de un partido propio (Unidad Popular). Probó yendo en alianza con Patria Grande, y luego en soledad. Los resultados electorales en decrecimiento lo fueron colocando en un aislamiento político en el cual sólo sobrevivió gracias al control de la millonaria caja de ATE.
Durante el gobierno de Macri, fue a la rastra de los acontecimientos sin revertir las decenas de miles de despidos que existieron y aislando y descordinando las decenas de conflictos que surgieron entre los estatales. Las pocas excepciones de reversión de despidos que existieron fueron allí donde sectores combativos salieron a una lucha decidida.
La quiebra de la CTA en 2010 y luego la quiebra política de ATE (entre verdes y verdes y blancos kirchneristas) se empezó a saldar durante la gestión macrista. Con el verso del enemigo mayor, fueron aunando posiciones para ir reconciliando sus disputas por la caja de ATE. En la campaña electoral de la Multicolor de ATE, advertimos que esta división que tuvo un punto de partida en común, tenía un puerto de llegada, al menos en cuanto a sus referencias políticas, también común. Al punto tal que subieron al escenario de un acto a Felipe Solá, e hicieron campaña por el Frente de Todos.
Esta integración ahora ya como funcionarios de Gobierno explica que defiendan sentarse en la misma mesa que Andrés Rodríguez de UPCN, en el Pacto Social que promueve el Gobierno, la UIA y la Iglesia. Y por ello saludó el "esfuerzo" del gobierno por el mísero adelantamiento salarial, en un gremio que fue récord de caída del salario.
Este recorrido y este presente refuerzan el planteo de la independencia política de las organizaciones obreras. La adhesión política de los dirigentes de los sindicatos al gobierno no puede traducirse en la sumisión de todo el sindicato o central obrera a aquel. La necesaria puesta en pie de un movimiento obrero independiente del gobierno y las patronales sólo se materializará con su ligazón con el desarrollo de una alternativa obrera y socialista.