Políticas

24/8/2018

El derrumbe, en cifras

Los datos del Indec no dejan dudas: la recesión se acelera cada vez más. El informe conocido ayer destaca que la actividad económica se desplomó un 6,7% en el mes de junio comparada con el mismo período del 2017. Para superar esa caída hay que rastrear hasta el 2009 (-6,8%), cuando la Argentina fue golpeada por la crisis internacional (Lehman Brothers), que tuvo su epicentro en los Estados Unidos y que fue la más grave en décadas. 


La retracción de junio va en línea con la del sector industrial y el del comercio, que se desplomaron un 7,5% y un 8,4%, respectivamente, también en la comparación interanual.


Sin empacho, el director del Departamento del Hemisferio Occidental para el FMI, Alejandro Werner, dijo hoy que "como resultado del ajuste, probablemente veamos otro año de contracción en la actividad económica".


Por su parte, el balance comercial mostró en julio un rojo de u$s789 millones y en lo que va del año, el desequilibrio llegó a los u$s5.867 millones, casi un 75% más que en el mismo lapso del 2017. El rojo del comercio exterior lleva así 19 meses consecutivos, pese a que la recesión reduce el impulso a las importaciones. 


El stock de reservas ronda hoy los u$s54.000 millones, cuando el gobierno de Macri tomó deuda durante su mandato por más de u$s100.000 millones, a los que se suman los u$s15.000 millones del primer tramo del crédito por u$s50.000 millones acordado con el Fondo Monetario.


Durante los primeros siete meses de este año se fugaron u$s20.000 millones y, si se le suman las salidas del 2017, el total supera los u$s30.000 millones. Al tipo de cambio actual, esto supone más de $900.000 millones, es decir el equivalente a casi 20 veces el presupuesto de Salud para el 2018 y 10 veces el monto establecido para las universidades del país, cuyos docentes se encuentran en huelga general por la provocación oficial de ofrecerles un aumento de salarios del 10% para todo el año. 


Otros indicadores de la debacle son los del sector de la construcción, al que el gobierno intenta sostener entregando fondos a los popes del “club de la obra pública” para que esta no se paralice. Los despachos de cemento cayeron en julio pasado un 5,8% contra el mismo mes del año anterior y el denominado Indice Construya, que incluye a las ventas de insumos de las principales marcas del sector, se desplomó un 7,5 por ciento. 


De acuerdo con un informe de la consultora Economía y Regiones los metros cuadrados autorizados a construir disminuyeron un 17,4% interanual en junio último y acumularon una caída del 8,5% en los primeros seis meses del año.


Este retroceso está vinculado con la devaluación del peso que llegó a más de un 60% en lo que va del año. Esto, junto a las descomunales tasas del 45% anual golpearon sobre los bolsillos de los sectores populares y medios, lo que les hace virtualmente imposible la adquisición de una vivienda.


Esto ha tenido como consecuencia que se haya virtualmente paralizado el otorgamiento de créditos hipotecarios, los que habían traccionado la venta el año pasado y hoy tiene a muchos de los que tomaron esos créditos al borde de perder sus viviendas por no poder afrontar los pagos.


Otra cara de esta crisis son los salarios medios alejados de los costos de la canasta familiar. Así, de acuerdo con datos del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la canasta de pobreza supera los $20.000 mensuales, mientras que el salario medio apenas ronda los 15.000 pesos. Y los haberes del 60% de los jubilados apenas superan los 8.500 pesos.


La salida para los capitalistas es que la crisis recaiga sobre los hombros de los trabajadores. La de los trabajadores debe ser organizar y potenciar las luchas contra el ajuste y la barbarie para que la crisis la paguen los que la provocaron.