Políticas

14/1/1987|168

El desmoronamiento del Partido Intransigente

La izquierda está asistiendo al desmoronamiento lógico de un partido creado con un inflador. Es perfectamente conocido que el PI no se estructuró como partido en torno a un programa, sino que se pretendió explotar electoralmente la figura de Oscar Alende, en tanto que éste procuraba explotar, por su lado, la militancia cotidiana de los que querían usufructuarlo. La política así entendida no puede ser nunca, lógicamente, revolucionaria, y lo más probable es que concluya creando pequeños monstruos.

Esta conformación explica que el PI fuera desde el vamos un partido inclinado contra la izquierda. En sus convenciones y en sus documentos domina el planteo expreso de excluir y rechazar a los partidos que se oponen principistamente a la democracia burguesa y proimperialista. El doctor Alende y sus hijos putativos no tienen ningún reparo en plantear un frente con los socios del navarrazo, de la derecha peronista del 73 y hasta con los firmantes de acuerdos con el FMI y de decretos de “aniquilamiento de la subversión” pero se les eriza la piel cuando oyen la palabra clasismo ¿Qué indica esto sino una declarada filiación anti-obrera?

La dirección del PI usa la palabra programa en abundancia, y acusa a los demás de una completa desactualización ideológica. Pero lo que el PI ha ofrecido hasta ahora es un limitado capitalismo de Estado y un planteo constitucional derechista por referencia a la Carta de 1853. Dios sabrá por qué se considera un partido “moderno”. A la hora de las alianzas, sin embargo, está dispuesto a pactar con el privatizador Manzano o con el entreguista Cafiero.

Los alendistas creyeron que sus 800.000 votos de las últimas elecciones los habían transformado en un árbitro político, una condición muy preciada dentro de la pequeña burguesía por los negocios subterráneos que todo arbitraje permite. Pero ahora no tiene quien le arbitre sus contradicciones internas: hasta es probable que se quede afuera de todos los frentes y con un grave retroceso electoral.

Lo que se construye con el inflador se destruye con un elemento con punta. La desintegración del PI forma parte del progresivo agotamiento de las ilusiones que inspirara el período abierto en 1983. La pobreza ideológica de la crisis retrata la consistencia del partido.

Ningún sector del PI tiene envergadura de ideas y eso se prueba en la nula discusión política. La bancarrota del Pl es la de toda una formación ideológica, a saber, la Izquierda democratizante, que se agota en reclamar tres o cuatro nacionalizaciones y poner la palabra “justicia social” al lado de democracia. Todo este sector es tributarlo del nacionalismo burgués pre-peronista y del peronismo, que fue la expresión que abarcó a todas las propuestas nacionalistas.

La sociedad argentina, parte de la economía mundial, no tiene otra salida que la revolución dirigida por el proletariado. Por eso se trata de estructurar a éste en clase dirigente, lo que equivale a decir en partido Independiente, que plantee el derrocamiento de la burguesía y la reorganización socialista de la sociedad sobre la base de la dictadura del proletariado.