Políticas
12/5/2017
El desprecio del PTS por los piqueteros tiene historia
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En un texto llamado “Apuntes militantes tras el 1° de mayo”, el PTS dedicó un ataque al Partido y al Polo Obrero que no corresponde ignorar. Fredy Lizarrague, dirigente de esa corriente, escribió que “[la columna del PO] estaba compuesta mayoritariamente por compañeros y compañeras del Polo Obrero, mientras que en términos comparativos la del PTS fue la más importante como fuerza partidaria en el acto”. Al parecer, el autor del artículo no teme ser confundido con Feinmann o “Micky” Vainilla, el personaje fascista de Capusotto. No es moco de pavo para un socialista negar la capacidad de adoptar conciencia política, de clase y revolucionaria a los trabajadores –y especialmente TRABAJADORAS- más explotadas del país.
El asunto va más allá del grueso de las columnas, aunque sea tema recurrente; no está de más recordar que, en la previa al 24 de marzo, circuló un audio donde una militante del PTS invitaba a otra persona a participar afirmando que "hay una discusión con los compañeros del PO, [porque] están invitando gente que cobra un plan social, no solo por convicción política. Es probable que la columna [del PO] sea más grande, pero por este tema". El artículo público de un dirigente nacional afirmando lo mismo que una compañera en privado demuestra que estamos lejos de un exabrupto proferido por un militante imprudente, o de un "error", como está de moda entre los políticos burgueses. En realidad, se trata del reflejo de una orientación profunda del PTS respecto del movimiento de desocupados -una marca genética-.
El desprecio petesiano por el movimiento piquetero en general, y por las valientes compañeras y compañeros del Polo Obrero en particular, viene de lejos. Mientras el Partido Obrero suscitó la fundación del Polo Obrero en el año 2000 para promover la organización revolucionaria de la fracción desocupada de la clase obrera -y su unidad con la ocupada-, el PTS se abstuvo de esa tarea mediante argumentos reaccionarios revestidos con fraseología falsamente marxista. El "partido de Del Caño" caracterizó a los desocupados en forma diferenciada de la "clase obrera ocupada", una variante propia del "leit motiv" académico de aquel entonces, que hablaba de "excluidos".
Pero el "ejército de reserva" cumple una función inherente al sistema capitalista, mucho más en su fase decadente -no externa o "excluida"-. Por otro lado, la reducción de la clase obrera como "aquella-que-está-frente-a-una -máquina-y-participa-en-el-sindicato" es impropia del marxismo, pues ignora la dinámica histórica y concreta de su formación y desarrollo. ¿O acaso el movimiento piquetero no se nutrió de la experiencia de los obreros que fueron despedidos (en trabajos con o sin máquinas)? Los organizadores de este movimiento habían sido delegados y activistas, que transmitieron esa experiencia y la potenciaron en una nueva etapa de la crisis capitalista argentina. Además, y este aspecto es fundamental, el movimiento piquetero estuvo y está surcado por una lucha de tendencias políticas extraordinaria, lo cual refuta al pequeño burgués que en un café desprecia "los planes sociales".
Mientras organizaciones que protagonizaron las primeras acciones piqueteras en La Matanza se apartaron bajo la presión de la cooptación estatal -como la FTV de D´Elía o la CCC, que llegó a ponerle el gorrito de su organización a Néstor Kirchner- , otras mantuvieron un rumbo de independencia política y de confrontación directa con el Estado capitalista. A tal punto fue así, que el movimiento piquetero independiente fue protagonista del Argentinazo, primero, y de la caída del gobierno de Duhalde, después. Todo este proceso el PTS simplemente lo vio pasar, y como confesaron ex militantes oportunamente, con cierta envidia al ver de costado las multitudinarias columnas de trabajadoras y trabajadores. La renuncia a meterse en las barriadas más profundas de la Argentina para organizar a los desocupados por sus reivindicaciones contra el Estado es un crimen de "lesa revolución", toda vez que ni siquiera inventamos nada, porque la organización revolucionaria de los desocupados ha sido patrimonio del movimiento socialista.
El PTS prefirió no involucrarse en esa tarea y teorizar a tono con el centroizquierda, condenando no sólo al desocupado aislado, sino principalmente al ‘’movimiento’’. Pero, como destacamos arriba, la lucha de tendencias es sencillamente extraordinaria, y se proyecta hasta el día de hoy: mientras gran parte de las organizaciones se sumaron al operativo de contención papal, y proyectan como única salida un horizonte asistencial pactado con el gobierno, otras, con el Polo Obrero a la cabeza, protagonizan luchas que conmueven al país, por trabajo genuino, el reparto de las horas de trabajo y contra el ajuste. Esto fue así aunque el portal de noticias del PTS promocionara las acciones de los primeros e ignorara deliberadamente a los segundos.
Las precauciones respecto del poder desorganizador y de adaptación al régimen que implican las conquistas arrancadas al Estado son muy adecuadas, y el Polo Obrero lucha contra este carácter contradictorio en forma sistemática. Pero se trata de una característica propia de la lucha de clases, no solo del movimiento piquetero, ¿o acaso una lucha salarial o por conquistas laborales no incorpora simultáneamente la confrontación con el sistema y la conciliación con el régimen? La forma de combatir estas presiones es mediante una lucha política socialista abierta y constante -no apartándose para mayor “tranquilidad”-.
El partido que considera a los piqueteros revolucionarios como militantes de “segunda”, que “hacen número” (¡!) en las columnas del PO, realiza una campaña cuya consigna copió literalmente de la campaña electoral 2007 de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) francesa, que eliminó el objetivo estratégico de la dictadura proletaria y milita en el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que acaba de votar vergonzosa y vergonzantemente por Macron en el ballotage. ¿Con qué pergaminos miran desde arriba a las y los sacrificados y conscientes piqueteros del Polo? Cualquier socialista honesto debiera proclamar orgullo de clase por ellos.
Es significativo que no se destaque lo suficiente el papel anticipador que las piqueteras tuvieron con relación al formidable alza de las mujeres en nuestro país. También en este punto el PTS mete la pata, porque prefiere los retratos con mujeres de otras clases y partidos, que perciben el “plan social” por excelencia -una dieta parlamentaria-.