Políticas

3/3/2020

El discurso de Kicillof: gritos nerviosos para disimular los pasos en falso

El discurso de Axel Kicillof en la apertura de sesiones legislativas buscó disimular los pasos en falso que viene acumulando en los menos de tres meses que lleva como gobernador.


Empezó celebrando el inicio de clases en las escuelas bonaerenses, exhibiéndolo como un gran logro. En realidad, el ciclo lectivo empezó a pesar del rechazo de la base de los sindicatos docentes al ruinoso acuerdo salarial que firmó la conducción Celeste de Suteba con el gobierno (una presión que llegó incluso a dividir al Frente Gremial Docente), mientras que en las seccionales conducidas por la oposición Multicolor las medidas de fuerza rondaron un 70% de acatamiento.


Luego, Kicillof aseguró que “el éxito de la temporada”, por el mayor número de turistas en las costas bonaerenses, refleja “una reversión de tendencia” respecto de la caída masiva del consumo y la recesión económica.  No es cierto, si tenemos en cuenta que los empresarios del sector afirman que en promedio cada turista gastó menos que el año pasado. Finalmente, cuando el gobernador adjudicó la mayor cantidad de veraneantes al hecho de que no se aumentaron los peajes, se “olvidó” que en gran medida es un derivado de la brutal devaluación y el impuesto País que vuelven prohibitivo viajar al exterior.


A partir de allí, Kicillof se limitó a vociferar sobre el quebranto financiero y la enorme crisis social con que recibió la provincia tras el mandato de María Eugenia Vidal. Las cifras y las críticas a las condiciones en que le tocó asumir la Gobernación, de todas formas, no remataron en anuncio alguno sobre la situación de la salud y la educación pública, sobre la caída de los ingresos de los trabajadores o el crecimiento de la desocupación y el desmantelamiento industrial, cuestiones que según planteó pasarán a ser la prioridad. En todo su discurso, plagado de valoraciones abstractas sobre lo perjudicial del neoliberalismo, el mandatario no mencionó ni una iniciativa para atender la crisis que atraviesa la provincia. 


Con ello, todas las frases grandilocuentes sobre crear empleo y poder de compra para que crezca el consumo, o sobre asociar a la provincia Buenos Aires con la explotación de Vaca Muerta, quedaron reducidas a simples expresiones de deseos, en medio de la profundización de la recesión económica y la parálisis en la extracción petrolera por la caída de los precios internacionales.


La pose exaltada del exministro de Economía buscó mostrar seguridad en el manejo de la quiebra provincial, cuando en realidad viene de quedar en ridículo tras amenazar con una reestructuración agresiva para terminar rápidamente retrocediendo ante los fondos de inversión y pagando al contado el vencimiento del BP21 por 277 millones de dólares. Afirmando que “no fue un éxito ni un fracaso” trató de disimular esta situación. Lo cierto es que todos los gobernadores que empiezan a recorrer el camino de la renegociación anticipan que no quieren que les pase “lo que le pasó a Kicillof”. El fracaso lo pagamos los bonaerenses, más teniendo en cuenta que la confección del Presupuesto 2020 de la provincia está también a la espera de un acuerdo con los bonistas.


Por último llegó lo que probablemente sea el aspecto más concreto de todo su discurso ante la Asamblea Legislativa: el reclamo por una porción mayor de los fondos coparticipables que gira la Nación a las provincias. Se valió para ello de la crítica que hiciera Alberto Fernández sobre la situación privilegiada de la Cuidad de Buenos Aires con respecto al resto del país (ocultando que los habitantes de zonas enteras de la Capital sufren enormes privaciones). En este punto, valga recordar, Vidal había exhibido una “conquista histórica” con la reposición del Fondo del Conurbano, pero se estampó después con el pacto con el FMI que liquidó ese aumento de los fondos nacionales. El acuerdo que tejen en estos momentos el gobierno nacional con el Fondo Monetario y los bonistas cuestiona también en este terreno las posibilidades de “éxito” de Kicillof, como se evidenció en la negativa explícita del ministro Martín Guzmán a rescatar las finanzas provinciales.


La ausencia de la enorme mayoría de los intendentes es expresión de las dificultades políticas con que ya empezó a toparse Kicillof. La falta de apoyos propios puede ser letal, atendiendo que el Frente de Todos no cuenta ni siquiera con bancadas mayoritarias en la Legislatura. El margen de maniobra es realmente muy escaso. 


Como dijimos al inicio, el discurso del Gobernador apenas encubre que vamos rumbo a un agravamiento de la quiebra de la provincia de Buenos Aires.