Políticas

6/7/2022

El embajador yanqui fue al Senado a presionar para barrer el cepo cambiario

Se vale de la corrida para obtener ventajas para los pulpos estadounidenses.

Marc Stanley en la Cámara Alta.

El embajador estadounidense Marc Stanley visitó el Senado. Pidiendo participar de una audiencia de la comisión de Relaciones Exteriores y Culto, Stanley aseguró que “hay empresas estadounidenses interesadas en invertir en Argentina”, pero que no lo están haciendo porque en el país “hay que mitigar los riesgos para la inversión extranjera”. El diplomático dijo que “las empresas se quejan de que no pueden sacar el dinero del país”, presionando por barrer con el cepo cambiario.

Stanley, hablando bajo una pretendida “igualdad de condiciones” entre Estados Unidos y Argentina, aducía que los yanquis “tienen ganas de ayudar”. Precisó que Argentina “tiene comida y combustible, y es lo que el mundo necesita ahora”, por lo que habría empresas estadounidenses “esperando en la puerta” a que se habilite la libertad para girar dólares al exterior. Es el componente fundamental del chantaje de los capitalistas en medio de la huelga de inversiones que mantienen sobre el país.

Vale recordar en un sentido que amén de lo que fue desde el vamos una política clara del gobierno actual, el mayor tendal de beneficios y exenciones a los pulpos energéticos yanquis, como la baja de retenciones a la minería y a la exportación de petróleo, se dieron en octubre de 2020, en plena corrida cambiaria. Quiere decir entonces que el embajador estadounidense intenta aprovechar nuevamente este escenario para obtener mayores ventajas para la penetración de capitales del país norteamericano, y consagrar mejores condiciones de rentabilidad para los pulpos que ya operan en el marco de la guerra comercial, amén de que venimos de una flexibilización del cepo a las petroleras.

En la Argentina, de hecho, distintos gigantes estadounidenses tienen base por el país explotando la energía y los combustibles: la entrega de Vaca Muerta es total, y viene profundizándose desde el acuerdo colonial (y secreto) con Chevron en 2013, mientras continúan los intentos de radicar nuevos proyectos, como las plataformas offshore repudiadas por la movilización popular. En tanto, los pulpos mineros que vendrán a extraer litio no llegan a tierra desconocida, sino que están instalados hace décadas arrasando todo a su paso mientras los gobiernos intentan expandir sus negocios a nuevas provincias.

Si se atiende a esto último se corrobora el aspecto central de la cuestión. Estos acuerdos con los pulpos internacionales por el gobierno como una “apuesta de desarrollo” revelaban por el contrario el coloniaje que pesa sobre la Argentina, y cómo el imperialismo es el gran apropiador de la renta nacional. La reducción de regalías a las petroleras a un ínfimo 6% en momentos que se trataba la habilitación de la exploración sísmica para instalar bases petroleras en el océano fueron el ejemplo claro. Por parte de los alimentos, la otra “fuente de riqueza” que señala Stanley, tenemos también a un puñado de consorcios como los estadounidenses Cargill, ADM y Bunge, que tienen la mayor cuota de mercado de las exportaciones agrarias, incluso exportando la producción por sus puertos privados. Los verdaderos dueños de la renta inesperada.

Estos sectores capitalistas que dominan ramas estratégicas de la economía nacional presionan en este cuadro de corrida cambiaria, a sabiendas de que el gobierno no tiene las divisas para cumplir con el FMI. Y son los responsables de fugar permanentemente la riqueza nacional, lo que se corrobora en datos ilustres cómo el récord de superávit comercial de 2021 en el que no quedó en la Argentina ni un centavo partido al medio.

La política del gobierno alrededor de las importaciones y las exportaciones, así como sobre las restricciones a la disponibilidad de divisas, tienen su razón de ser fundamental en el pacto con el FMI, que ordena toda la economía nacional. El cepo es un manotazo de ahogado del gobierno para retener dólares que le permitan cumplir con los próximos vencimientos de deuda, cuando tenemos un Banco Central absolutamente vaciado de reservas.

Romper con este programa económico es la condición insoslayable para “despegar”, parafraseando al embajador al referirse sobre la riqueza en recursos estratégicos que tiene el país. La primera condición es romper el pacto con el Fondo y con el pago de la deuda externa, el gran drenaje colonial que expolia a la Argentina hace décadas sometiéndola a la bancarrota. Pero también proceder a una nacionalización de los recursos estratégicos, el comercio exterior y la banca bajo dirección económica y política de los trabajadores, para que cada centavo de la riqueza nacional sea reinvertido en favor de su desarrollo. Por poner en pie esta transformación de fondo es que movilizaremos este sábado 9 contra el FMI.