Políticas

24/7/2004|861

El espía Antonio Stiusso

Un “Jaimito” que no es cuento

Daniel Guillermo Rossini, chofer y custodio de la Side, cobraba un sueldo medio- pero vivía como millonario. Jorge Castro, otro "culata" del organismo de inteligencia, no recibía un sueldo superior al de su colega pero tenía una camioneta 4×4 y una casa de 200 mil dólares. El primero fue asesinado a tiros mientras esta­ba con Solange, una "lolita" con la que se había enredado cuando la chica no tenía 16 años. Solange, una “lolita” con la que se había enredado cuando la chica no tenía 15 años. Solange, por entonces trabajaba en el restaurante de lujo La Diosa, en Costa Salguero, propiedad de otro agente de la Side: Jorge Lucas.


A Rossini lo mataron en la calle Viel, debajo de la Autopista 25 de Mayo. A Castro lo acribillaron en la rotisería Irupe, en Ramos Mejía;  le pegaron cuatro balazos 9mm, llego a la vereda pero cayo junto a su camioneta de marca ja­ponesa.


Luego de los crímenes, que en su momento explotaron en la revis­ta Trespuntos, se “perdieron" lo que la jerga de los servicios llama “12 huevos”, es decir, 12 millones de dólares que aparentemente sirvie­ron para pagar la “mano de obra” contratada para matar a Rossini y a Castro, una patota que allá por el 2000 paraba en un bar, también en Ramos, borrada del lugar después de la nota periodística.


Entrevistado por Trespuntos so­bre las razones de los asesinatos, un agente de la Side, por supuesto con identidad reservada, dijo:


-…Yo me inclino a pensar que esto vino de la interna, del arreglo de algunos con los federales y de un quilombo de jurisdicciones.


En cualquier caso, esa es una de las especialidades de Antonio Hugo Stiusso, (a) Jaime, (a) Jaimi­to, (a) Stiller.


Stiusso es ingeniero en Electró­nica, está en la Side desde antes del golpe de 1976 y supo dirigir la llamada "sala Estados Unidos” -por la calle en la cual tenía su cueva- del "organismo” de Rivadavia y 25 de Mayo.


Allí, Stiller tuvo bajo sus órde­nes, entre otros, al comisario Mario Naldi, (a) Ñoño, a quien acompaña­ron Ramón Orestes Verón, ex jefe de la Bonaerense, el hombre que carga con la mayor cantidad de ho­micidios en la historia policial ar­gentina, y Oscar Cocodrilo Rossi, ex jefe de Narcotráfico de la Bonaeren­se. También estuvo en aquella “sa­la” otro amigo de años de Stiusso y de Naldi: el viejo represor Raúl Guglielminetti, quien hasta no hace mucho atendía con su alias Mayor Gua8tavino el teléfono en Narcotrá­fico Norte de la Bonaerense. Junto con ellos trabajó en "Estados Uni­dos” otro miembro notable de gru­pos de tareas durante la última dic­tadura, el marino Héctor Vergez.


Entre todos organizaron varias operaciones contra el narcotráfico que luego resultaron grandes esta­fas, fraudes completos: "Viento Norte”, “Carbón Blanco", "Navidad Blanca”, "Operativo Flamenco”, “Operativo Tambor", “Strawberry”. Farsas organizadas en medio de pugnas entre fuerzas de seguridad, con la DEA en el medio y también la Federal.


Por una razón o por otra, toda esa asociación ilícita cayó y sus miembros fueron acomodándose en otros sitios. Salvo, claro está, el in­geniero Stiusso, quien ahí sigue, con los huevos de medio mundo apretados entre sus garfios.