En la retahíla de apresados previos a la toma de declaración de Cristina de Kirchner, uno de los procesados es un barón del conurbano, el más longevo de ellos, Juan José Mussi, quien maneja un distrito de la tercera sección, Berazategui, desde 1987. Muertos Herminio Iglesias y Manuel Quindimil, es el único que queda de esa estirpe de pejotistas que domina con autoritarismo y violencia su distrito.

Gracias a esa férrea manipulación, escaló en la organización partidaria y en el Estado provincial y nacional. Así, fue el ministro de salud que más perduró en la provincia (1994-2002) y el primer secretario ambiental (2010-2013) con manejo territorial, algo que se pasó por alto en los análisis de estos días.

A partir de ese paso por el gobierno nacional es que fue procesado. El detonante fue que, en su rápida salida, autorizó gastar 33 millones de pesos para montar un stand en Tecnópolis. ¿Cuánto cuesta tu casa, lector? ¡Con 33 millones podría construirse un edificio!

Lo peor es que, aun así, sólo pudieron justificar 12 millones. Por el faltante es que tendrá que dar explicaciones. Pero no son las únicas.

Un detallado repaso de las causas de corrupción que perjudicaron al pueblo en materia ambiental puede ser leído en el libro “… Y después la gente va y lo vota”, del periodista independiente Alberto Moya (eventual colaborador de diario como Página/12 o Perfil y revistas como Gente o Veintitrés).

En la edición autogestionada de su libro de 400 páginas, demuestra que hay mucho más por lo que Mussi debería dar explicaciones: La primera denuncia en su contra fue por la demora en la aplicación de la ley de Glaciares; le siguió la continuidad en la contaminación del Riachuelo, por lo que se quedó sin respuestas ante una primera audiencia en la Corte Suprema, y una situación análoga en la cuenca Salí-Dulce entre Tucumán y Santiago del Estero; la destrucción de 350 mil manuales escolares sobre temas ecológicos que él había mandado imprimir sin leerlo, hasta que le hicieron notar que decía la verdad, que la sojización mata y que la mega minería es destructiva. Por entonces, los gobernadores del noroeste habían negociado con la más grande minera del mundo, Barrick Gold.

Hasta su propia jefa, CFK, lo reprendió en público cuando trascendió que Luis Armella, el juez amigo de Mussi, tenía a su familia en los directorios de empresas que ganaban los trabajos en torno a la limpieza del Riachuelo. Por algún poderoso motivo, Armella acaba de zafar el juicio político.

Parte de esos entramados perjudicaron a los vecinos de varias localidades. En Berazategui, varios barrios se manifestaron en contra de la cava conformada por una de esas empresas a metros de una escuela y un jardín de infantes mientras la Policía hacía espionaje sobre los pobladores. Lo mismo pasó con el basural de Plátanos o el súper basurero en El Pato o las subestaciones eléctricas en los barrios San Juan y Rigolleau.

Conocemos esas luchas porque estuvimos junto a los que sufren las consecuencias de la desatención de los problemas ambientales en la ciudad de quien fuera el máximo responsable nacional en esa área. En la ciudad administrada por su hijo Patricio, con los mismos funcionarios heredados del padre, una nena de 4 años (Belén González) acaba de morir deshidratada después de un cuadro de gastroenterocolitis que afectó a gran parte de la población que debió hacer colas en el hospital para ser atendida.

El municipio tardó en reaccionar para decir que el problema no era el agua sino un virus en el aire (primera vez que alguien tiene diarrea por respirar) aunque mandó aplicar los mismos cuidados que ante el cólera. El máximo especialista en ecología (preside esa comisión en la Legislatura provincial) manda hacer lo mismo que la abuela: hervir el agua.