El acto convocado frente a Tribunales el pasado 13 de abril, bajo la consigna “Democracia o Mafia Judicial” y con Kicillof como orador de fondo, fue flaco en concurrencia y más flaco en volumen político, porque puso de manifiesto ausencias notorias, entre éstas las de 63 intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires que se llamaron a silencio, y la deserción del propio hijo de la vicepresidenta Máximo Kirchner que se fue a Monte Hermoso. El “operativo clamor” terminó en un deshilachado acto kicillofista.

A sabiendas de que Cristina Kirchner muy difícilmente compita en las elecciones, Axel Kicillof se sirvió del acto contra la “proscripción” para reafirmar su proyecto reeleccionista en la provincia de Buenos Aires. El “nacional y popular” quiere curarse en salud contra todo intento por mandarlo al muere con una candidatura presidencial. La fragmentación del peronismo y la ausencia de un candidato presidencial del Frente de Todos fogonean la crisis política.

¿Desdoblamiento electoral desestimado?

Kicillof firmó el decreto de convocatoria a las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) para el 13 de agosto, en simultáneo con los comicios a nivel nacional. Sin embargo, dejó abierta una puerta para desdoblar las elecciones en las generales: el decreto en cuestión no hace referencia -como sí ocurriera en las legislativas del 2021- a las elecciones de octubre. En pocas palabras, el gobernador se reserva la posibilidad de desdoblar para octubre si los resultados de agosto le son esquivos. Kicillof tiene muy presente la derrota de dos años atrás y teme que la candidatura final por la que opte el Frente de Todos -con o sin paso entre el albertismo y el kirchnerismo- sea un lastre para sus propias aspiraciones.

A esto se agrega la incursión de Máximo Kirchner en Monte Hermoso junto a referentes del justicialismo de la sexta sección y la presencia en la delegación de Martín Insaurralde, jefe de Gabinete de Kicillof y rival en un la disputa por la candidatura a gobernador junto al presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Federico Otermín, un hombre muy vinculado a Insaurralde. El despliegue de Kicillof, con la burocracia amiga de la CTA “de los Trabajadores” en primera línea, no tuvo el efecto esperado. El “Kici” sólo pudo acreditar la presencia de siete intendentes del Frente de Todos, muy poco para un año electoral y para un peronismo provincial que está dividido y sacudido al interior propio del kirchnerismo por los enfrentamientos entre Máximo Kirchner y el aspirante a la reelección.

Máximo y el operativo clamor en la provincia de Buenos Aires

El acto terminó exponiendo la interna que tiene La Cámpora, un sector de la cual fue parte del “operativo clamor” a pesar del rechazo de Máximo. Otro tanto ocurrió con las viudas del Frente de Todos, entre éstas el Frente Patria Grande de Grabois, que apoyarían una dupla Wado de Pedro – Kicillof. A diferencia de Máximo e Insaurralde, Wado sí estuvo en el acto que cerró el gobernador. Que Máximo Kirchner le haya hecho el ole a la convocatoria a Tribunales es una señal de que tanto Cristina como él mismo siguen apostando a la candidatura presidencial -cada vez más cuestionada por la crisis económica y la inflación- de Sergio Massa.

A pesar del portazo de Máximo, Hugo Yasky sigue insistiendo con la presencia de Cristina Kirchner en la boleta del Frente de Todos y propuso que el próximo 25 de mayo, a veinte años de la asunción del fallecido Néstor Kirchner, CFK se suba a la tribuna como oradora principal. A falta de candidato presidencial y con Massa con resultado incierto -los datos de la inflación de marzo y los 400 pesos del dólar blue hunden las expectativas del “piloto de tormenta- la burocracia de la CTA “de los trabajadores” alarga la agonía para evitar un estallido del peronismo. Está claro que la fragmentación del peronismo tiñe el proceso político y electoral, y que ésta es producto del derrumbe del gobierno.

Como se señaló, Máximo desertó del acto kicillofista y se refugió en Monte Hermoso. La “reactivación del PJ” -que vuelve a anunciar- está en veremos y sometida a la interna del Frente de Todos y del PJ de la provincia de Buenos Aires. El hijo de la vicepresidenta lo llevó al sur a Insaurralde para marcarle la cancha a Kicillof y para que le abra la puerta de un justicialismo provincial que hasta ahora le ha trabado la presidencia efectiva del PJ bonaerense. Estos choques desmienten las versiones de treguas y avivan los enfrentamientos por el armado de las listas a dos meses de su presentación.

El abrazo entre Sergio Berni y Aníbal Fernández, que los medios de prensa oficialistas se apresuraron a calificar como una señal de unidad del peronismo, no pasó de la foto. Horas después el ministro de la Bonaerense volvía a castigar al gobierno nacional de Alberto Fernández. En un sincericidio que lo delata, el represor Berni declaró que “la inseguridad no se resuelve ni poniendo cien mil policías en la calles”. Está muy claro que el ministro estrella de Kicillof tomó nota de la sublime golpiza que recibió a manos de los choferes y del “que se vayan todos” que rodeó a la protesta por el asesinato de Daniel Barrientos. Con esto tendrá que lidiar Kicillof en una provincia que es el epicentro de la crisis social y donde la pobreza asciende al 45% en el Gran Buenos Aires.

Fuera los políticos capitalistas

La crisis del peronismo refracta con fuerza al interior del kirchnerismo de la provincia de Buenos Aires. El progreso del Frente de Izquierda Unidad está asociado a una crítica y delimitación sin concesiones al nacionalismo burgués. Con esta conciencia de una crisis social y económica que tiene como centro a la provincia y que se presenta como una situación insostenible para las masas, el Partido Obrero desarrolló su congreso bonaerense y votó una agenda para transformar la broca popular en una alternativa política. Está planteada una reorganización socialista integral para enfrentar la catástrofe capitalista.

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