Políticas

1/10/2009|1102

El fiasco del ‘impuestazo’

Scioli en la picota

Casi en simultáneo, mientras daba la orden de reprimir a los trabajadores de Terrabusi-Kraft, la reforma fiscal de Scioli retrocedía ante las presiones de diversas patronales. Se trata de una ‘flexibilización’ en el caso del impuesto en las puertos del 60 por ciento, pues a lo sumo reportaría al fisco 200 millones en lugar de los 500 previstos originalmente. El famoso impuestazo nació herido de muerte antes de salir a luz.

El jefe de Gabinete, Alberto Pérez, anunció también la revisión del inmobiliario rural y los ruralistas dejaron en suspenso un paro que habían proyectado. El aumento tenía características irrisorias. Un predio rural ubicado en Pergamino, es decir en la mejor tierra de la provincia, que estaba pagando 60 pesos por hectárea, pasaría a pagar 120, cuando el precio de mercado asciende a 10.000 ó 12.000 dólares la hectárea.

En estas condiciones, lo único que queda en pie es el impuesto a las casas de 50.000 ó 60.000 dólares y el impuesto de sellos sobre los autos usados. Es decir, un ataque en regla la clase media y a un sector de la clase obrera. Está claro que, a lo sumo y con suerte, la reforma fiscal reportaría 500 millones de pesos, frente a un rojo de la provincia, que asciende a 10.000 millones de pesos.

El fiasco del impuestazo va a acentuar el empantanamiento y orfandad en que se encuentra Scioli.

Otra salida

Los Stolbizer, Solá o De Narváez han hecho causa común contra el impuestazo con las patronales del puerto, del campo y de la industria. Reclaman mayor coparticipación del presupuesto nacional, precisamente cuando Boudou ha ido al exterior a pedir financiamiento internacional.

Pero las diferencias entre oficialistas y opositores se disipan cuando se trata de promover el ajuste contra el pueblo. Los intendentes sojeros, o que han tomado distancia del kirchnerismo, aplican el mismo libreto en sus comunas que sus pares “nacionales y populares”: postergación salarial de los municipales, no renovación de contratos, despidos encubiertos, paralización de las obras públicas, recorte de servicios y aumentos de las tasas municipales.

En la provincia, la crisis capitalista también la pagan los trabajadores.