Políticas

27/3/2021

El Frente de Izquierda y la necesidad de un giro político

El acto en Plaza de Mayo, que adquirió un carácter masivo a pesar de la deserción del kirchnerismo, demuestra el potencial que tiene la izquierda en el actual escenario político, en la medida que se empeñe en presentarse como un bloque político independiente y organice a sectores de las masas explotadas. Tanto el de Plaza de Mayo como los que se realizaron en las distintas provincias fueron actos de izquierda y piqueteros. El aporte desigual que realizaron los partidos de izquierda al éxito de la jornada se debe justamente a si han sido capaces de fusionarse con los sectores más explotados que están a la cabeza de la lucha contra el ajuste gubernamental.

El protagonismo en la jornada nacional no debe llevarnos a ignorar que el Frente de Izquierda-U enfrenta el proceso electoral del 2021, que ya está en marcha y cuenta con tres elecciones anticipadas, con el riesgo de un nuevo retroceso. Decimos “nuevo” porque ya en las elecciones del 2019 el FIT-U registró una caída en el resultado electoral, lo que impidió consagrar nuevos diputados nacionales y mantener índices altos de votación en aquellas provincias donde el FIT se había destacado por lograr guarismos de dos dígitos. Aunque es cierto que la polarización entre el peronismo y el macrismo influyó decididamente en el resultado, también lo es que la explicación no puede agotarse allí. En cualquier caso queda por ver por qué el FIT-U no pudo enfrentar exitosamente esa polarización, conservando al menos la votación de elecciones anteriores. Recostarse en la fatalidad no solo es equivocado metodológicamente, sino que concluye en el conformismo.

El resultado obtenido en el 2019 es un dato obligado de donde debemos partir para encarar el proceso electoral de este año. Eso no quiere decir, claro, que estas elecciones sean del mismo carácter que las de hace dos años atrás. A diferencia de estas, que eran presidenciales y de elección de cargos ejecutivos en las provincias, ahora se elegirán solo cargos parlamentarios. Un análisis de las estadísticas electorales desde que se conformó el FIT en el 2011 muestra que en este tipo de elección los resultados suelen ser más altos –lo cual, de paso, deja planteada una limitación fuerte ya que mostraría que el electorado no ve a la izquierda como alternativa de poder.

Pero, ¿podemos afirmar que ha cambiado la situación electoral del FIT-U? Las encuestas que se han dado a conocer dicen que no. Se podrá objetar que si el prisma político de las elecciones suele ser limitado y distorsionado, mucho más lo son las encuestas de opinión que bucean en las tendencias políticas de la población y en su intención de voto. La volatilidad, que caracteriza hoy a los procesos políticos a nivel internacional, ha desmentido a muchas encuestas y dejado en ridículo a las empresas que las realizan. Además, claro, hay que agregar que la mayoría de ellas suele ser manipulada, con la intención de influir en la población. Con todos estos importantes límites señalados, podemos tomar las encuestas que han aparecido en los diarios y portales de noticias como una referencia para abrir un debate sobre el lugar que ocupa hoy el Frente de Izquierda y cuáles son las perspectivas para este año 2021.

Los “libertarios” y la izquierda

La mayoría de los estudios de opinión publicados en los diarios y portales de noticias le asignan al Frente de Izquierda una intención de voto que va del 1% al 3%. Los porcentajes oscilan según el distrito y las preguntas formuladas. Pero más allá de estas oscilaciones, en algunos casos importantes, muestran un retroceso en comparación a elecciones precedentes, incluso la del 2019 antes citada. Desde ya, se podrá argumentar que las encuestas están manipuladas y que, como son encargadas por sectores de la burguesía, suelen ser especialmente contrarias a la izquierda. Siendo esto cierto, sería poco recomendable no tomar en cuenta estos resultados y abrir un debate al respecto. Es mucho mejor tomar en serio las noticias negativas que quedarse tranquilo considerando que son meras manipulaciones.

Junto con la menguada intención de voto, las encuestas coinciden en colocar como tercera fuerza a los llamados “libertarios”. Detrás de este nombre se esconde una coalición superreaccionaria, que abarca desde los Milei y Espert a los López Murphy y cía. El calificativo de “libertario” tiene mucho de escamoteo, ya que la mayoría de ellos son defensores acérrimos de la dictadura militar y contrarios a derechos democráticos elementales, como ser el aborto legal. No cabe duda que si eligieron referenciarse con ese nombre se debe a que conscientemente han buscado ocultar el contenido reaccionario de su programa para presentarse con un aura transformadora. No es la primera vez que fuerzas políticas trafican su contenido político. El caso más grosero fue el nazismo, que eligió denominarse como “nacional-socialismo”, para atraer a un sector de la clase obrera que se reclamaba socialista. En este caso, el calificativo “libertario” alude a conseguir la libertad en relación al Estado, al que se lo culpa de cercenar el progreso económico individual. Es la explotación por derecha de los fracasos de los gobiernos nacionalistas o populistas, tanto en Argentina como en América Latina, pero incluso antes que ello, es una manifestación del fracaso del gobierno macrista, a quien los “libertarios” lo acusan de haber reproducido la política populista del peronismo. Por eso su programa es conseguir la “libertad” para explotar a los trabajadores sin la mediación que implican las leyes laborales, fugar capitales sin límites o rechazar cualquier pago de impuestos.

Si este crecimiento de los “libertarios” fuese cierto, para el FIT-U sería un problema relativo. Esta afirmación contradice a una teoría en boga que afirma que en la actualidad la derecha se ha quedado con el papel transgresor o revolucionario que siempre le correspondió a la izquierda. Se trata de un planteo superficial, que no indaga en los vínculos de clase de esa derecha. Como señalamos más arriba, el crecimiento aun no verificado de los “libertarios” es antes que nada el resultado del fracaso del gobierno macrista. Expresa una crisis y desorientación de la burguesía respecto a su régimen político y social y con las representaciones políticas que supo construir. En términos más inmediatos un resultado electoral positivo de los “libertarios” profundizaría la crisis de la derecha y, división mediante, beneficiaría al peronismo en las elecciones. El discurso de los “libertarios” puede atraer a sectores de las masas pauperizadas, aunque su punto principal de reclutamiento son los sectores de las clases medias más alejadas de la clase obrera y de la izquierda. Por este motivo al Frente de Izquierda un crecimiento de los “libertarios” lo afecta solo parcialmente, pero es indudable que le opaca un protagonismo político de orden general. El hecho de que las encuestas lo ubiquen como el tercer bloque implica un desplazamiento político objetivo del FIT-U y un desplazamiento subjetivo a la derecha del conjunto de la situación. Además, ese protagonismo no se limita a las encuestas sino que ha tenido traducción callejera, con los banderazos y medidas de acción directa, algunas de las cuales tuvieron cierto nivel de convocatoria.

La crisis social

Dicho esto, el asunto de los “libertarios” no solo es secundario por lo recién señalado, sino principalmente porque el porcentaje de votos que se le asigna es bastante bajo. La cuestión, entonces, no está en el crecimiento de este sector derechista sino en el peligro de retroceso del FIT-U. Es interesante destacar que este retroceso se da en momentos en que la crisis social escaló muchísimos escalones, alcanzando niveles exasperantes. Lo atestiguan las cifras nunca vistas de niveles de pobreza e indigencia, que se agravaron con la pandemia pero cuya dinámica de crecimiento viene de muchos años atrás. Todas las medidas tomadas por el gobierno en la pandemia agravaron la situación precedente, sea porque el rescate estatal fue dirigido principalmente a la clase capitalista y no al pueblo trabajador, y porque dicha ayuda aceleró la desorganización económica afectando, otra vez, a los sectores de menores ingresos.

La crisis social ofrece para las fuerzas políticas que se reclaman de la clase obrera y de los explotados un contexto propicio para una gran actividad política y un crecimiento organizativo. Dicho crecimiento puede manifestarse por distintas vías, sea en su aumento de capacidad de movilización, de penetración en las masas, de influencia sobre sectores sociales diversos y sobre el proceso electoral. La experiencia indica que ese proceso puede no ser necesariamente simultáneo en todas esas áreas ni tampoco lineal. Un salto en la penetración en sectores amplios de las masas puede no tener una traducción inmediata en el campo electoral y, a la inversa, que un crecimiento electoral puede no redundar rápidamente en un salto en la conquista de una vanguardia popular organizada. El problema que enfrenta el Frente de Izquierda hoy es que, tomado en su conjunto, es decir en tanto coalición política y más allá de las acciones de algunos de los partidos que lo integran, no muestra una vitalidad ni en el proceso de las luchas de las masas, ni en su acción como bloque político.

Mucho de esta situación se resume en la actitud que tienen varios de los partidos que integran el FIT-U hacia el movimiento piquetero. La penetración que ha logrado la izquierda revolucionaria en un sector amplio de las masas más explotadas le permite mantener un protagonismo en la situación política tomada en su conjunto. Las marchas masivas realizadas por el movimiento piquetero son hoy el principal factor de lucha contra el régimen y el gobierno. El esfuerzo del movimiento piquetero es sencillamente enorme, y su radio de acción va mucho más allá de las luchas reivindicativas, como lo muestra el accionar en la lucha de la mujer, en el apoyo al movimiento obrero combativo, en las luchas contra la represión y el gatillo fácil, la vivienda, etc. Este proceso fue el producto de una orientación política basada por un lado en la defensa de la independencia política, y por el otro en el frente único. Fue así que pusimos en pie un bloque independiente del llamado “triunvirato vaticano”, que pasó a ocupar los sillones del Ministerio de Desarrollo Social, de mismo modo que un sector del feminismo pasó a integrar el staff del Ministerio de las Mujeres. El eje del frente único fue establecer una delimitación sobre la base del rechazo a la cooptación estatal-gubernamental y el desarrollo de un plan de lucha por las reivindicaciones. La justeza de esta política quedó verificada con las grandes movilizaciones realizadas en estos meses, que fueron vistas incluso por sectores de la derecha como un gran peligro político. La ausencia de varios de los partidos del FIT-U en esta experiencia se debe a que rechazan tanto al movimiento piquetero como al método del frente único.

El impasse en el que ha entrado el Plenario del Sindicalismo Combativo es una expresión también de ese rechazo al método del frente único, de la unidad de ocupados y desocupados. Y en particular en este caso de ignorar, especialmente por parte del PTS, la gravitación de los sindicatos recuperados de la burocracia sindical. La expulsión de la burocracia sindical de las organizaciones obreras y la conquista para direcciones de clase es un objetivo estratégico ineludible de la izquierda revolucionaria. El MAC-PTS boicoteó el PSC durante toda su existencia para finalmente pedir su incorporación a los fines de empantanarlo. Así se observó en el acto divisionista de setiembre, en el boicot a toda acción en diciembre y se volvió a expresar en una columna divisionista el 24 de marzo, contra la decena de sindicatos combativos que agruparon a las distintas luchas obreras.

Los referentes del FIT-U no solo tienen la obligación sino también la oportunidad de participar de esas luchas y ganar autoridad frente a toda la población para ser los portavoces de las luchas de las masas. Sin embargo, varios referentes del FIT-U adoptaron como política no identificarse con el movimiento piquetero y darle la espalda, abonando un abordaje electoralista de la situación política basado en el rechazo a apoyarse en las acciones de masas más importantes de la etapa. El intento de justificar este boicot echando mano a citas de Trotsky y Gramsci no debe ser tomado en serio. Iniciar un debate sobre esta base sería legitimar un fraude.

Programa y consignas

Esta actitud ante las luchas sociales más importantes de la etapa se traduce en divergencias sobre las consignas y los planteos políticos. El Partido Obrero votó en su XXVII Congreso como consigna central de la etapa “Abajo el régimen de hambre y saqueo de los que nos gobernaron en las últimas décadas. Por una alternativa obrero y socialista”. Apuntamos a un cuestionamiento del conjunto del régimen y sus partidos, saliendo al cruce de la polarización que intentan crear entre el peronismo y el macrismo y sus aliados. La posición no solo parte de una base de principios, sino que busca traducir en términos de consignas una conciencia popular muy extendida acerca de una decadencia nacional que se agrava de modo sistemático con el correr de los años. En ese sentido orienta la polémica política de un modo muy preciso. Cuando los kirchneristas y macristas se pelean por ver quién es el responsables de la pobreza, nosotros no apoyamos a unos contra otros ni enfatizamos nuestra denuncia en uno de los campos en disputa, sino que mostramos que la decadencia del país y la crisis social los tiene por igual como responsables.

Si bien esta consigna no fue rechazada de modo explícito por los partidos que integran con nosotros el FIT, es evidente que el enfoque con el que abordan la situación política es diametralmente opuesto. Con el PTS en particular hemos tenido varias polémicas, entre ellas sobre la condena a Lázaro Báez y ante las acciones de repudio a Alberto Fernández en Chubut. El centro de la divergencia se concentra en que el PTS introduce una diferencia cualitativa entre el gobierno y la oposición de derecha, en la cual solo esta última es considerada como una expresión directa del capital. Sería una versión, desde el campo del trotskismo, de la teoría del “enemigo o contradicción principal” que tanto usó el maoísmo en nuestro país. A partir de estas consideraciones, el PTS hizo que Del Caño le dé quórum al oficialismo en el Congreso para modificar la coparticipación en la Ciudad de Buenos Aires, viabilizando la política ajustadora del gobierno. Sin la presencia de Del Caño el gobierno hubiera sufrido una derrota. Las razones de este colaboracionismo nunca fueron explicadas públicamente por el PTS. El silencio que guarda esta organización al respecto encubre las verdaderas motivaciones. Aunque el PTS intente disimular, estamos claramente en presencia de un seguidismo del nacionalismo burgués, con el objetivo electoralista de atraer una parte del electorado desencantado de los K, en los términos de la política de esa fuerza burguesa.

En cualquier caso, y más allá de la efectividad o no de esta política en términos electorales, lo que importa marcar es que no es una orientación revolucionaria que sirva para separar a las masas de la burguesía y hacerlas evolucionar hacia posiciones de independencia de clase. La política electoral de la izquierda revolucionaria debe estar guiada por objetivos no electorales, es decir, de movilización y estructuración política de una vanguardia revolucionaria. Lo contrario es electoralismo que inevitablemente conduce a la conciliación de clases y al seguidismo al centroizquierdismo.

Es lo que sucede, por ejemplo, con el MST. Su referente de la provincia de Córdoba, la compañera Luciana Echevarría, acaba de marcar a fondo una política que se opone por el vértice a la que acabamos de formular. En una nota del diario Alfil señaló que “ahora hay que salir a buscar a nuevos espacios para ampliar la unidad y trabajar en qué perfil de izquierda queremos. Planteamos la necesidad de un gran movimiento político y social que no solo contenga al trotskismo, sino que abra a quienes están incómodos hoy con otras fuerzas políticas que dicen ser progresistas”. Con esta misma orientación la compañera Luciana en el pasado integró la lista de Luis Juez e ingresó un mes a la Legislatura provincial por la alianza comandada por quien hoy es un macrista confeso. La importancia de estas declaraciones radica en que muestran que el MST mantiene la misma orientación estratégica que lo llevó en el pasado a no integrar el Frente de Izquierda: una disolución de la izquierda en la centroizquierda. Esta orientación lo hizo ocupar cargos subordinados en las listas de Pino Solanas o el ya mencionado Luis Juez. El FIT, en cambio, desarrolló desde su fundación una referencia nacional contra esta orientación.

De modo general, esta divergencia en el FIT-U reproduce en forma específica los debates que recorren a la izquierda en América Latina. Los partidos que integran el FIT integran en nuestro continente frentes de colaboración de clases muy pronunciados. El caso más emblemático es el del PSOL en Brasil, que se ha transformado en una sucursal menor del PT. En las últimas elecciones directamente el PSOL firmó un acuerdo programático con el PT previo a la contienda electoral. El fracaso que van acumulando los gobiernos derechistas va transformando a los partidos “nacionales y populares” en recursos políticos del imperialismo y las burguesías locales para hacer frente a la crisis mundial, agravada por la pandemia. La contraparte de este desplazamiento es una mayor derechización de esos partidos “nacionales y populares”, algo que alcanza tanto a los que integran el Grupo Puebla como el Foro de San Pablo.

Lo que está en debate es una cuestión de estrategia política. En síntesis, si la izquierda va ser independiente de todos los bloques capitalistas o si será tributaria del nacionalismo burgués. Y unido a ello, si la izquierda se desarrollará con el método de la lucha de clases o si pretende escalar recurriendo al electoralismo. Este último punto es crucial y de ningún modo puede subestimarse. La democracia burguesa ha sido y sigue siendo de enorme utilidad para el imperialismo y la burguesía como método de control social y de cooptación de la izquierda y las organizaciones populares. Antes de explicitar cambios programáticos, el electoralismo se expresa en la práctica política cotidiana, eliminado el filo revolucionario en la izquierda. Una manifestación de electoralismo pequeñoburgués es darle la espalda a la lucha del movimiento piquetero.

2021

El FIT-U tiene la obligación de debatir a fondo la situación política y los escenarios que se plantean para el año en curso. Dentro de las tareas planteadas está la cuestión electoral, pero esta más que nunca debe ser abordada como parte de una tarea integral del FIT-U en su intervención en la lucha de clases. La situación social catastrófica para millones de trabajadores ofrece el terreno para una acción del FIT-U de cuestionamiento integral al régimen político y social imperante, la agitación de un programa anticapitalista, una campaña de denuncias sobre el gobierno y la oposición patronal por su enjuagues y corruptelas, y una vigorosa acción de apoyo a todas las luchas populares.

La defensa de la permanencia del FIT-U en el Congreso Nacional sin dudas es una tarea de enorme importancia, pero en cualquier caso derivada de una acción política general. Por fuera de un plan de conjunto, inevitablemente se cae en el electoralismo, que no asegura además éxitos electorales. El crecimiento del FIT-U no va a lograrse mediante la suma de grupos de izquierda o centroizquierda marginales, los cuales se han declarado como nuestros adversarios acérrimos, sino por una fuerte movilización política que permita separar a las masas de la burguesía, y en primer lugar a los sectores de vanguardia de la clase obrera, la juventud y la mujer.

En la crisis actual del capitalismo a nivel internacional y particularmente en la crisis argentina, necesitamos una izquierda revolucionaria que se fusione con la clase obrera ocupada y desocupada en la lucha en las calles, para ser alternativa a los partidos burgueses en crisis. Para ello es fundamental el frente único y la independencia política.

El debate sobre esta situación y de cómo enfrentarla será abordado especialmente por una conferencia electoral convocada por el Partido Obrero para fines de abril. Llamamos al FIT a un debate franco que abarque al conjunto de la militancia de las organizaciones que lo integran. A tales fines proponemos la realización de un acto unitario, de lucha e internacionalista del FIT-U para el 1° de mayo, como así también la convocatoria a un congreso o conferencia de los partidos del FIT-U para el mes de mayo.