Políticas

16/12/2016

El Frente Grande vota la intervención de Schiaretti y Antonietti


El Frente Grande ha tenido en el Congreso un debut a su exacta medida: en su primera actuación en el nuevo período legislativo votó la intervención federal a Santiago del Estero impulsada por el Poder Ejecutivo menemista. 


 


En un momento de crisis, lo que equivale a decir, en un momento de verdad, el Frente Grande mostró su hilacha profunda, de inconfundible carácter reaccionario. El “chacho” Alvarez ya es un habitué en estos menesteres, dado que entró en el Congreso en 1989, sentándose en la banca menemista de los privatizadores y luego votando la menemización de la Corte Suprema. El “pino” Solanas, en cambio, es un novato, pero demostró que está construido con madera de baja calidad. Junto a estos dos, la Fernández Meijide y el bloque de la Unidad Socialista hicieron causa común con el “carapintada” Rico, con los “pactistas” del alfonsinismo y con los entregadores del menemismo, para enviar al privatizador Schiaretti y al represor Antonietti contra los trabajadores y el pueblo de Santiago del Estero.


 


El temprano pasaje del Frente Grande al campo de la reacción política, a los métodos antidemocráticos y al pisoteo de la autonomía provincial, debe quedar como una imborrable lección política: cuando las masas se insurgen, las direcciones pequeño burguesas y los representantes de la “democracia pura” hacen causa común con la reacción. Dentro del Frente Grande revista gran parte del nacionalismo de izquierda y el stalinismo. La conducta del Frente Grande demuestra el acierto de la caracterización que hiciera de él nuestro Partido Obrero desde el comienzo y condena al bochorno a los que lo vieron como una expresión deformada de los intereses populares.


 


Quien aún dude de la naturaleza reaccionaria del Frente Grande sólo tiene que preguntarse por qué no votó en contra de la intervención cuando sus votos no eran necesarios para que la intervención fuera aprobada. La respuesta es muy simple: había que mostrarle a la burguesía, a los explotadores, al imperialismo y a los aparatos del Estado que el FG y sus miembros son partidarios del orden, no por una razón táctica, sino de principios. Es así como entienden que podrán transformarse algún día en partido u hombres “de gobierno”.


 


El FG podría haber dicho que como no es responsable del desgobierno de Santiago del Estero, tampoco le cabe apoyar una intervención, y menos aún una intervención que pretende salvar a la política y a los hombres responsables de ese desgobierno. El argumento de que la intervención era el único recurso frente “al caos” se desploma por ella misma ante la evidencia de que la política de la intervención será la misma (y, por sobre todo, responde a los mismos intereses fundamentales) que la que llevó al “caos” que hoy reclama una intervención federal.


 


El “chacho” Alvarez dijo en Diputados que “el Frente Grande va a acompañar esta propuesta (?) del Poder Ejecutivo pero teniendo plena conciencia de que la solución o el remedio (?) federal, la intervención, no va a resolver los problemas que vive la provincia de Santiago del Estero”. ¿Entonces por qué apoyarla? Se trata de una traición a la democracia y al federalismo efectuada “a plena conciencia”, cuyo único sentido es postular al Frente Grande ante la burguesía, como capaz de dar “la solución de los problemas”.


 


Claro que existía otra “solución” diferente a la intervención federal, y no sólo esto, sino que hubiera alcanzado con que fuera formulada por una autorizada bancada parlamentaria para que hubiera hecho carne en los trabajadores santiagueños. Nos referimos a la formación de un gobierno provincial constituido por las organizaciones de trabajadores de Santiago. Semejante gobierno habría sido auténticamente representativo y los demócratas pequeño burgueses habrían demostrado que son consecuentes luchando y bregando sistemáticamente por él, en primer lugar desde las direcciones sindicales que están en sus manos en la provincia.


 


Pero según “Página12”, el “Chacho” Alvarez defendió su posición argumentando que “el descontento del pueblo santiagueño incluía a todos los poderes. Nosotros no teníamos por qué salvar a esos tránsfugas que cobraban 20 mil pesos por mes”.


 


¿Se puede hacer mayor gala de cinismo? ¿Cuánto cobran Schiaretti y Antonietti? ¿Cuánto cobró Claudia Bello en Corrientes o Luis Prol en Catamarca? ¿Cuánto cobran los interventores menemistas en cualquier lado? ¿Cuánto cobró la interventora de ENTel, M. J. Alsogaray? El “chacho” no defiende a ciertos ladrones simplemente porque respalda a otros.


 


¿Pero el pueblo santiagueño estaba sólo “descontento con los tres poderes provinciales” y no así con los “tres poderes” nacionales? ¿Entonces por qué quemaban los retratos de Menem y por qué éste denunció a los acontecimientos como una “sedición”? La inmoralidad visceral de los planteamientos del Frente Grande sólo se compara con la gala que hace de su propia “ética”.


 


“Nos faltó cintura para despegarnos”, le dijeron al centroizquierdista “Página 12” “algunos dirigentes disconformes”. La afirmación corrobora la evidencia de que el Frente Grande es un enano con la misma duplicidad de conducta de los grandes partidos patronales.