Políticas

11/6/1987|185

EL FRENTE POSTIZO

El FRAL acaba con las ilusiones Congreso del XVI del P.C.

En un lapso extremadamente breve, se ha podido asistir a la completa desaparición del Frepu y a la súbita aparición de un frente que tiene por base la alianza con el partido humanista. Para completar el cuadro, el Mas se manifiesta empeñado en ingresar a este frente, sin importarle (como nunca le importó por otra parte) la cuestión de la firma del “acta democrática”.

¿Qué tiene de singular este frente, que ha provocado un cierto escozor entre algunos izquierdistas y un profundo malestar y crisis en los mejores militantes del PC? Después de todo, el flamante FRAL no se distingue sustancialmente de otras tentativas frentistas protagonizadas por el PC, ni su programa difiere mayormente de los 23 puntos del Frepu. La dirección del partido comunista presenta al FRAL más o menos como un cambio en la disposición de los muebles y hasta esgrime el (para ella) colosal justificativo de que necesitaba un partido con personería legal. Pero no hay nada que hacerle: el FRAL ha provocado una nueva instancia de crisis en el PC y el partido de la Liberación se retiró de la coalición.

Es indudable que la dirección “renovadora” del PC no ha percibido que la alianza con el partido humanista le ha tirado la máscara revolucionaria que pretendió para sí con el XVI congreso y hasta con la formación del propio Frepu. En tanto la base militante del PC estaba a la expectativa de una “profundización” de las conclusiones del XVI° congreso, su rejuvenecida dirección se le despachó con un giro a la derecha. El 80 % de los militantes del PC no sabe lo que es el partido humanista, pero eso no le impide expresar su completa desconfianza al respecto. El FRAL no solo le ha sacado la máscara revolucionaria a la dirección del PC, peor aún dejó al desnudo la completa orfandad de su estrategia política. A la hora de formar un frente, el partido que enrostra el trotskismo un supuesto carácter sectario y una supuesta hostilidad a una política de alianzas, demostró que carece de otro aliado de entidad... que el partido humanista.

El partido humanista es un partido declaradamente antirrevolucionario; bajo la tesis de la “no violencia” expresa su oposición a la acción directa de las masas, la cual naturalmente violenta el orden legal y estatal existente. Se declara a sí mismo como un partido de “izquierda no violento”, lo que significa que denuncia el resto de la izquierda de “violentista”, una acusación de cuño imperialista. El marxismo no es, obviamente, violentista, como que quiere abolir la explotación del hombre por el hombre, sino revolucionario, es decir que da una expresión consciente a la lucha de clases irreconciliable de la sociedad capitalista. El “no violentismo” no le ha impedido al PH “rechazar...el empleo ilegal y sistemático de la fuerza” (bases de acción política), lo cual significa que apoya el empleo “legal” y “oportuno” de la represión del Estado burgués. El rasgo principal de este partido es su falta de escrúpulos políticos; por ejemplo, se declara “cooperativista” por un lado y apoya la estatización de la banca por el otro. Durante la guerra de Malvinas se opuso a la “violencia” de ambos lados (¡lindo aliado de la liberación nacional!). El -cable periodístico nos informa que su equivalente chileno se ha inscripto en los registros electorales de Pinochet (Crónica. 8.6). Aunque se declara “no violento” defiende la existencia de las fuerzas armadas y hasta dice que los servicios de inteligencia de éstas deben continuar en el ámbito militar (“notas para una política humanista de defensa nacional”). En el plano internacional caracteriza a la URSS como un estado imperialista. En semana santa firmó el “acta democrática”.

¡Véase hasta qué extremos está dispuesta a llegar la dirección del PC para poner a toda costa en pie un frente democratizante y antirrevolucionario!

¿Esta política puede ser justificada, acaso, con el argumento de la necesidad de tener un aliado legal? Manifiestamente, no. No hay argumento legal para una alianza como ésta. El caso es, sin embargo, que no hay tampoco necesidad legal de tal aliado. El PC podría inscribirlos candidatos del frente en su lista y presentarlos en la campaña electoral como un real frente político. De modo que el FRAL es una gestación antirrevolucionaria que carece de toda justificación.

La alianza política con el partido humanista, sin embargo, debe servir para hacer un análisis de la política del PC y de la naturaleza del FRAL, y no para cerrarlo.

Como ocurriera con el Frepu, en 1985, el FRAL nació entre gallos y medianoche, sin que a los signatarios del acuerdo les importara un bledo clarificar sus posiciones ante los militantes, las bases y ¡os trabajadores. El Frepu pagó caro esta “astucia” frentista, desapareciendo también entre gallos y medianoche y sin ninguna clarificación que explique tan súbito deceso. El PC afirma que el FRAL se caracteriza por incorporar a sectores que rompen con el bipartidismo o con la UCR y el PJ. Cree que esto le da naturalmente un carácter progresivo al FRAL. Esto es falso por la sencilla evidencia de que los que han emigrado de los partidos tradicionales a la alianza con el PC lo hacen en función de proseguir su carrerismo político en el FRAL. ¿O es un secreto, acaso, que Néstor Vicente elige los partidos en función de la posibilidad de ocupar la primera candidatura por la capital? ¿O que lo mismo ocurre con el partido descamisado en relación a la provincia de Buenos Aires? No es lo mismo que un político de clase media emigre hacia la izquierda para luchar, a que lo haga para servirse de ésta para su carrera política. El ejemplo de José Villaflor no ha servido de nada.

La impostura general que caracteriza a la política del PC “renovador” ha llegado al extremo de postular la "legalización” de los aliados por medio de una campaña de afiliaciones a cargo del propio PC. Se ha pretendido la creación de pequeños monstruos políticos, productos, no de la lucha, sino de una disposición burocrática. La fabricación artificial de organizaciones políticas tiene de por si un carácter contrarrevolucionario, por la simple razón de que coloca un obstáculo adicional a la evolución de las masas por disposición del propio partido que se reclama revolucionario. Los militantes del PC desoyeron este ukase dictatorial, pero este hecho debe servir para que se vea que el frente con el PH no tiene un carácter aislado, sino que ha servido a la finalidad de rescatar una política frentista sin sustento en la realidad. Ha vuelto a ocurrir lo que ya pasó con el Mas en 1985, oportunidad en que éste salvó las papas del PC cuyo frente con Simón Lázara había fracasado a raíz de que la justicia comprobó la falsedad del 99% de las fichas presentadas por éste. Ahora Lázara está con el gobierno y apoya la “obediencia debida”; como se ve, estos políticos tienen muchas maneras de proseguir sus carreras. Un auténtico demócrata que se pasa a la izquierda debe pedir un puesto de lucha, no una posición de privilegio para aumentar su curriculum de político profesional.

La naturaleza carrerista de los miembros del FRAL (acentuado con la retirada del PL) explica que no quieran aparecer electoralmente en las listas del PC. Estos hombres que se pintan evolucionando hacia la izquierda, no quieren “quemarse” ante “su” opinión pública, ni ante sus opositores burgueses. Deben ser prenda de que el PC se mantiene “en el sistema”, y de ningún modo de que son arrastrados fuera de éste por aquel. ¿Se puede llamar a esto un paso progresivo? Ya tuvimos oportunidad de demostrar que la flamante IDEPO postula la integración de las organizaciones populares al Estado y de se opone a la acción revolucionaria (Para una crítica al programa del PI), de modo que nada lo diferencia del PH.

El Frepu no cayó por divergencias políticas, ni mucho menos por el “acta democrática”, como lo prueba el hecho de que los 23 puntos de aquél se han transformado en 21 puntos similares del FRAL, y de que el Mas propone rehacer la alianza sin excluir al PH y sin un repudio a las “actas”. El Frepu cayó, sin la menor resistencia, por presiones políticas externas: la presión sobre el PC para que diera a su táctica frentista un carácter más “moderado” y el temor de la dirección del Mas a ser pulverizada por una crisis interna si seguía al PC en toda la línea.

El Frepu desapareció del escenario político porque constituyó un notorio fracaso en ningún momento logró crear en torno suyo un movimiento de adhesiones. Ningún frente se torna masivo por el aporte que hacen sus componentes sino por el movimiento de masas que ayuda a potenciar. Es por esto que en una política “de masas” y en una política de alianzas, importa menos el conglomerado que la calidad de la estrategia política. A esta cuestión de la estrategia política, base de una acción cotidiana tenaz, el Frepu la relegó a un plano secundario, expresando abiertamente un programa democratizante en los marcos capitalistas.

Si los sucesos de semana santa tuvieron importancia en el derrumbe del Frepu, esta consistió en que prematuramente lo obligó a mostrar que su programa es antirrevolucionario; ante la presión del Estado y de la opinión pública burguesas, la mayoría del FP firmó las “actas democráticas”. Pero semana santa significó mucho más, porque durante los acontecimientos el Frepu apareció “boyando” de un lado al otro, según las convocatorias o desconvocatorias de Alfonsín. Esto demuestra que los “izquierdistas” que quieren gambetear el problema de la estrategia política en nombre de la “unidad” y de los “problemas prácticos” terminan enredados entre sus propias piernas.

El FRAL desnuda no solamente el carácter antirrevolucionario del frentismo de la izquierda democratizante, también le quita la prótesis “revolucionaria” que la dirección del PC se puso a si misma en el XVI congreso. El partido que se planteaba “el problema del poder’’ (sin planteárselo nunca en ningún lado) ha concluido un acuerdo con un grupo de partidos que se caracterizan por su total oposición a plantearse cualquier asunto de poder. La cuestión del poder es la cuestión de la destrucción del Estado burgués y de la dictadura del proletariado, planteos que el PC evita como la peste, no digamos entonces Idepo, Nueva República, Modepa, PH y tutti quanti. Se ha pinchado el globo; la ilusión del XVI congreso ha quedado agotada.

No puede haber una alternativa frentista auténtica, revolucionaria, en Argentina, sin la destrucción política de este frentismo parasitario, esclavizado a la pequeña burguesía electora. Es por esto que el camino exclusivo que se plantea, es romper con este frentismo e ingresar al Partido Obrero. El Partido Obrero, plantea a todos los compañeros del PC y de la izquierda que rompan con el FRAL y que se unan al PO en la campaña electoral integrando sus listas, sus comités de agitación y sus filas.