Políticas

24/7/2004|861

El gobierno de los servicios

Las provocaciones organizadas por la Side, frente a la Legislatura, con la intención de quebrar al movimiento piquetero y permitir la sanción de una legislación represiva en la Ciudad de Buenos Aires, resultaron un tiro por la culata. Apenas una sema­na más tardo, el ‘operativo’ desembocó en una espectacular crisis de gobierno, con la renuncia de Beliz. La jueza encargada de culminar el trabajo sucio, con la con­dona a 17 personas detenidas arbitraria­mente, se enfrenta en las últimas horas con una responsabilidad diferente: deci­dir sobre una parva de videos que de­muestran la acción planificada de los servicios y liberar a todos los compañeros. Hay que concluir que la incompeten­cia de la camarilla de Kirchner incluye la incapacidad para montar una provoca­ción. Lo mismo había ocurrido apenas dos semanas antes en Tucumán, cuando las fracciones que se disputan el saqueo oficial de la provincia no vacilaron en crear un Vacío de poder’ especial en opor­tunidad de la presencia de Kirchner pa­ra la fiesta del 9 de Julio. Lo curioso, en aquella oportunidad, es que a Kirchner no lo sorprendió en absoluto, ni tampoco lo incomodó. Conocía el ‘operativo’.


Guerra de camarillas


Los reiterados ataques verbales, polí­ticos y hasta criminales contra los pique­aros esconden, en realidad, una aguda descomposición del poder político. A la luz de las denuncias de Beliz, es claro que el ajuste de cuentas con éste se venía preparando desde hacía tiempo: con la renuncia del ex aliado de Menem y Cavallo (en esto Kirchner y Beliz son dos gotas de agua) se prodigo la destitución del jefe de la Federal y el envío a archivo de la reforma judi­cial, que preveía hacer tabla rasa con la Justicia Federal. La ‘violencia’ del viernes 16 fue una ‘cama’ que le armaron al aho­ra ex ministro de Justicia, para acusarlo de ‘imprevisión’ frente a lo ocurrido.


De paso, cañazo, Kirchner le dio el ti­ro de gracia a Beliz para echarle una cor­tina de humo a su ´reacercamiento’ a Duhalde. Lo muestra la designación de Al­berto Iribarne, un menemo-duhaldista, en Seguridad Interior. Parece que hubie­ra sido ayer cuando los funcionarios D’E- lía y Ceballos llamaban exaltados a com­batir a Duhalde, al que incluso le impu­taron el crimen de La Boca, por cual­quier medio. Ahora, La Nación no vacila en hablar de una “tregua” entre las dos camarillas, que, dice, “funciona a la per­fección”. El alcahuete profesional Ver- bitsky, ya había anunciado en Página 112 que Kirchner había comenzado a “repen­sar su negativa a hacerse cargo de la con­ducción del justicialismo”. Como este ‘oreja’ caracteriza ahora que la separa­ción de Beliz significa un golpe contra la derecha del gobierno, habría que pregun­tarle si la recomposición de la relación con Duhalde equivale a un paso a la iz­quierda. Lo que no se entiende, de todos modos, es por qué razón a un reacciona­rio como Verbitsky le resulta positivo una pintada de izquierda a la fachada oficial. De todos modos, basta mirarles la cara a Lozano y a Bonasso para confir­mar que la prometida ‘transversalidad’ duerme un sueño profundo. Pero con el retorno de Kirchner al redil de la ‘patria justicialista’, ¿queda algo de ‘positivo’ en el gobierno ‘nacional y popular’? El nue­vo ministro Rossatti viene del riñón de Reutemann y el nuevo jefe de la Federal encabezó el operativo represivo para de­fender a Etchecolaz. Este es el recambio que, en Página 112, acaba de saludar Hebe de Bonafini.


Pontacuarto


Beliz ha denunciado y Kirchner no ha desmentido, que gobierna la Side. Peor. “‘Atacar a la Side es atacar al Presidente’, dijeron * miembros del entorno presiden­cial”, a La Nación. Pero el cuestionado An­tonio Hugo Stiusso viene de muchísimo antes -pertenece al elenco estable de la ‘mano de obra desocupada’. ¿No es este ‘Jaimito’, de la Side, la compañía que me­jor le cuadra al Presidente que lloró en el acto de la Esma?


Lo que tenemos, entonces, como con­clusión de esta novela es que el canal de la coima del Senado ha crecido con creces en sus menesteres. ¡Y pensar que muchos creyeron que Kirchner estaba detrás de la movida de Pontacuarto, cuando presentó las pruebas de la coima de De la Rúa! El oficialista Clarín no tiene más remedio que concluir, en un título en página 5: “El poder y los fondos sin control de la Side, otra vez en discusión”. Si a este gobierno le faltaba un poco de mierda, Voilà’ la mierda. Por eso Clarín tampoco arriesga y habla de “una crisis que aún puede tener consecuencias”.


Cuando se repasa todo lo anterior, hay una pregunta que se viene sola: ¿No era que la crisis la provocan los piqueteros? Las agresiones contra el movimiento pi­quetero son simplemente la pantalla para escamotear al pueblo la descomposición que se procesa por adentro. La descrip­ción de la reciente crisis de gobierno pone al desnudo la inmundicia que contiene el ataque cerrado de todos los medios de co­municación contra el movimiento piquete­ro. Es que el pez, como siempre, se pudre por la cabeza.


En realidad, para combatir al movi­miento piquetero, Kirchner no sabe ya dónde buscar compañía. Ahora pide el so­corro de la repodridísima burocracia sin­dical -de lo que Verbitsky no habla. “Kirchner, titula Clarín, apuesta a los sindicatos para que ocupen el lugar de los piqueteros”, en lo que parece una copia del seudo-obrerismo del PTS. Pero a no asustarse, porque “para él (se refiere a Kirchner), a los desocupados los deben contener institucionalmente las organi­zaciones sindicales…”. Contener, siempre contener -sea “con la ley en la mano”, con tres filas de policías (la primera femeni­na), con los ‘piqueteros amigos’, con la bu­rocracia sindical. Pero, como todo el mun­do sabe, la Penélope de la flamante ‘uni­dad sindical’ fue nada más y nada menos que Luis Barrionuevo -flor genuina de la transparencia argentina. Como el frus­trado gobernador de Catamarca es tam­bién el principal amigo del Coti Nosiglia, otra Penélope, dedicado a labores con la Side, lo que tenemos detrás de toda la historia contra los piqueteros, es el go­bierno de los ‘servicios’ y el gobierno de la mafia.


La necesidad, más fuerte que los aparatos


El gobierno de los ‘servicios’ no va a re­solver ningún problema popular. La cam­paña antipiquetera se derrumba en el marco de las provocaciones que los provo­cadores acaban cocinando en su propia salsa. Los procesos objetivos destruyen, fatalmente, la manipulación mediática. La clase obrera, los piqueteros, las asam­bleas, el movimiento popular no debe bus­car la salida donde no está sino en sí mis­mo, o sea superar sus propias limitaciones mediante la crítica y la acción. El deber de la hora es profundizar la lucha por la in­dependencia y unidad del movimiento pi­quetero y del activismo sindical en ascen­so, y llevar esta unidad a planos cada vez más altos.