Políticas

8/8/2022

El interés yanqui en Vaca Muerta es parasitario

La producción no convencional, entre los límites técnicos y la huelga de inversiones.

El 9 de agosto se realizará en Neuquén el Argentina-Texas Summit.

El próximo 9 de agosto se realizará en Neuquén el Argentina-Texas Summit, organizado por la Cámara de Comercio Argentina-Texas, y contará con la presencia del embajador de EE.UU., el gobernador de la provincia y CEOs de distintas petroleras. Entre los temas a tratar hay dos de profunda significación política: el que trata sobre “Geopolítica y perspectivas del mercado global de petróleo y gas”, y el que se refiere a “La relación bilateral y las políticas públicas como habilitadores de la seguridad energética y el crecimiento económico”.

Es evidente el interés del imperialismo yanqui en asegurar su injerencia en Vaca Muerta como un recurso dentro de un área de su dominio e intereses estratégicos, tal cual lo manifestó la generala Laura Richardson, comandante en jefe del Comando Sur del ejército de EE.UU., que se entrevistó con Cristina Kirchner. Lo cual coloca en su real perspectiva al financiamiento de una supuesta base “humanitaria” de parte de este cuerpo militar en la localidad de Neuquén. Está claro que este manifiesto interés de EE.UU. es parte de la competencia interimperialista por los recursos hidrocarburíferos en un mundo que transita una crisis energética. Las empresas yanquis, así como los fondos de inversión de ese origen, se reparten las concesiones de Vaca Muerta con empresas ligadas a otras potencias como Shell, Total y otras europeas, e incluso capitales chinos y el gigante ruso Gazprom (asociado a Pampa Energía de Marcelo Mindlin).

Aunque el Argentina-Texas Summit habla de las “sinergias” entre EE.UU. y el país para “acelerar el crecimiento” de Vaca Muerta, es lícito preguntarse si con la actual huelga de inversiones y la política centrada en exprimir el recurso como único norte, se podrán superar los límites técnicos intrínsecos y extrínsecos al desarrollo no convencional.

Los límites propios y los de la etapa

En un informe publicado hoy 6 de agosto en el diario Río Negro, se deja en claro que por diversas razones en junio pasado hubo un tercio de los pozos no convencionales de Neuquén “sin producción o producción no económica (el volumen de producción no cubre los costos)”. Un dato revelador de las limitaciones objetivas de Vaca Muerta.

Pero no solo queda expuesto en dicho informe ese dato, sino que también se reconoce que existen muchos pozos recientemente perforados no convencionales que ya “necesitan algún tipo de sistema de asistencia mecánica para mejorar su producción”. Es decir, el hidrocarburo a pesar de la hidrofractura, deja de fluir naturalmente hacia la superficie y necesita la instalación de un sistema de bombeo (las clásicas cigüeñas) para que sigan produciendo. Esto confirma que los pozos no convencionales sufren rápidamente una baja en el volumen que extraen, y por lo tanto para reemplazar esa caída abrupta en la curva de producción se deben perforar nuevos pozos, y así sucesivamente.

Es allí donde un proceso de huelga de inversiones, como el que vivimos en Vaca Muerta, juega su papel al no perforar nuevos pozos a un ritmo que no solo mantenga el volumen general, sino que lo incremente sostenidamente. Por ejemplo, “el número de equipos perforadores todavía está por debajo del 2019” (LMN, 17/5). Otro tantos pozos están cerrados porque no hay capacidad de evacuación en los ductos hacia los centros de consumo.

Los ingresos brutos de las petroleras que operan en Neuquén rondan los 14.000 millones de dólares anuales, contra planes de inversión de unos 5.000 millones de dólares por año según el propio gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez. Está claro que del ingreso bruto se pagan diversos costos de producción, pero la diferencia entre una cifra y otra es tan grande, que muestra que hay un verdadero proceso de desinversión. Hay que considerar que una buena parte de lo que se anuncia como “inversiones” son un capital que rendirá producción por varios años, quedando en evidencia que el nuevo capital puesto en los yacimientos, es apenas una fracción muy menor de los ingresos brutos, y es menor también a la renta anual de las petroleras.

Ningún interés o injerencia de EE.UU. permitirá superar los límites al desarrollo energético argentino, sino que van a agravar el saqueo. Con la nacionalización de toda la industria energética, bajo dirección y control obrero, se pondrían esos recursos para abrir una etapa de industrialización y puestos de trabajo en el país.