El mercado del aire
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Finalizó en Buenos Aires la Cuarta Conferencia sobre el Cambio Climático (COP4) que reunió a representantes de más de 160 países, con el objetivo de poner en práctica las resoluciones adoptadas el año pasado en la anterior cumbre en Kyoto, Japón.
Los informes elaborados hace un par de años por el Panel Intergubemamental sobre Cambio Climático (IPCC) que agrupa a más de 2.000 científicos de todo el mundo fueron categóricos. La temperatura terrestre se viene elevando y esto es resultado de la actividad humana. La quema de combustibles fósiles, especialmente petróleo, gas y carbón, genera dióxido de carbono (C02) que se va acumulando en la atmósfera, reteniendo los rayos solares y provocando lo que se llama el “efecto invernadero” El fenómeno se agrava con la masiva tala de bosques y selvas, ya que las plantas actúan absorbiendo el dióxido de carbono.
Este año es el más caluroso desde que se llevan registros, como ya lo había sido antes 1997. Desde 1980 se dieron 13 de los 14 años más calurosos. Grandes masas de hielo, de centenares de kilómetros cuadrados se han desprendido del casquete antártico y la elevación de la temperatura de los océanos genera un agravamiento de los huracanes y desastres naturales en las zonas tropicales; por esto, el año pasado, el fenómeno cíclico de ‘El Niño’ adoptó características extremadamente virulentas.
Las pérdidas ocasionadas por los desastres climáticos (huracanes, tifones, inundaciones) alcanzan cada año nuevos records. “En los primeros siete meses de 1997 se los estima en 72 mil millones de dólares, superando el anterior record de 60 mil millones para los 12 meses de 1996” (International Herald Tribune, 2/11). Este año, huracán “Mitch” incluido, las cifras serán muy superiores. Patrick Obasi, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, declaró que “los trastornos severos del clima serán cada vez más graves. En la larga lista de catástrofes crecientes, incluye los incendios de bosques en Panamá, Guatemala y México y las inundaciones en Somalia” {Clarín, 14/11).
Naturalmente, los desastres climáticos no afectan a todos por igual. Las redes de protección meteorológicas permitieron que “el paso del huracán ‘Georges’ no provocara muertes en Estados Unidos, mientras que en los pequeños países del Caribe, donde no hay infraestructura meteorológica, hubo unas 300 víctimas”, agregó Obasi (Clarín, ídem). El “Mitch”, por su parte, devastó países enteros de América Central.
“El cambio climático también tendrá efectos sobre nuestra salud”, escribió el director de Vida Silvestre (La Nación, 6/11). “Un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Harvard demuestra, por ejemplo, el avance de diversas enfermedades infecto-contagiosas con el aumento global de la temperatura. La Argentina, con su reciente brote de dengue (enfermedad viral transmitida por mosquitos que avanzan hacia el sur y que ya están en un& de cada cuatro casas en Buenos Aires) no está exenta de estos riesgos”. También en este caso, son los países atrasados los que más sentirán los efectos de estas nuevas plagas. “Las enfermedades transmitidas por los mosquitos (malaria) y la contaminación del agua (cólera) afectarán prioritariamente a los países del Sur donde podrán alcanzar, según los expertos, las 6,9 millones de víctimas” (Le Monde, 5/12/97).
Negocios
La cumbre de Kyoto había aprobado objetivos extremadamente mezquinos de reducción de las emisiones de gases. Los países más desarrollados se habían comprometido a reducirlas en un promedio de 5,2% en relación con las de 1990, pero recién para el 2012. Aún estos modestos compromisos eran resistidos por el poderoso lobby norteamericano (Global Climate Coalition) que agrupa a los gigantes petroleros y automotrices entre otros, y que cuenta con el apoyo de sus similares europeos. Hasta la apertura de la COP4 muy pocos países habían firmado el tratado y casi ninguno lo había ratificado (por sus parlamentos), sin lo cual no entra en vigencia.
Ya en Kyoto, el gobierno yanqui había manifestado su resistencia a firmar el tratado si no había un compromiso de parte de los países atrasados en reducir también sus emisiones, en especial China, India, Brasil, Corea e Indonesia, países que las han incrementado espectacularmente en los últimos años. Como parte de su política frente a toda la crisis mundial, lo prioritario para Estados Unidos es eliminar o debilitar a sus competidores. En la cumbre de Kyoto, a último momento, la delegación americana había logrado imponer el “comercio de emisiones”, fórmula ambigua que comenzó a desenvolverse en Buenos Aires.
Los compromisos de los países atrasados y el comercio de emisiones están ligados ya que en Kyoto sólo se había autorizado el ‘comercio’ entre los países que debían reducir sus emisiones, mientras que los EE.UU. pretenden que ese comercio se generalice a todo el mundo. María Julia y Menem, en sus discursos, siguieron fielmente el libreto norteamericano, proponiendo metas ‘voluntarias’ de reducción para todos los países. Que esta posición era parte de un ‘libreto’ ajeno quedó claramente en evidencia ya que, pocos días antes, Menem vetó una ley que promovía la utilización de la energía eólica (de los vientos), muy abundante en la Patagonia. Naturalmente, la posición argentina fue duramente criticada por los representantes de los países atrasados.
El ‘comercio de emisiones’ y el llamado “Mecanismo de Desarrollo Limpio” (MDL) fueron las vedettes de la COP4. El “flamante mercado del aire” (Clarín, 15/11) interesa a los principales monopolios energéticos que encuentran, de ese modo, nuevas vetas rentables para financiar su reconversión. Esta perspectiva ya había sido anticipada por los cambios en la orientación de los pulpos estadounidenses, que trabajan a dos puntas: sin abandonar el lobby antitrátado, comienzan a explorar las perspectivas que les abre el ‘comercio de emisiones’. “Si el tratado que limita la emisión de gases es ratificado, el ‘comercio de emisiones’ va a ser muy importante para muchos miembros del GCC, señaló Connie Helmes, dirigente del GCC, el lobby antitratado” (Wall Street Journal, 30/10). Tanto la British Petroleum, como la Royal Butch Shell, abandonaron la GCC por su oposición al tratado y están buscando participar activamente del futuro comercio de emisiones (idem). El Consejo Económico Mundial para el Desarrollo Sustentable y el Consejo Empresario argentino para el Desarrollo Sustentable (CEDS, dirigido por Pérez Companc y la Shell y apoyado por María Julia) fueron de los más activos en la promoción del comercio durante la COP4. Rusia y los restantes países de la ex Unión Soviética, que tenían industrias altamente contaminantes y cuyo colapso industrial las ha dejado con altos porcentajes de reducción de sus emisiones, son grandes candidatos para ese comercio. Por eso no sorprendió que el único país que apoyara la propuesta argentina fuera Kazajstán.
Platos rotos
Los costos de cualquier ‘esfuerzo’ por disminuir la emisión de gases se lo harán pagar a las masas trabajadoras-consumidoras mediante mayores impuestos al uso de la energía. La población se verá forzada a pagar más altos costos de energía con el argumento de que así ayudan a ‘salvar el planeta’. En Europa la llaman la Ecotax y “hará rechinar los dientes. Francia no se opondrá más a la puesta en marcha de una directiva europea de fijar impuestos sobre los productos energéticos” (Le Monde, 27/11/ 97). Un pronóstico similar para Estados Unidos formula coincidentemente toda la prensa norteamericana.
Bajo el paraguas ‘ambientalista’, los monopolios y los países imperialistas pretenden mantener el control sobre las fuentes de energía y las nuevas tecnologías que, en esa cuestión vital, se desarrollen en el futuro. En Kioto, la asociación E7 que agrupa a 8 grandes compañías de electricidad de Europa, Japón, Estados Unidos y Canadá fue a defender “el desarrollo de energías renovables (entre ellas la) nuclear” (Le Monde, 24J12fdl). Francia y Japón son los países con menor emisión de gases per cápita pero son los que mayor proporción de centrales nucleares tienen.
“Los empresarios del CEDS, Zorraquín y Oscar Vicente (de Pérez Companc), se reunieron con sus pares de Brasil y México, para buscar el apoyo de sus gobiernos para disminuir la emisión de gases… Esto es para mejorar el nivel de vida, comentó Vicente” (Clarín, 12/11). Los grandes contaminadores buscan créditos y subsidios para seguir lucrando ahora con la onda ecológica.
“El negocio forestal tiene un futuro promisorio” señalaba La Nación (30/9). La política de incentivos fiscales, desgravaciones impositivas, condiciones laborales especiales y subsidios que cubrirán hasta el ciento por ciento para forestar resultan en un ‘‘balance que supera ampliamente a la mejor caja de ahorro, con la salvedad de que, luego del primer corte, habrá dos más sin costo adicional significativo” (La Nación, 31/10). Shell y Pérez Companc son, naturalmente, los primeros anotados en estas ‘inversiones ecológicas’ que serán parte del ‘comercio de emisiones’ que se seguirá negociando en los próximos meses de acuerdo con lo resuelto en la reciente COP4.
El parasitismo capitalista se exacerba en épocas de crisis. Los grandes capitalistas no se creen eso de la oposición entre el ‘neoliberalismo’ y la ‘tercera vía’ y buscan chupar todo lo que pueden del Estado mientras aprovechan la desregulación ‘neoliberal’ y la ofensiva de flexibilización laboral.