El Ministerio de Ciencia, ¿para qué?
Negocios privados, miseria educativa
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No es casualidad que para ocupar el nuevo Ministerio de Ciencia y Técnica se haya nominado a Lino Barañao, actual titular de la Agencia de Promoción Científica. La “Agencia” fue creada durante el menemismo para desahuciar al Conicet y redireccionar fondos por la vía de una dependencia directa del Poder Ejecutivo. Se abrió así una fuente de subsidios a las empresas capitalistas con el pretexto de estimular el vínculo “ciencia y producción”. Un área en la cual “los proyectos son habitualmente definidos por el sector privado y subsidiados por el sector público”, en función de criterios no científicos sino de rentabilidad del capital (blogspot del “Grupo de Gestión de Políticas Científicas”). La “Agencia” creó sus propios vínculos con el capital financiero mediante acuerdos con el BID y con el Banco Mundial, con el propósito de someter a sus propios criterios al “sistema de ciencia y técnica (CyT)”. La vieja y reaccionaria burocracia del Conicet, pero sobre todo la intensa movilización de los jóvenes investigadores por la democratización del organismo fueron puenteadas así para crear un despotismo pseudo-científico y nada ilustrado desde Balcarce 50.
La “Agencia” fue parte, además, de un planteo más amplio. El presupuesto para la educación superior se fue cortando con el objeto que el Ministerio repartiera fondos a la “investigación” con el mismo propósito: estimular los convenios con la empresa privada, privilegiar a las camarillas de amigos y, por último pero no menos importante, fragmentar al cuerpo docente con incentivos y subsidios establecidos arbitrariamente y que benefician desigualmente a profesores e investigadores. Finalmente se procedió a aumentar desproporcionadamente los salarios de los funcionarios políticos de las casas de estudio (decanos, secretarios) -una política de cooptación y de prebendas seleccionadas, que continuaron por todas las administraciones. El kirchnerismo cultiva con especial celo la política de cooptación y de camarillas, porque le sirve como correa de transmisión contra el movimiento de estudiantes, docentes e investigadores.
El todavía titular de la “Agencia” y futuro ministro acaba de anunciar que los fondos para los investigadores aumentarán en un 20%; es decir, por debajo de la inflación real. El próximo ministro y la decisión de crear el ministerio “científico” han recibido un elogioso editorial de “La Nación”, que desde siempre apoyó la línea de la “Agencia”.
Mientras alardea de su nuevo ministerio de “ciencias”, el gobierno congela el presupuesto educativo. La Conadu Histórica denuncia que el presupuesto universitario para 2008 es inferior a la inflación pasada y está por debajo de los requerimientos que plantean los salarios pactados luego de la huelga del año anterior. “Es un presupuesto de guerra contra todos los trabajadores de las universidades nacionales —dice textualmente el gremio de los profesores- …no prevé ningún peso de aumento para ninguna de las categorías… el pago de renta a todos los ad-honorem… la eliminación del trabajo precario en todas sus formas… el desgaste y la obsolescencia de edificios, bibliotecas, laboratorios y del equipamiento se profundizarán… la extensión y la investigación languidecerán”.
Mientras tanto, estamos muy lejos de la inversión mínima del 1% del PIB en ciencia y tecnología. El futuro ministro ha revelado que más del 50% de los subsidios fueron para el área de “ciencias biomédicas” y en los medios de la “Agencia” se denuncia la vinculación “especial” que une a ésta con los especuladores de la industria biotecnológica. ¿Ciencias “biomédicas”? “En el tema del Mal de Chagas estamos como en la década del ‘60, en los años 2005 y 2006 faltaron insecticidas y medicamentos” (doctor David Gorla, investigador del Conicet en “Tucumán al Día, 23/10/06). El Plan de Producción Pública de Medicamentos, anunciado en 2003, quedó en la nada; el hospital de Clínicas más importante del país —el de la UBA - se cae a pedazos. La elevación de la ciencia a “ministerio” es el ascenso del negocio y la apropiación indebida de la investigación y el conocimiento.