Políticas

20/8/1997|553

El negociado de la ‘patria exportadora’

Dos semanas atrás, las patronales automotrices organizaron un boicot productivo y una rebelión de pagos, sin que al gobierno se le ocurriera mandarles la policía y los carros de asalto.


ADEFA, la cámara que agrupa a esa patronal, dijo que las automotrices habían disminuido las exportaciones de autos porque el gobierno no les pagaba un reintegro de 550 millones de pesos, a la vez que “advirtieron que, de no resolverse el tema a corto plazo, corren riesgo los millonarios proyectos de inversión de las multinacionales en Argentina” (Página 12, 31/7).


Algunas patronales fueron más lejos e hicieron justicia por cuenta propia, lo que está penado con prisión. Según el insospechado Ambito Financiero (30/7), “una de las terminales decidió dejar de pagar los aportes patronales para compensar el monto que el Estado le debe en concepto de reintegro del IVA”.


Rápidamente se sumaron todos los exportadores, como los aceiteros y cerealeros, quienes en conjunto le reclaman al Estado 2.500 millones de dólares.


Conexión internacional y curro


Todo este boicot fue organizado desde el exterior, delante de las narices de Menem. Fue cuando el riojano visitó Alemania. “El gobierno alemán le planteó el tema al argentino durante la gira presidencial debido a que la marca Volkswagen es la más afectada por esta situación…” (ídem, 29/5). Rapidito, Menem llevó el tema al gabinete.


El reclamo de los exportadores por el reintegro de los impuestos es un viejo curro. Consiste en lo siguiente: como lo que se exporta está libre de impuestos, el Estado les reintegra a los exportadores, los impuestos que pagan al comprar los insumos y repuestos para producir los productos que luego exportan.


Además, el Estado les devuelve los impuestos que pagaron en el montaje de la fábrica y por la compra de los bienes de capital, como maquinarias, matricería, etc.


¿Dónde está el curro? En que lo mismo hacen los demás países. Entonces, el negocio consiste en importar y exportar, de manera de eludir el pago de todo impuesto. Ese es uno de los motivos por los que crece tanto el comercio automotriz entre la Argentina y Brasil.


Pero aqui no termina el curro, porque como los gobiernos no controlan nada, las patronales inflan los números. Por eso, Carlos Silvani, de la DGI, aclaró que la deuda sería de “sólo la mitad de los 2.500 millones de pesos que se había calculado” (BAE, 13/8), porque los exportadores habían metido como deuda la parte de los impuestos por la producción que aún tienen en stock, que podría o no ser exportada.


Aun así, esos 1.200 millones se pagarán con rapidez y Silvani prometió que se reducirá “la mora a un plazo máximo de 30 días” (ídem). Los boicoteadores se llevaron lo suyo.