Políticas

22/1/2009|1070

El Opus Dei en el gobierno “nacional y popular”

Cuando, recientemente, Cristina Kirchner recibió al cardenal Jorge Bergoglio, la prensa habló del “comienzo del fin” de los ‘roces’ entre el gobierno y la Iglesia.

El papel central en el armado de la entrevista, según su propia confesión, lo jugó Jorge O’Reilly. El hombre se desempeña como asesor del ministro Massa. Según explicó el propio ministro, lo conchabó porque es “un empresario exitoso” del ramo inmobiliario. Cómo llegó O’Reilly al “éxito” en los negocios es harina de otro costal: Santiago Montoya, de la oficina de recaudación de la provincia de Buenos Aires, lo denunció por haber construido 110.000 metros cuadrados en countries de la zona norte sin declararlos (ni pagar impuestos por esas propiedades); la Legislatura de Chubut lo investiga por la venta de tierras fiscales en la zona del lago Cholila. Según reconoce el propio O’Reilly, quien le presentó a Massa fue el macrista Horacio Rodríguez Larreta, viejo camarada del ahora ministro K en la Ucedé.

Lo que distingue a O’Reilly, además de sus “negocios” y sus amistades, es su condición de hombre del Opus Dei. Uno de sus mejores amigos en la Iglesia es el ex obispo castrense Baseotto, el que reclamó “tirar al mar” con una piedra atada al cuello al entonces ministro Ginés García, quien se había declarado partidario de la despenalización del aborto.

O’Reilly fue llevado al gobierno para actuar como mediador de sus relaciones con la Iglesia (y hasta se lo mencionó como posible embajador en el Vaticano). El hombre del Opus Dei no oculta su oposición a la mayoría de las cosas que hace el gobierno. Por eso, dice, no sabe cuánto durará como asesor. Pero dice que no le preocupa: “Con la reconciliación del gobierno y la Iglesia, la misión está cumplida” (La Nación, 18/1).

Las víctimas de esa “reconciliación” son las mujeres, la juventud, la niñez y la democracia.