El “paleoperiodismo” celebra la victoria oficial contra la izquierda
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Página/12 ha convertido al retroceso electoral de la izquierda en un verdadero eje editorial. Desde Horacio Verbitsky hasta el humorista Rudy se regocijan con lo que llaman “el pelotón del cero coma”, el cual es, de todos modos, un centimetraje que supera la difusión que el propio diario dedicó a los planteos del Partido Obrero durante la campaña.
Verbitsky se sumó a un libreto que ya habían divulgado Cristina y Néstor Kirchner, primero, y Alberto Fernández, después. Los tres presentaron al retroceso de la izquierda en Santa Cruz como una de las más importantes victorias políticas del gobierno, en el entendimiento de que esto daba por superada la rebelión popular. Como en tantas otras cuestiones, Página/12 se ha limitado a actuar como caja de resonancia del gobierno.
La tinta que Página/12 gasta en el pelotón del “cero coma” es proporcional al alivio que les produce su creencia de que la rebelión popular, como una tendencia de conjunto, no fue más que una pesadilla. Por eso convierten al “cero coma” en un asunto político relevante. Porque el “cero coma” es uno de los polos del proceso político, como lo comprobaron, a sus expensas, De la Rúa, Cavallo y Duhalde.
El oficialismo festeja la contención política de la rebelión patagónica, como lo haría cualquier partido ‘del orden’. Pero, después de cuatro años de gobierno, esa rebelión (como el conjunto de luchas que no cesan) probó que el gobierno no tiene una salida a la impasse histórica del país y de las masas. ¿O cree que esa salida es la suba del precio internacional de la soja? ¿O la manipulación del índice de precios? Verbitsky, que promovió al espía de la Side, el duhaldista Juanjo Alvarez, cuando hubo que contener otra rebelión, la de Cromañón, debería sentir vergüenza por el amontonamiento de colectoras que tuvo que prohijar el gobierno para no acabar perdiendo en el segundo turno, en medio de condiciones económicas tan propicias.
Verbitsky y su cofradía se mofan del ‘cero coma’ para ocultarle a la opinión pública, pero por sobre todo a sí mismos, que lo hacen desde el fracaso más completo: desde su posición sucesiva de alfonsinistas, semi-menemistas, chachistas, aliancistas y delarruistas, o sea que están tocados por la varita de la incapacidad política. Verbitsky no debuta ahora como enemigo de las rebeliones populares, pues lo mismo hizo en sociedad con D’Elía, en el programa de Lanata el 19 de diciembre del 2001 entre las ocho y las nueve de la noche.
Nuestro partido no retrocedió electoralmente como un grupo considerado en sí mismo, sino como parte de esa clase obrera que resiste la cooptación oficial. ¿O los acólitos de Verbitsky no han aprovechado los resultados electorales para re-emprenderla contra los activistas del Indec, contra los activistas del Subte, contra los estudiantes del Pellegrini, contra los trabajadores de las fábricas recuperadas, contra las mujeres y hombres que luchan por el derecho al aborto? Ya durante la propia campaña electoral, el gobierno llenó de matones de la UTA a los corredores del subte, y de patovicas de UPCN a los pasillos del Indec.
Los análisis postelectorales que ha producido el oficialismo miden la victoria oficial con el rasero de nuestro retroceso electoral y de la izquierda. Es una forma de reconocer la polarización política estratégica de esta etapa. O el nacionalismo que reconstruye a la burguesía nacional o el gobierno de los trabajadores y la unidad socialista de América Latina.