Políticas

25/9/2003|818

El Pami K, más de lo mismo

Gaviola, ajustador. Que gobiernen los jubilados

La intervención González Gaviola acaba de exaltar su gestión con una batería de cinco costosísimas solicitadas en todos los diarios. Esto, en un Pami devastado, recuerda, sugestivamente, a Víctor Alderete.


Las prestaciones médicas y sociales del Pami no han cambiado; en realidad, han empeorado. Aunque las solicitadas reivindican como logros hechos que, en el mejor de los casos, son obligaciones que son elementales, como sancionar a prestadores que no cumplen, regularizar balances, elaborar un presupuesto o suspender contratos irregulares, reconocen que no se han regularizado los servicios suspendidos, que sigue insatisfecha la demanda de operaciones de cataratas con largas listas de espera (“antes de fin de año tendremos programada la demanda insatisfecha”); al igual que sucede con los audífonos (agréguese que gran parte de los que se entregan están fallados), o con el servicio odontológico (“estamos licitando”).


Dicen: “Ahorramos al año 12 millones de pesos por subsidios mal asignados”, pero no los han redestinado a cubrir otras necesidades (“bien asignados”), o de aumento de la atención de las existentes.


“Ahorramos 3 millones por bajas de contratos de personal”; pero… ¿no anunció el gobierno que se iba a efectivizar a los contratados? Aquí los despiden. ¿Y cómo los reemplazan? En el caso de médicos auditores faltantes, con la redistribución de los que quedan, es decir con ajuste, que multiplica el trabajo de los médicos existentes.


La intervención comunicó a los gremios que existe la intención de desconocer los convenios existentes y de aplicar la Ley de Contrato de Trabajo, lo que supone reducción de salarios, rebaja de vacaciones y otras conquistas laborales. Esto provocó una reacción de los trabajadores mediante asambleas y batucadas. ¿De nuevo Bramer Marcovic?


Las prestaciones se siguen deteriorando. La Guardia de Pami no tiene las ambulancias ni la disponibilidad de camas para satisfacer la demanda, por lo cual decenas de pacientes hacen “lista de espera” tirados en las guardias de hospitales y sanatorios, esperando una internación. Los sanatorios prestadores como el Israelita o el Metropolitano – ¡ni hablar de los de provincia! – son depósitos temibles de enfermos mal atendidos, que huyen despavoridos hacia los hospitales públicos, que, saturados, tampoco pueden atenderlos.


Es necesario recuperar el presupuesto recortado del Pami, para restituir todas sus prestaciones, sin más dilaciones, investigar las contrataciones y el destino de todos los fondos. Para ello, deben gobernar los jubilados, mediante una votación democrática de una dirección revocable por los afiliados.


Postdata: este cuadro reafirma la necesidad de no despertar ilusiones entre los trabajadores y jubilados en la intervención kirchnerista, sino delimitarse claramente de ella y su política, como sostuvimos desdePrensa Obrera desde un principio.