Políticas

3/12/2016

El Papa Francisco y el escándalo de los abusos en la iglesia de Mendoza


Las denuncias sobre abusos contra numerosos niños y niñas hipoacúsicos en la provincia de Mendoza están nuevamente evidenciando que la Iglesia Católica es una institución que deliberadamente encubre y protege a los curas que torturan y violan y que cuenta con la plena protección estatal. Además, en este caso nuevamente se pone en evidencia el rol que el propio actual Papa Francisco juega en todo este entramado.


 


La sede Mendoza del Instituto Próvolo, de la Congregación de María, está financiado de manera mixta, por los padres que envían allí a sus hijos para tratar la hipoacusia, y por el subsidio del Estado provincial. 


 


Su sede central se encuentra en Verona. “En 2009 alrededor de 70 personas denunciaron haber sido abusadas y violadas en la sede ubicada en Verona, Italia. Las víctimas -personas mayores y sordomudas- informaron que los hechos ocurrieron entre 1950 y 1984” (Infobae, 28/11).


 


La justicia italiana no admitió la denuncia ya que los delitos prescribieron. Sin embargo, como ocurrió con el caso del cura abusador Justo José Illarraz, en Entre Ríos, dicha norma podría tener excepciones, sólo que el Estado italiano acompañó el encubrimiento del Vaticano. Las víctimas de Illaraz, protegido por el clero local hace años con un traslado a la diócesis de Tucumán, relatan hechos ocurridos en la década del 80 y 90.


 


De acuerdo a la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, algunos de aquellos curas señalados por las denuncias en 2009, recalaron en la Argentina, en la ciudad de La Plata y en Mendoza.


 


El obsipo Zenti de Verona acusó a las víctimas de inventar denuncias para extorsionarlo con la sesión de un local (El País, Madrid, 29/1/09). 


 


 


Francisco, cuando era Bergoglio


 


Uno de los acusados por las víctimas de Verona fue el ex obispo de dicha ciudad italiana, Giusseppe Carraro. Cuando estalló el escándalo el obispo, fallecido en 1981, estaba en proceso de beatificación. Los testimonios de alumnos abusados hicieron caer la intención del Vaticano de convertirlo en Santo. En el año 2015, Francisco reinició el proceso de beatificación del obispo abusador a pesar de las denuncias.


 


De acuerdo a las denuncias de la Red, un número indeterminado de curas pedófilos que abusaban de niños en Verona fueron trasladados a La Plata y Mendoza. Este es el caso del ahora detenido Nicola Corradi, uno de los curas abusadores de los niños mendocinos. Este traslado se habría producido en el año 2009, cuando Jorge Bergoglio era presidente del Episcopado Argentino. Resulta inverosímil pensar que la radicación en Argentina de varios curas que venían de protagonizar un escándalo que involucró incluso a un obispo, que es la representación directa del Estado Vaticano, se produjera sin informar a quien en ese momento ejercía el máximo poder clerical. 


 


Por entonces, había sido condenado a 15 años de prisión el cura Julio César Grassi, ostensiblemente protegido por el ahora Papa, quien envió a hacer un libro de dos tomos para exculpar al cura abusador. La protección llega hasta hoy, ya que jamás se le quitaron a Grassi los privilegios clericales y conserva intactas sus facultades de cura. 


 


Bajo el arzobispado de Bergoglio, otros casos de pedofilia fueron encubiertos por la iglesia católica, y la actitud de protección hacia los curas alcanzó incluso a los pocos que fueron sentados en estrados judiciales. José Mercau, de la diócesis de San Isidro, fue condenado en 2007 con una pena morigerada. “Los docentes le escribieron a Casaretto cuestionando que en aquel momento Mercau tuviera un defensor particular y los chicos abusados no, y cuestionaron que en el convento de Los Toldos (nota de la autora: donde estaba protegido por el clero) pudiera recibir la visita de menores” (Página 12, 22/12/13). Cuando finalmente fue detenido, los peritos del servicio penitenciario de Marcos Paz recomendaron en varias oportunidades  no hacer lugar a los pedidos de excarcelación. Quedó libre en 2014, con pleno derecho a ejercer de sacerdote. 


 


Carlos Buela, fundador del Instituto del Verbo Encarnado en la ciudad de San Rafael, debió renunciar a su cargo en el año 2010, bajo el arzobispado de Bergoglio en el episcopado y el papado de Benedicto. El sacerdote abusador fue reemplazado en dicha institución por el cura Carlos Walker (Prensa Católica, agosto 2010), a quien se considera cómplice de Buela. “Carlos Miguel Buela fue recluido por el papa Francisco a un Monasterio de San Isidro de Dueñas de Palencia (España) luego de que se lo acusara en repetidas ocasiones de abusar sexualmente de otros sacerdotes” (Infobae, 1/12).


 


La investigación italiana del caso del Instituto Próvolo resultó de enorme repercusión. El caso escandalizó fuertemente ya que en el llamado patio trasero del Estado Vaticano se producía una asociación para recibir niños con fuertes problemas para comunicarse, a los cuales se violaba de manera sistemática. Dicho modelo fue trasladado a la Argentina. 


 


En todos los casos los estados fueron parte del entramado llevando adelante la tercerización de la asistencia a niños necesitados de educación especial y estímulos especiales a manos de abusadores que ya habían sido investigados por la iglesia italiana. Su ingreso a la Argentina tenía que producirse con plenos conocimientos de parte de las autoridades eclesiásticas al respecto del escándalo italiano. 


 


La Iglesia Católica se ha convertido en una organización abocada al encubrimiento de la ejecución de uno de los padecimientos más terribles que pueda pesar sobre un niño: el abuso sexual a manos de quienes son sindicados como sus máximos protectores.  De esta práctica encubridora de la Iglesia Católica y extendidamente denunciada, el cura argentino ahora Papa Francisco ha sido y es un partícipe fundamental.