El Partido Comunista sigue siendo lo que era


“La existencia determina la conciencia”. El pensamiento de Marx nos permite comprender el gorilismo carnero de sectores K -acostumbrados durante doce años a las prebendas del poder- para atacar el masivo paro general del 31 de marzo contra el impuesto al salario.


“Los que se quejan del impuesto a las Ganancias son los que cobran sueldazos”, se lamenta la diputada K, Zamarreño, impulsora de la ley de reprivatización ferroviaria de Randazzo y a la que le incomoda que un trabajador gane poco más de la canasta familiar. La presidenta CFK critico el ‘egoísmo' del millón y medio de trabajadores al que se les descuenta ‘ganancias', porque sin esa exacción no se podría pagar la Asignación Universal por Hijo. Les quitan a los trabajadores para darles a los pobres y… mantener el pago de la deuda externa y los subsidios y desgravaciones a capitalistas. Es la verdad de la milanesa.


A este carro del carnereaje antiobrero se sumó el Partido Comunista (PC) que ha emitido una declaración nacional repudiando el paro general. ¿Qué le hace una mancha antiobrera más a la trayectoria del PC? ¿Acaso no repudió las huelgas por el aguinaldo y la obtención del mismo en épocas del primer gobierno de Perón? Ahora acompaña en el carnereaje a los que se reclaman herederos del mismo.


Para el PC (Nuestra Propuesta, 2/4) “el gobierno no ha encarado aún decididamente la profundización de medidas de carácter estructural a fin de hacer realidad la distribución de la riqueza”. Pero se opone al paro porque “en estas condiciones no sólo no contribuye a hacer realidad los reclamos” sino “que sirve para facilitar la aspiración de dirigentes que pugnan por ocupar futuros espacios electorales”. Luchar es negativo, nos dice.


El PC coincide con el editorial de La Nación (1/4) que reconoce la justeza del “reclamo contra el abusivo impuesto a las ganancias -en realidad un impuesto al trabajo-, pero la medida de fuerza no es la solución”.


Para el PC la ‘solución' pasa por “resolver en profundidad el tema de la redistribución del ingreso”. ¿Cómo? Que el gobierno envíe “sin dilaciones, un proyecto al Parlamento que grave en forma progresiva las ganancias de las grandes empresas y la renta financiera”. Así se opusieron cuando el Congreso votó el 82 por ciento para los jubilados.


No lo hizo CFK cuando tenía el 54 por ciento de los votos, no lo hace ahora cuando tiene mayoría en las dos cámaras del Congreso.


El PC cree que el movimiento obrero se tiene que unir en torno de los K para presionar e “imponer un camino de profundización de medidas estructurales”. Pero… la situación es la inversa: el movimiento sindical está rompiendo, se disgrega la base de la burocracia sindical en la que se apoyaba el gobierno para mantener paralizada la lucha obrera. El paro general no sólo es requetejusto, sino que es expresión de la disgregación burocrática, de la crisis K y política nacional, así como de una tendencia creciente entre los trabajadores para impedir que la crisis la paguen ellos.


¡Viva el paro general! ¡Vamos por la huelga activa de 36 horas!