Políticas

30/4/2003|798

El peor resultado, los votoblanquistas

Ya los diarios se han encargado de enterrar al voto en blanco por motivos parcialmente válidos pero esencialmente equivocados. El contraste entre el llamado “voto bronca”, que se llevó el 25% del padrón electoral en el 2001, con el magro 3% del domingo pasado, ha sido señalado como una expresión de que la rebelión popular anticipada en aquel rechazo, prácticamente se habría esfumado. Pero aunque es absolutamente cierto que el plan electoral del duhaldismo logró encauzar la “bronca” de ese voto hacia aguas mucho más mansas, el derrumbe del votoblanquismo tiene que ver con sus propias limitaciones, o sea la protesta que no está fundada en un programa y que por lo tanto no establece sus propias perspectivas. En la capital del Argentinazo ganó López Murphy, lo que significa nada menos que Patricia Bullrich, su mentor Antonito De la Rúa, Enrique Mathov, es decir, los “sushi”. Se podría decir que un sector porteño inventó el domingo el voto “auto-castigo”.


La vigencia de la rebelión popular, sin embargo, no pasa total o necesariamente por el voto y menos por el voto en blanco. La huelga general en defensa de Zanón, las movilizaciones por Brukman, la imponente marcha piquetera del miércoles 16 y la movilización igualmente masiva en La Plata por la expropiación de Sasetru, no son indicadores menos confiables de la situación política que los resultados electorales. Por eso, el derrumbe del voto en blanco pone de manifiesto la colosal derrota de los que llamaron a algún tipo de abstención, sin poder en ningún momento ocupar el menor lugar en la lucha política.


A diferencia de la estéril posición votoblanquista, la participación del Partido Obrero en la campaña electoral nos permitió desarrollar una batalla política y desenvolver un programa. Las elecciones confirmaron nuestra caracterización de que el abstencionismo no tenía vigencia política. Más allá del escaso resultado electoral, la lucha que dimos en el campo electoral servirá seguramente para impulsar y ganar las luchas futuras por la sencilla razón de que nos permitió desarrollar una amplia denuncia política y confrontar nuestras caracterizaciones, planteos y perspectivas con los referentes fundamentales de la burguesía. Los votoblanquistas adoptaron, en realidad, una posición de neutralidad política, dejaron libre a los explotadores un campo de confrontación y de batalla y, por sobre todo, jugaron contra la izquierda que fue a dar la lucha en el terreno electoral. Los votoblanquistas cavaron su propia fosa cuando, además, anticiparon que concurrirán a las elecciones locales que están previstas hasta fin de año. Es decir que luego de haber rechazado los condicionamientos “fraudulentos” de la elección nacional, aceptan los aún más restrictivos de las elecciones provinciales o municipales. En estas últimas tendrán un lindo pretexto para no hablar del desconocimiento de la deuda externa, de la confiscación de los bancos, del reparto de las horas de trabajo por la vía de la suspensión del monopolio capitalista de contratación laboral, o incluso del salario mínimo igual al costo de la canasta familiar. Esgrimirán los condicionamientos municipalistas para seguir escondiendo su completa adaptación al presente régimen político.