Políticas

11/10/2007|1013

El plan de salud de Cristina: El vaciamiento del hospital público

El adelanto del plan de salud de la candidata oficial (presentado en Página/12, 18/9) es un verdadero plan de liquidación.


Cristina Kirchner llevará al Congreso una Ley Nacional de Salud, que debería considerar, dice "los componentes del nivel de vida y saneamiento ambiental con que debe contar la población”(Instituto Nacional de Epidemiología. Dr. Juan Jara). Pero es justamente en este plano de las condiciones de vida de la comunidad, su nivel de vida y el medio ambiente que Cristina, y todos los candidatos de la "burguesía nacional", reclaman por la “reducción del gasto público”. O sea, reducir los recursos para hospitales, escuelas y vivienda popular.


Lo contrario a la prevención


Las acciones de prevención y cuidado de la salud se pueden cumplir tanto en los hospitales como en los actuales centros de salud. No es una cuestión edilicia. Sin embargo, el plan de Cristina está dirigido a trasladar al 80% de los pacientes a los consultorios periféricos, reservando los hospitales para un 20% de la población.


Es decir que desfinanciará y vaciará aún más al hospital público, bajo la falsa premisa de mejorar la salud de la población.


Más crudamente, se dirige a los profesionales, para quienes creará un sistema de "incentivos" para aquellos que obtengan mejores resultados, gasten menos en medicamentos y en estudios sofisticados que se consideran "sobre-indicados".


¿Con menores recursos (o más baratos) se lograrán mejores diagnósticos?


Si el costo de la tecnología es elevado… habrá que bajar sus costos reduciendo la ganancia que obtienen sus propietarios privados, y no negándole a la población el beneficio de una tecnología superadora para el diagnóstico de la enfermedad.


Desde este punto de vista, se impondría re-estatizar los servicios de diagnóstico que fueron privatizados en el área pública.


Y avanzando en esa dirección, todos los recursos tecnológicos deberían estar bajo la órbita de un plan de salud único, público y gratuito, de acceso universal a toda la población, financiado con la renta pública en base a un impuesto que grave la riqueza de las grandes industrias y, en particular, la industria farmacéutica.


Y por supuesto: ¡bajo el control de la población que se asiste en los hospitales y centros de salud públicos!


Todo lo contrario está contenido en el plan de Cristina.


Maliciosamente, les asigna a los médicos la práctica de emitir órdenes indiscriminadas de estudios de alta complejidad… lo que se debería al poco tiempo que le asignan al estudio clínico del paciente… porque ganan poco y necesitan varios trabajos.


La miseria intelectual alcanza límites inimaginables cuando el proyecto K plantea “un sistema de incentivos por resultados: los médicos podrán incrementar fuertemente sus ingresos si consiguen performances que mejoren la calidad de vida de los pacientes que atienden a los menores costos posibles”.


En vez de aumentar los ingresos de los profesionales, plantea un sistema extorsivo de incremento salarial, atado al bajo costo.


Incluso plantea el problema de la productividad, como meta profesional: “su buena o mala gestión será premiada con incentivos salariales”.


Transformará la relación médico-paciente, en una gestión de resultados… a bajo costo.


Sin embargo, nada dice de la dolarización del precio de los medicamentos como consecuencia de la devaluación de 2001, de las ganancias millonarias de la industria farmacéutica, y menos aún de la propiedad de las patentes de los medicamentos, que es la verdadera clave del problema de los monopolios de la industria farmacéutica y la política de precios.


Presupuesto de salud


Si algo faltaba al plan de liquidación kirchnerista es lo referente al presupuesto de salud.


Según Página/12, el rediseño del sistema de salud se financiará mediante progresivos aumentos del presupuesto.


¿Y qué sucederá entonces?


La población que se asiste en los hospitales tendrá que conformarse con presenciar el desguace de los hospitales, acceder a una medicina de bajo costo, ejercida por profesionales que sólo ganarán más dinero si se someten al atraso tecnológico, bajo pena de disminuir aún más sus ingresos, y con presupuestos insuficientes para dar respuesta a la necesidad de salud de la población.


Un verdadero plan de salud debería estar dirigido a resolver los problemas de los sectores más desprotegidos, a los asalariados, a los desocupados, a los jubilados, a la niñez, a las necesidades de esa población, hacia los problemas de salud del individuo o la comunidad, incluso hacia aquellos que no son advertidos por el mismo individuo, el médico o las autoridades sanitarias.


Todo lo contrario del plan de Cristina, que liquidará el hospital público y empeorará el nivel de vida de las masas.