La “patria militar’’
El programa de los Carapintadas

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Los carapintadas hicieron diversas tentativas en el pasado por presentarse como la expresión del ejército “nacional”. Alfonsín los llegó a calificar de “héroes de Malvinas”. Jorge Abelardo Ramos asegura ver en ellos a una continuación del “ejército sanmartiniano”. Para varios asesores de Menem son una posibilidad de volver al “ejército peronista”. Hasta los nosiglistas intentaron un acuerdo con los seguidores de Rico a fines del año pasado, poco antes de Monte Caseros. El “turco” venía bajando de Panamá, donde entrenaba a los “machos del monte” del general Noriega, con aureola "nacional”, esto porque la nación centroamericana se ha transformado en una pequeña bestia negra del imperialismo norteamericano y hasta recibe la solidaridad de Nicaragua y Cuba.
Pero en ninguna de las tres crisis militares y de sus sub-derivaciones, estos ex-integrantes de los “grupos de tareas” de la dictadura y ex-comandos de Malvinas, se presentaron con un programa “nacional”. Nunca se los escuchó denunciar la deuda externa, los operativos con el Pentágono, la inserción en la estrategia de la Otan o los acuerdos diplomáticos con la Thatcher —vía la Casa Blanca. Quien parece ser su político preferido, Menem, acaba de plantear, por el contrario, que Caputo se ha quedado corto en la tentativa de normalizar relaciones con los ingleses. Cuando denuncian la “desmalvinización” del alfonsinismo, los carapintadas no cuestionan nunca la política de sometimiento al imperialismo sajón, sólo objetan que la diplomacia oficial no se apoye en un ejército “fuerte”. Esto explica que una de sus reivindicaciones principales sea tan prosaica, mercantil y “judaica” como el aumento del presupuesto militar. Los carapintadas son profundamente clericales a pesar de que el Papa pactó con la iglesia anglicana que dirige la reina Isabel, la rendición del ejército argentino en Malvinas.
De todas las imposturas que caracterizan a la política burguesa argentina, la de los “carapintadas" resulta ser así una de las mayores. El llamado nacionalismo militares una truchada completa, por la simple razón de que confunden la independencia y soberanía nacional con lo que es una cosa completamente diferente, es decir, con la “patria militar”. Los teóricos de los carapintadas han dicho varias veces que el ejército es anterior al Estado y a la propia nación, y por eso algunos se han negado a jurar por la Constitución. Con el mismo argumento deberían negarse a jurar por la bandera y confeccionar otra a su propia medida. Es decir que se consideran independientes de toda estructura social y los únicos depositarios de la soberanía política. La “Ideología” carapintada no es más que un intento de evadir la realidad de que sí están al servicio de la estructura social vigente y del Estado que la defiende, y de que sí son un instrumento de la clase social dominante. Esta evasión “ideológica” les permite escamotearse a sí mismos su verdadera función social, lo que les ayuda a ejercerla de un modo más “idealista” y eficaz. Esto quedó claramente demostrado cuando actuando corno secuestradores y torturadores contra la “subversión apátrida”, en realidad no hacían más que servir a los intereses de la plutocracia internacional encabezada por “Joe” Martínez de Hoz y por el suizo-germano Alemann.
Cuando presentan al ejército como anterior al Estado nacional y por lo tanto como fundacional de la nación, a los carapintadas se les escapa una noción ligeramente subversiva. Es que un cuerpo armado que antecede al Estado y que lo crea, sólo pudo haber existido como una milicia de características revolucionarias frente al orden precedente. El Estado actual no puede aceptar naturalmente semejante proclamación del derecho al levantamiento militar permanente. Es por esto que el choque de los carapintadas con el régimen democratizante de Alfonsín que representa al Estado y a los capitalistas, ha terminado siempre con el pase a retiro de los sublevados. Después de cada levantamiento, la integración entre la democracia y el militarismo se ha acentuado, que es lo contrario de lo que pretendían los carapintadas. Como “turco en la neblina” los carapintadas sólo han logrado completar con sus reclamos el carácter constitucional del ejército que salió de la dictadura y dotar a la “democracia” de una base militar más adecuada. Cada victoria de los reclamos carapintadas se ha convertido para ellos en una derrota estratégica.
La milicia que precede a la creación de un Estado es en gran medida deliberativa y hasta cierto punto democrática; el ejército carapintada es jerárquico. Si realmente se quisiera convertir en nacional, el ejército debería adoptar los procedimientos deliberativos y convocar al pueblo a formar una milicia. A esto deberán recurrir inevitablemente los trabajadores para liberar a la nación del imperialismo. El ejército de los Seineldín y los Caridi es, en cambio, un ejército estatal, no su fundador sino su criatura, formado en la lucha contra las montoneras provinciales y contra los pueblos indígenas. Es el recurso último de la estructura social vigente y de su Estado contra la beligerancia de los oprimidos. Entre el ejército constitucional de Caridi y la patria militar de Seineldín no existe ninguna diferencia social o histórica de principio. Las dictaduras militares han suprimido, por cierto, las libertades políticas consagradas en la Constitución, pero nunca la organización social proclamada por ésta. Los carapintadas no quieren jurar por la Constitución, pero ¡o real es que la sirven incluso cuando la violan.
La experiencia del peronismo y la de Malvinas han demostrado los límites insalvables de las fuerzas armadas como organización autónoma, en una lucha nacional de un país oprimido. Todas las tentativas nacionalistas terminaron transformándose siempre en su contrario. La “patria militar” no tiene ninguna posibilidad independiente. La emancipación nacional sólo puede ser el resultado de la dirección revolucionaria de la clase obrera; sólo reconociendo este punto de vista, puede una fracción de los uniformados considerarse a sí misma como antiimperialista y nacional.