El programa económico de Massa y Lavagna

La “avenida del medio” es una mezcla de subsidios y precarización laboral


Acompañado por Margarita Stolbizer y Roberto Lavagna, Sergio Massa presentó el libro Programa Económico Urgente, en el que se describen las políticas económicas que llevarían adelante y que, según ellos, se distinguen tanto de “conservadores” como de “populistas”.


 


“Los de antes creyeron que el consumo era todo y los de ahora que alcanza sólo con inversiones”, sentenció el ex ministro de Economía, que cuestionó por igual los gobiernos de Cristina y Macri. En oposición a esta dicotomía, la propuesta del Frente Renovador apuntaría a integrar ambos factores, abriendo una supuesta senda de crecimiento.


 


Salarios y jubilaciones


 


Pero al hablar de consumo, en su extenso programa  no hay ninguna referencia a un aumento de emergencia, cuando la mitad de los asalariados no supera los 10.000 pesos de bolsillo y gran parte de los mismos están por debajo de la línea de pobreza. La única referencia al poder adquisitivo es la eximición del IVA en once alimentos de la canasta básica, algo que ya se practicó en el pasado y no redundó en una rebaja de los precios  Es que los capitalistas se las ingenian para embolsar ellos la rebaja impositiva. Pero en la mejor de las hipótesis, y según los mismos renovadores, el impacto mensual de esta medida sería de… “aproximadamente 800 pesos”, una cifra semejante a una asignación por hijo. En definitiva, una compensación de carácter asistencial que no alteraría los actuales niveles salariales de pobreza.


 


No hay ningún planteo de paritarias libres, cuando desde el Estado se vienen imponiendo techos salariales. Proponen en cambio un “ Acuerdo Económico Social que definan metas de precios y salarios”. Estos pactos nunca sirvieron para frenar los precios,  pero sí como corset de los salarios.


 


Lo mismo puede extenderse a las jubilaciones. Plantean el pago de “un haber extraordinario equivalente a un salario mínimo” siempre y cuando “la movilidad jubilatoria” resulte en un deterioro del poder adquisitivo. No sólo tiene un carácter condicionado,  sino que se trataría de “unos 700 pesos de aumento”, que seguirá dejando el haber mínimo en niveles de indigencia. Luego, proponen una  “unificación del sistema jubilatorio”,  el viejo anhelo de la burguesía de eliminar aquellos regímenes provinciales donde rige el 82 por ciento móvil y habilitar a que sus fondos pasen a ser manejados por el Estado nacional.


 


Subsidios y flexibilidad laboral


 


El núcleo de la propuesta del FR consiste en “proteger a la industria nacional a partir de fortalecer a las Pymes”. Este planteo se sintetiza en más exenciones y subsidios. El argumento, por cierto trillado, es que eso estimularía la producción y el empleo. Ya en la actualidad, sin embargo, existe una ley pymes, votada por el massismo, que ha otorgado importantes beneficios impositivos (aplicar el impuesto al Cheque al pago del impuesto a las Ganancias, diferimiento del IVA) y  que se une a la rebaja de aportes patronales. Nada de esto ha redundado en una mejora de la actividad económica o la ocupación. Sin embargo,  el “programa urgente” del massismo propone generalizar esta fórmula a toda la clase capitalista.


 


Los massistas insisten en la “competitividad”, el término que tanto la UIA como el gobierno emplean para reclamar una baja de los costos laborales. En consonancia con ello, plantean un salario supeditado a la “productividad”, la pantalla de una mayor flexibilización laboral. Massa mantuvo un silencio cómplice sobre la reforma laboral brasileña en momentos en que los capitalistas la reclaman como punto central de la agenda a implementar luego de las elecciones. Mientras tanto, la burocracia sindical enrolada en sus filas viene dejando pasar la ola de despidos y cierres y los convenios a la baja.


 


Incremento de tarifas y devaluación


 


Otra vara se aplica, en cambio,  para los costos empresariales. El massismo  deja en pie un sistema agotado y corrupto de concesiones y contratos en los servicios y en la obra pública, cuando una de las fuentes principales del déficit fiscal proviene de los sobreprecios y desvío de fondos de las contratistas privadas y proveedores. El FR también deja inalterados los tarifazos que ya  han conducido a la dolarización de los combustibles, y sólo propone que se ajusten según la variación de los salarios… pero a futuro.


 


La propuesta renovadora plantea la existencia de “un atraso cambiario”. Por eso, ni Lavagna ni Massa salieron al cruce de la estampida del dólar que acaba de superar la barrera de los 18 pesos y que agravará la carestía que golpea el bolsillo popular.


 


Los massistas advierten sobre el carácter explosivo del endeudamiento. Pero lo que omite Lavagna es que apoyó el rodrigazo macrista, como lo hiciera su jefe, y el arreglo con los buitres, que son el punto de partida del presente crecimiento de la deuda. Fue precisamente Lavagna quien hizo el megacanje en la época kirchnerista, el cual, presentado como una quita, permitió que los acreedores cobraran la totalidad de la deuda gracias a los cupones atados al PBI.


 


Conclusión


 


Aunque hoy la burguesía coloca mayoritariamente sus fichas en el oficialismo gobernante, la continuidad de Massa en el tablero político no deja de ser un síntoma respecto de la inquietud que despierta en las filas patronales un agotamiento de la política económica del macrismo y del propio macrismo.


 


Más allá de ello, está claro que rivalizan en una agenda que tiene en cuenta solamente los intereses capitalistas; el gran ausente de esa agenda son las reivindicaciones obreras y populares.


 


La “defensa de la industria nacional” no es sinónimo de defensa de los trabajadores que se desempeñan de ella, ni siquiera de los puestos de trabajo. El capital subordina cualquier incremento de la actividad económica a su rentabilidad. Precisamente por ello, cualquier relanzamiento económico suele estar unido a una poda de los salarios, a condiciones leoninas de trabajo y menor dotación de personal. Las pymes son un eslabón de ese proceso, pues actúan, directa o indirectamente, como tercerizadas de las grandes corporaciones. El crecimiento económico del primer tramo del mandato de Kirchner, en el cual fue ministro Lavagna, tuvo, precisamente, como base una extensión de la precarización laboral con precios dolarizados y salarios pesificados inferiores a 300 dólares, combinada con grandes prebendas y subvenciones al capital. Pero, por sobre todas las cosas, se apoyó en una onda expansiva de la economía mundial.


 


El escenario actual ha cambiado. La “recuperación” capitalista, que está siendo minada por el desbarranque de los mercados de capitales, o sea el corazón del capital mundial, no podrá ser salvada por el nacionalismo de los subsidios y el ajuste, pese a los sacrificios y privaciones sin precedentes que trae aparejado.