Políticas

23/6/1993|394

El pulgar de Clinton

La camarilla menemista creyó tocar eI cielo con las manos cuando anunció que el riojano sería él primer presidente latinoamericano en ser recibido por Clinton en la Casa Blanca. En verdad, Clinton no sólo debería recibir a Menem sino además organizar un desfile militar en su honor. Es que Menem ha batido todos los récords de entrega al imperialismo norteamericano de nuestra historia, lo cual ciertamente no es poco decir.


Menem liquidó las jubilaciones, los sueldos de los estatales, los fe­rrocarriles, aisló a las provincias y destruyó la educación y la salud pública para pagar puntualmente la deuda externa; hasta la refinanció para salvar a los bancos norteame­ricanos (plan Brady), incluso pagan­do tasas superiores a las del merca­do internacional. Privatizó las em­presas públicas, en especial YPF, en beneficio de los pulpos financie­ros norteamericanos. Renunció unilateralmente al reclamo de la soberanía argentina sobre las Malvinas. Envió tropas a Kuwait y a Yugoslavia a servir los intereses imperialistas y apoyó ciegamente todas sus provocaciones contrarrevolucionarias contra Cuba en los foros internacionales. Liquidó los proyectos de desarrollo atómico nacional y el misil Cóndor II bajo la directa exigencia del imperialismo. La lista es realmente interminable; si hasta cambió de ministros, secre­tarios, jefes militares (e incluso de esposa) bajo las presiones de la embajada norteamericana en Bue­nos Aires.


Ciertamente, Menem tiene formi­dables “competidores” entre los entreguistas latinoamericanos: Lacalle, Aylwin, Carlos Andrés Pé­rez o Salinas de Gortari, por ejem­plo. Pero ninguno de ellos ha llega­do tan lejos en su entreguísmo como el riojano, que ha convertido al sistema monetario argentino en una dependencia directa de la Re­serva Federal norteamericana La obligación —”convertibilidad” mediante— de emitir un peso por sada dólar que entra al país y, además, devolver un dólar a la misma caridad, ha otorgado a la Reserva Federal norteamericana (con facul­tad para emitir dólares) un derecho de propiedad ilimitado sobre el conjunto de las riquezas nacionales. Semejante entrega bien vale, por lo menos, una alfombra roja.


Calvario


Pero Menem no irá a Washington recoger “las mieles del lineamiento automático con los Estados Unidos”, sino a pasar por el calvario de renovadas presiones imperialistas. Los yanquis detentan, después de todo, las llaves financie­ras de Argentina, herramienta con la que pueden deshacer a cualquier gobierno, en especial si éste tiene preocupaciones electorales. Me­nem va a Washington a pedir un salvoconducto a Clinton, así tenga que entregar para ello a su propia madre.


En el caso del Condor los yan­quis reclaman ahora, después de haber recibido los motores del misil, la entrega de sus planos, de las “partes inteligentes” que aún per­manecen en poder de la Fuerza Aérea, la destrucción de las máqui­nas mezcladoras de combustible sólido y hasta la “cabeza” de los oficiales que han dirigido la opera­ción. Para torpedear la previsible resistencia militar a estos reclamos; la camarilla menemista defenestró al brigadier Juliá como jefe de la Fuerza Aérea y pocas horas des­pués, Cavallo envió una inspección urutinaria” de la DGI a la empresa Edcadassa, la empresa que maneja los depósitos de la aduana de Ezeiza y en la cual tiene participa­ción accionaria la Fuerza Aérea. Edcadassa es sospechosa de ha­ber sido la “cobertura” de la finan­ciación del Cóndor II y hasta de haber lavado dinero de origen “non sancto” (La República, 12/6). La DGI le impuso a Edcadassa una multa millonaria por “evasión im­positiva” algo verdaderamente in­sólito en un país donde el propio mi­nistro de Economía organizó la eva­sión impositiva, por ejemplo, de Firestone. El corresponsal de “La República” en Buenos Aires liega a sostener que la presión norteameri­cana respecto del misil Cóndor fue la que provocó… la nominación de Erman González —“una persona demasiado Identificada con (os aviadores y que frenó los deseos de Federal Express” (de entrar al coto cerrado de Edcadassa)— co­mo diputado por la Capital Federal.


Oscar Camilión —un hombre que se “ganó” su lugar en el gabi­nete por ser miembro del “Interamerican Dialogue”, la fun­dación de estudios que copó la di­plomacia norteamericana con la lle­gada de Clinton al gobierno— ha tenido que admitir que los extremos a que están dispuestos a llegar Menem y Cavallo constituyen “una humillación sin sentido”.


El otro tema en el cual Menem está dispuesto a entregar “todo lo que haga falta” es el de la ley de patentes, un reclamo directo de los monopolios farmacéuticos y quími­cos norteamericanos.


La paradoja de las presiones que Menem despliega sobre los labora­torios argentinos es que los princi­pales beneficiarios de una ley de patentes, los pulpos farmacéuticos norteamericanos, se encuentran en pie de guerra contra Clinton por la amenaza de éste de controlar los precios de los medicamentos.


La burguesía argentina expresa cada vez más abiertamente sus re­servas a la política de capitulacio­nes de Menem por la sencilla razón de que no ha obtenido nada a cam­bio: los mercados norteamericanos siguen cerrados a las exportaciones nacionales mientras Argentina está inundada de exportaciones norte­americanas y se multiplica la partici­pación de las empresas imperialistas en el propio producto bruto argentino. La promesa de un eventual ingreso de la Argentina en el Nafta—el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Cana­dá— no alcanza a resolver, como no lo resuelve el Mercosur, el constan­te retroceso de los explotadores vernáculos en el mercado mundial y en el propio mercado argentino.


S.O.S


Menem no marcha a Washington persiguiendo objetivos comerciales o políticos generales, es decir, que interesen al conjunto de la burgue­sía argentina, sino que concurre a la entrevista con Clinton como el jefe de una camarilla que “está prepa­rando con minuciosidad un en­cuentro destinado básicamente al frente doméstico en la Argenti­na” (Ambito Financiero, 18/6).


Después de enumerar “las fra­gilidades evidentes del ‘milagro’ de la valorización de la moneda argentina” (precariedad de las re­servas, déficit creciente de la balan­za comercial, escasez de ahorro interno, parate productivo), el co­rresponsal de la “Gazeta Mercantil” en Buenos Aires afirma que ‘Me­nem decidió recurrir al auxilio de Bill Clinton, el verdadero ‘dueño’ de la máquina que Imprime los dólares… En la Casa Blanca, va a pedir ‘apoyo’ para garantizar un flujo de capitales externos, en forma de nuevas inversiones … va en busca de los dólares que precisa para sustentar la desfalleciente convertibilidad del peso ~ precisa de los Esta­dos Unidos, por lo menos, 2.000 millones de dólares anuales” (Gazeta Mercantil, 10/6).


Obviamente, Clinton no puede “garantizar” ningún “flujo de ca­pitales” por la sencilla razón de que ios capitales especulativos no se mueven por las órdenes de los go­biernos sino que son éstos los que tienen condicionada su política por los especuladores. En consecuencia, lo que Menem va a reclamar, en concreto, es que la Reserva Federal garantice el valor de la moneda na­cional … hasta las elecciones, a través de un acuerdo de respaldo secreto. Washington es, por lo tan­to, una confesión, verdaderamente patética, del agotamiento del “plan Cavallo” y un precioso dato para los especuladores.


Pero Clinton todavía tiene que preocuparse por si mismo: el déficit fiscal norteamericano está comple­tamente descontrolado, y Clinton tampoco logra hacer aprobar el presupuesto por el Congreso. Por eso el precio que pretende cobrar es muy alto: fuera de lo ya menciona­do, quiere usar a Argentina contra Brasil, país que defiende a muerte sus exportaciones competidoras con el capital norteamericano y que se resiste a abrir el mercado interno a éste.


Menem y Cavallo llevan, enton­ces, a una completa crisis las relaciones políticas y económicas en el Mercosur.