La Policía de la Ciudad de Buenos Aires protagonizó un hecho escandaloso el pasado lunes 3 cuando avanzó contra los trabajadores que se manifestaban por la muerte del chofer Daniel Barrientos, que habían expulsado y golpeado al ministro de Seguridad Sergio Berni que se negaba a retirarse del lugar.

El hecho fue retratado por las cámaras de televisión, incluyendo un episodio nefasto donde un policía ataca con un escudo a un chofer -lanzándolo de improviso contras su cara- que se encontraba tratando de disuadir a otro efectivo de que la policía detuviera el operativo represivo.

Berni salió a “despegarse” del accionar de los efectivos porteños, indicando que él habría sido “detenido” y que las fuerzas porteñas generaron un “desmadre” en el lugar.

El accionar de las fuerzas represivas de la ciudad responde a las mismas prácticas que acostumbra en ministro en la provincia de Buenos Aires. Como cuando envió a las tropas policiales de “elite” a desalojar a familias sin tierras en Guernica, o en diversos conflictos como el de los trabajadores de Siam, o del Frigorífico Penta. O la presencia policial al interior de las fábricas del neumático durante el conflicto del Sutna, etc.

La Policía en vez de proteger a los chóferes le pega y le rompe la cabeza a un compañero del colectivero asesinado. pic.twitter.com/a3yo0S8vov

— Gabriel Solano (@Solanopo) April 3, 2023

El alboroto originario lo produjo el propio ministro con su presencia indeseada en el lugar y su negativa a retirarse para no reconocer el fracaso de su gestión y la decadencia de su cartera.

La Policía de la Ciudad hizo lo que Berni hubiera hecho: reprimir a los laburantes para liberar la zona, algo que el actual ministro bonaerense practicaba de oficio cuando fue ministro de Seguridad Nacional y enviaba efectivos a desalojar los cortes obreros en la Panamericana, algunos de ellos de los choferes de la línea 60.

La Policía de la Ciudad y la Bonaerense tienen, incluso, una historia común en desalojos compartidos: un amor sellado a fuego y balas. Es lo ocurrido en la represión del Parque Indoamericano en 2010 en CABA.

En esa ocasión Berni, de paso por el ministerio de Desarrollo Social de Nación a cargo de Alicia Kirchner, calificaba su labor como la de un agente de infiltración: “En el Indoamericano me instalé en una carpa con ellos 10 días, viví con ellos, comí con ellos y una noche desalojé a 16 mil personas”, señalaba. Actitud que tuvo como precedente la infiltración de los mineros de Río Turbio en la huelga de 1994.

Berni cacarea porque su capital político se derrumba y solo puede salir de los conflictos obreros con “custodia policial”, pero en el fondo agradece la intervención de una fuerza represiva que comparte el espíritu antiobrero que lo caracteriza.

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