Políticas

25/9/2008|1056

El ‘Rescatista’ Bush pide socorro

Del derrumbe capitalista a la crisis política

La muralla que debía contener el derrumbe capitalista en los Estados Unidos resultó ser un castillo de arena.

Durante un año, el Estado más fuerte de la historia ha desplegado sus enormes recursos sin ningún resultado.

Hace una semana -cuando la crisis había paralizado el movimiento económico del país, luego de una serie sucesiva de grandes bancarrotas-, el Tesoro norteamericano se vio forzado a lanzar un plan de rescate incondicional generalizado.

El cipayaje de nuestras tierras, incluido el ‘nacional y popular’, salió a saludar este renacimiento del intervencionismo estatal, aunque fuera para rescatar a los grandes pulpos capitalistas.

La Presidenta utilizó para este mediocre menester la tribuna de las Naciones Unidas.

En pocas horas, sin embargo, quedó en evidencia que esa intervención era una pura improvisación.

El gobierno norteamericano no tiene siquiera una idea de la dimensión del colapso económico.

Miente, asimismo, sobre los recursos que habría que poner en juego – que son en realidad varios billones de dólares.

Oculta, además, que un rescate de esas dimensiones, con dinero público, llevará a la economía mundial a la depresión y a la ruina de las finanzas estatales.

Lo que nunca negó, hay que admitirlo, es que ese rescate jamás se extendería a las familias endeudadas o que garantizaría el empleo y el salario de los trabajadores.

El Estado capitalista tiene por tarea salvar al capital con el dinero que le extrae al conjunto de los trabajadores.

El descalabro del plan de rescate generó de inmediato una crisis política y el derrumbe económico se transformó en una crisis del régimen político.

Prensa Obrera lo anticipó sistemáticamente.

Bush tuvo que salir a hablar virtualmente en cadena y resignar su mandato para pedir una suerte de cogobierno a los candidatos a las próximas elecciones – en particular el socorro del opositor, Barack Obama.

Estados Unidos ha pasado a ser gobernado por un triunvirato muy especial: el Presidente (de capa caída), el Congreso (que entra en receso) y el candidato opositor (que todavía tiene que tomarse el trabajo de ganar las elecciones).

La proclamación del triunfo completo y absoluto del capitalismo, hace dos décadas, concluye con un colapso económico en gran escala y una crisis política sin precedentes en el centro político del imperialismo mundial.

En estas circunstancias, Argentina se ofrece como contribuyente al rescate del capital internacional, pagando las deudas fraudulentas del Club de París y las de los llamados bonistas, que hoy se encuentran en manos de fondos especulativos internacionales.

La miseria histórica del nacionalismo burgués vuelve a quedar retratada en toda su magnitud.

La bancarrota capitalista mundial entraña hambre y privaciones sin paralelo para los trabajadores.

Más que nunca la alternativa es el socialismo, el socialismo internacional -la reorganización de la sociedad bajo la dirección de la clase obrera y de los trabajadores.