Políticas

24/8/1993|399

El responsable es Menem

La renuncia de Gustavo Beliz, el inquisidor de las persecuciones ideológicas, puso al desnudo la existencia de un plan oficial para corromper a diputados de la Nación, con el objetivo de viabilizar el pasaje de la reforma constitucional en el Congreso. Esto permite entender mejor la disputa sobre si los dos tercios necesarios para declarar la necesidad de la reforma, deben computarse sobre el total de las Cámaras o sólo de los presentes. Con algunas decenas de miles de dólares, en la Casa Rosada se trama provocar la “ausencia” de diputados opositores al proyecto, al estilo de lo efectuado en Corrientes, o recientemente en el Concejo Deliberante de Buenos Aires para aprobar “excepciones” en favor de algunos proyectos inmobiliarios.


Beliz echó el fardo de la responsabilidad en Eduardo Bauzá y en Carlos Corach, pero esto es lo mismo que decir que el autor del plan es Carlos Menem. Después de todo, el “jefe” lo echó a Beliz y no a los acusados de las maniobras delictivas. La prensa en general y los radicales en particular guardan un manto de “pudor” sobre el meollo del asunto y fingen que la responsabilidad es de los “operadores marginales” —lo que demuestra que la prensa y los radicales son unos sinvergüenzas. Para esta gente no importa que Menem sea el “jefe” de la patota, porque les interesa preservar al “jefe” del “plan Cavallo”, de las “privatizaciones” y del pago de la deuda externa, y al responsable de los dos millones y medio de desocupados. Sin el “plan Cavallo”, dice por una vez acertadamente Van der Kooy de Clarín, el menemismo tiene los “pies de barro”.


La renuncia de Beliz sacó también a flote la reciente crisis por el fraude en las internas justicialistas de Córdoba, y la posibilidad, entonces, de fraudes en las próximas elecciones nacionales, como ya ocurriera en Avellaneda y Santiago del Estero en las pasadas. En una palabra, para imponer la reelección, la Casa Rosada está dispuesta a recorrer todo el camino necesario de la corruptela y la adulteración hasta el final.


La renuncia de Beliz también sirvió para sacar a la superficie la “fina” trama que estaba tejiendo el radicalismo con el gobierno para sacar una reforma constitucional “por consenso” —y salvar así, de paso, al “plan Cavallo”. Pocas horas antes de la renuncia, De la Rúa cometió la “imprudencia” de anunciar su apoyo a la “reforma política” preparada por Beliz para la Capital —parte de un paquete mayor.


La renuncia también sirvió para completar el “identikit” de los que organizaron los atentados y amenazas de las últimas semanas, pues el ex ministro responsabilizó de esto, directamente, a Bauzá —es decir a Menem. ¡Por boca de un ministro (bendecido por la Iglesia, por si fuera poco) la opinión pública se entera oficialmente que el presidente del país dirige una banda conspirativa contra la tranquilidad ciudadana y las libertades públicas! Ahora los radicales felicitan a Beliz, pero evitan con todo cuidado sacar las conclusiones más elementales del caso y plantear el juicio político a Menem. La UCR será cómplice de la patota entreguista hasta el final.


La crisis no es, por cierto, “puramente” política. Se corta con un cuchillo el clima de tensión social brutal que vive el país y la convicción de que el gobierno está sentado sobre un “plan económico” que no funciona más. Ha reaparecido la crisis fiscal, un “rojo” de más de mil millones de dólares, que Cavallo quiere financiar entregando los aportes jubilatorios a los saqueadores.


Hay que sacar todas las conclusiones de la crisis. El responsable es Menem: fuera Menem. El “plan Cavallo” es la expresión misma de la miseria social: fuera Cavallo y su plan. El pueblo trabajador ha llegado hasta el final, y hasta más allá, en su experiencia definitiva con el peronismo: abajo los partidos patronales y su Estado, por un gobierno de trabajadores.