Políticas

30/5/1996|496

El subsidio a las Pymes es un subsidio al gran capital

Cuando el CTA pretende que mediante subsidios a las pequeñas y medianas empresas se combate el desempleo, oculta que son los grandes capitalistas los verdaderos beneficiarios de los subsidios que pudieran recibir las Pymes.


Cualquier trabajador sabe por experiencia propia que las condiciones de trabajo, de flexibilización, de seguridad e higiene y de salarios son infinitamente peores en las empresas pequeñas y medianas que en las grandes. El tamaño no convierte al pequeño patrón en más ‘democrático’, sino en un superexplotador más salvaje y despiadado, porque está obligado a ‘compensar’ las condiciones desventajosas (acceso a los mercados y al crédito; economías de escala) en que debe competir con el gran capital.


Los frutos de esta mayor explotación del obrero, sin embargo, no quedan en los bolsillos de las Pymes, sino que van a parar a los del gran capital. Contra lo que sostiene Cavallo, los precios no se forman libremente sino que son impuestos —mediante procedimientos monopólicos— por los grandes a los chicos. De esta manera, los precios a los que las Pymes deben comprar sus insumos y vender sus productos al gran capital, se convierten en un instrumento para extraerle al pequeño capitalista una parte sustancial de sus potenciales beneficios. Adicionalmente, el cobro de tasas usurarias a las Pymes por el gran capital bancario complementa esta ‘expropiación’ del pequeño capitalista por el grande. Esto se ha acentuado con la subcontratación de tareas que antes realizaban las grandes empresas.


El gran capital absorbe cualquier subsidio que pudieran recibir las Pymes, que están condenadas a convertirse en virtuales ‘estaciones intermedias’ del tránsito de los subsidios de las arcas públicas a las de las grandes empresas. Por eso, campeones de la ‘tercerización’, como Roberto Alemann, reiteradamente han declarado que debían reducirse los intereses de los créditos que se otorgan a las Pymes.


La aguda concentración económica operada bajo el ‘plan de convertibilidad’ hace todavía más agudo este proceso de expropiación del pequeño capitalista por el grande, porque las Pymes que han quedado en pie se encuentran bajo una dependencia absoluta del gran capital, tanto en términos financieros (endeudamiento) como productivos (patentes, tecnología). La ‘tercerización’ o subcontratación a empresas más pequeñas de procesos productivos que antes se realizaban en las grandes empresas, ha convertido a muchas Pymes en virtuales ‘secciones’ de las grandes plantas.


El numeroso cuerpo de economistas del CTA no ignora todo esto. Por eso, su reclamo de subsidios a las pequeñas y medianas empresas es apenas la excusa de un reclamo de subsidios masivos al gran capital.