Políticas

28/7/2020

El “tenemos que estar” de Altamira y Ramal

Los candidatos del PO en el FIT para las elecciones del 28-4-19

Recientemente el grupo de Altamira anunció la campaña de legalidad para conformar su nuevo partido, clarificando que la autodenominación de “tendencia” es una impostura que pretende ocultar su decisión de conformar una nueva organización que les asegure la primacía de las candidaturas.

Lo ¿sorprendente? de dicha campaña es que ha sido presentada bajo la consigna “tenemos que estar”, refiriéndose a las elecciones de medio término que se llevarán adelante dentro de más de un año. El desconcierto que causó en sus propias filas el empleo de la consigna obligó a Marcelo Ramal a realizar un nuevo escrito para justificarla. No es para menos, si recordamos que en ocasión de las elecciones provinciales de Santa Fe los seguidores de Altamira –y Ramal y Altamira en la Conferencia Electoral Nacional- justificaron su sabotaje a la campaña electoral y su ruptura con el Partido Obrero por el empleo de la consigna “Somos la izquierda, tenemos que estar” para las elecciones provinciales, a la que consideraron “autoproclamatoria, carente de una perspectiva de poder y democratizante”.

Semejante voltereta, como tantas otras a las que ya nos tienen acostumbrados, intentó ser justificada por Ramal en el hecho de que la consigna “tenemos que estar” se encontraba entrecomillada, para contrastarla irónicamente con la consigna levantada por el PO en las elecciones provinciales de Santa Fe. Una respuesta que carece de toda seriedad, considerando que con ese eje faccional se buscó quebrar un partido. Más que frente a un recurso irónico, estamos frente a un acto de cinismo político.

La impostura de Ramal es aún mayúscula porque oculta que él como responsable político de la provincia de Santa Fe ante el Comité Ejecutivo acordó con dicha consigna y solo pasó a criticarla cuando la campaña ya estaba en marcha -y después de que el “hombre programa” la rechazara. La pérdida de honestidad intelectual de Ramal queda expresada a todo lo largo de su escrito.

Por ejemplo, cuando señala que dicha consigna tenía como objetivo la consagración de una concejalía en Rosario. El propio Ramal sabe que sus dichos son un invento; la formulación “Somos la izquierda, tenemos que estar” buscó reclamar el apoyo de un sector del electorado para que la izquierda esté presente en las elecciones generales, dado que en las elecciones del 2017 no habíamos superado las Paso. En un planteamiento similar a la campaña de todo el Frente de Izquierda en 2011 para superar el piso proscriptivo, en aquel caso con Altamira como candidato a presidente.

El comité de Rosario lejos estaba de cualquier ilusión de conquistar alguna banca. Su dirección fue la que debatió y colocó como gran tema, salir a reclamar el derecho democrático de participar de las elecciones, algo compartido en ese momento por todas las fuerzas del FIT. Las ilusiones provinieron de la facción de Ramal y sobre todo de Altamira, que arrastraron a la entonces concejala Jorgelina Signa a rechazar ir a la lucha política por renovar su banca en Capitán Bermúdez para ser la candidata a diputada provincial con la expectativa de conquistar el cargo.

Finalmente se perdió la concejalía, como parte del retroceso general de la izquierda en todo el período electoral de 2019, marcado por la tendencia al relevo pejotista ante la crisis del macrismo. Una advertencia que hicimos desde la dirección, en base a una caracterización política del ascenso del peronismo en Santa Fe, que Ramal y Altamira negaron sistemáticamente e inculcaron a sus partidarios la idea del “derrumbe del kirchnerismo” mientras planteaban el Abajo Macri sin delimitación de la oposición que armaba el recambio. Por eso nuestro planteo enfrentó políticamente a Macri, a los gobernadores y al régimen entero del FMI.

Por su parte, la campaña “revolucionaria” en Capitán Bermúdez que desarrollaron en paralelo a esta polémica, tuvo como consigna: “Votemos a los candidatos del Partido Obrero en el Frente de Izquierda, Gustavo Fenoy concejal”. Como se ve, ninguna consigna de poder ni nada que se le parezca, dejando en claro que detrás de la llamada tendencia se encuentra una secta de impostores.

Una vez terminadas las elecciones se dedicaron a ocultar que la banca se había perdido, confundiendo durante todo el tiempo que pudieron a la periferia del partido que creyó que sí se había renovado. Al día de hoy su balance de la elección es que “hicimos la mejor elección del país”. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Ramal oculta intencionalmente, como lo hizo también Altamira, que el planteo de “somos la izquierda, tenemos que estar” partía de una delimitación con el Frente Social y Popular y con Ciudad Futura, que son la fachada izquierdista del nacionalismo burgués provinciano. También oculta que el planteo de “estar” no tenía por objetivo ocupar una banca, sino reclamar un lugar en la arena electoral para desenvolver un programa privativo de la izquierda. Y es por eso que esa consigna estaba acompañada de un planteo de impugnación a todo el régimen, “abajo el régimen narcosojero”, acompañado de un programa de salida sobre bases obreras y socialistas. Cualquiera que busque la plataforma electoral repartida por decenas de miles en toda la campaña podrá dar cuenta de esto.

Para justificar que su actividad excluyente en los próximos 12 meses será su campaña de afiliaciones, los seguidores de Altamira alegan que la participación en las elecciones del año que viene tiene un “carácter estratégico”. Quizás en algún momento pidan algún “milagro”. Son los mismos que en 2019 y a menos de un mes de las elecciones decían que “las elecciones no importan” porque serían “solo un episodio de la crisis”. Queda en claro que para Ramal, Altamira y su grupo las elecciones importan, en realidad, según quién sea el candidato.

Las sectas se caracterizan por poner  su interés particular por delante del de su propia clase. Es el método que rige la involución de este grupo.