Políticas

14/11/1995|473

El tequila está entre nosotros

Tan sólo 10 días atrás, la prensa internacional informaba que “el mercado mexicano repunta” (The Wall Street Journal, 31/10) y que ¡por fin!  México entraba en la senda de la recuperación.


El 8 de noviembre, México devaluó otro 5 % y Clarín titulaba que “el mercado teme un ‘tequila dos’  (9/11/95). Es que la devaluación sobrevino después que el Banco de México llevara la tasa de interés del 43 al 54% para “fortalecer” el peso. “De esta manera la política del gobierno de elevar las tasas para mantener a raya al dólar fracasó por completo, habida cuenta de que en medio de la crisis de confianza que vuelve a azotar a la economía mexicana, el dólar y las tasas de interés se disparan al mismo tiempo” (Clarín, 9/11/95).


Esta crisis es más significativa porque se produce luego que el gobierno, las patronales y la burocracia sindical firmaron el “Pacto para la Recuperación Económica” que reduce impuestos a los capitalistas y coloca a los salarios por debajo de la inflación, como una “contribución” a la “recuperación” del país.


El Plan es inconsistente por donde se lo mire. Prevé una inflación del 25% para 1996, un crecimiento económico del 3%, libre flotación del peso, dos aumentos salariales del 10%, baja del gasto público y eximición del impuesto a los activos y una moratoria en el impuesto a las ganancias, y créditos bancarios y fiscales.


Es que el Plan implanta la libertad de cambios y hasta la libre flotación del peso, cuando están por vencer 27.000 millones de dólares en Tesobonos y las reservas no llegan a 14.000 millones. Promete llenar de incentivos a los capitalistas y hasta bajarles los impuestos, y pagar con superávit fiscal los intereses de la deuda. Fija un 25% de inflación para 1996 (este año superará el 70%), cuando la deuda asegura una fluida emisión monetaria.


Por eso es que el “Pacto”, con todo lo antiobrero que es, provocó una inmediata especulación contra el peso,  porque la rebaja de impuestos comprometería el Presupuesto Nacional para el pago de la enorme deuda externa mexicana. Además, como las reservas internacionales son escasas, “crece la chance de la vuelta de la economía al período previo a 1988 caracterizado por tasas de inflación de tres dígitos y crecientes déficits fiscales” (Informe Financiero, Banco Crédito, 3/11/95).


Además, en  EE.UU. se reabrió una fuerte división entre demócratas y republicanos que abrió una crisis en torno al Presupuesto yanqui. EE.UU. tiene que pagar intereses de la deuda federal por 25.000 millones y para eso necesita nuevamente endeudarse, a lo que se oponen los republicanos. Se estima entonces que Clinton podría echar mano a “los fondos que EE.UU. se comprometió a otorgar a México en marzo último… Si esto fuera así, la economía azteca se quedaría sin la red de protección prometida por EE.UU. y sin duda el efecto tequila tendría, tal vez, su capítulo más duro” (Ambito, 9/11). La crisis yanqui profundiza el tequila.


De todos modos, el dólar  acumula, desde diciembre del año pasado, una suba del 126%, la economía caerá este año un 5% (en términos reales más del 8 %) y la depresión se mantendría todo 1996. El sistema bancario está en la lona y “llevará muchos años resolverlo en forma integral” (US-Latin American Trade, noviembre de 1995).


La crisis mexicana que detonó en diciembre de 1994 tiene  un largo trecho por recorrer, agravado por la crisis financiera internacional. En este contexto, la crisis argentina se realimenta de los golpes de la “globalizada” economía mundial.