Políticas

26/8/2021|1629

EDITORIAL

El voto que le duele a los dueños del poder

Votemos al Frente de Izquierda.

A dos semanas del comienzo de la veda, el dato dominante en el proceso electoral es el declive de las expectativas populares en el oficialismo. El impacto de la foto del cumpleaños de la primera dama en la quinta de Olivos no puede explicarse por fuera de un cuadro de derrumbe económico y social de fondo. Es una gota que rebalsa un vaso que está colmado, porque quienes dijeron que venían a terminar con el ajuste y la política de hambre de Macri han agravado la situación en todos los planos. La exhibición de privilegios del gobierno se acentúa en un cuadro de miseria generalizada. No hay disculpa que valga, porque siguen gobernando para los privilegiados de siempre: la banca, las patronales del campo, y el gran capital.

Que el descontento popular es un dato saliente de la elección es algo que comienza a reflejarse en las encuestas. Luego de que el voto en blanco, el ausentismo, y la pésima elección de los candidatos oficiales del gobierno de Gustavo Sáenz fuera un hecho saliente en la provincia de Salta, ahora los encuestadores comienzan a registrar el clima de “voto bronca” en todo el país. En la provincia de Buenos Aires, según comentaristas, tanto en los bunkers del Frente de Todos como de Cambiemos hay alarma porque la polarización tradicional está golpeada, con un 30% de los votantes que no se inclinaría por ninguna de las opciones oficiales.

La situación plantea al Frente de Izquierda el desafío ir a la conquista de todos estos sectores para desarrollar una alternativa de los trabajadores frente a los responsables de la crisis nacional.

 

A contramano

Los motivos de este estado de ánimo son claros: el derrumbe del salario y las fuentes de trabajo, la precarización laboral, el derrumbe educativo y sanitario, el avance inflacionario que golpea el bolsillo popular mes a mes. Pero la agenda del poder no apunta a resolver estos gravísimos problemas sino a profundizarlos. Es que se concentra en un punto clave, que es el pacto con el FMI. El oficialismo y la oposición van a exponer, este jueves, estos pactos de fondo en el Council Of The Americas, en el que participarán el ministro Martín Guzmán y María Eugenia Vidal, frente a los representantes del imperialismo. El pacto con el FMI no es un problema a futuro, sino la base del ajuste presente. Explica la absoluta insuficiencia de las medidas de “contención social” incluso en un cuadro electoral. Las paritarias reabiertas están por debajo de la inflación. La reactivación de la obra pública o la vivienda brillan por su ausencia.

En materia industrial, las patronales salieron con los tapones de punta a reclamar una reforma laboral. Colocaron en agenda la eliminación de las indemnizaciones por despido y su reemplazo por un fondo controlado por el Estado, con aportes provenientes de los salarios. En la mira están también los convenios, ya recontra flexibilizados de hecho. Y, por supuesto, la eliminación de la falsa “prohibición de despidos” del gobierno, que no impidió que miles de trabajadores fueran a la calle. La voluntad empresarial es abaratar los costos de los despidos por venir. Los empresarios golpean porque saben que el gobierno avanza en un pacto con el Fondo que promueve este tipo de medidas, y buscan explotar la subordinación de la burocracia sindical al gobierno.

 

 

 

La lucha piquetera

Frente a este cuadro, la enorme movilización piquetera del miércoles 18 se colocó como una gran reacción de los barrios más empobrecidos de todo el país contra la política de hambre y miseria de todos los bloques patronales. El ataque que recibió la movilización, por partida doble, del gobierno y la oposición, muestra a las claras la verdadera grieta: entre quienes luchan por trabajo genuino, por un seguro al desocupado y por medidas extraordinarias contra el hambre, y los partidos del régimen que atacan esta lucha. El ataque continúa con la persecución judicial del fiscal Guillermo Marijuán.

Hay que remarcar que a la cabeza del operativo oficialista contra los piqueteros se puso Andrés “Cuervo” Larroque, de La Cámpora, quien fue también el protagonista central del desalojo en Guernica. El planteo de Larroque de que los planes sean controlados directamente por el Estado apunta a golpear a las organizaciones piqueteras y fortalecer el poder de los intendentes y gobernadores. ¡Pero justamente los intendentes son la base más podrida del aparato punteril! A Larroque le respondieron Juan Grabois y otros voceros de las organizaciones sociales oficialistas, defendiendo la universalización de los programas (que su gobierno rechaza) como vía para desarrollar la “economía popular”, una versión de embellecimiento de la precarización laboral que implica el trabajo pago por planes –con aval de la iglesia-. El movimiento piquetero independiente tiene un programa opuesto al de todas las fracciones del gobierno, reclama trabajo genuino por convenio, pase a planta y seguro al desocupado de 50 mil pesos. Como denunciaron las propias organizaciones independientes, la única manera de fondo de eliminar la intermediación y el punterismo es la universalización de los programas sociales.

Pero esto está totalmente afuera de la agenda del gobierno, que busca un pacto de ajuste con el Fondo Monetario. Si la emergencia del movimiento piquetero coloca la agenda de lucha de los desocupados de los barrios contra el hambre, la crisis en el gobierno muestra la falta de un planteo para terminar con la miseria social. Es que la base para esto es cesar el pago de la deuda usuraria y terminar con el ajuste en favor de los acreedores y el Fondo Monetario.

 

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A conquistar cada voto

Esta fase final de la campaña electoral va a concentrarse entonces en el problema de qué variantes políticas pueden captar la atención y concentrar el voto del sector de la población golpeado por el derrumbe económico y social.

En esta batalla política, es clave clarificar el verdadero rol de los liberales, pichones de fachos que ganaron protagonismo sobre la base de un discurso impostado. Se presentan como contrarios a la casta política pero defienden a Menem y Cavallo, que hundieron el país y protagonizaron los mayores actos de latrocinio contra el patrimonio público de las últimas décadas. Se presentan como liberales pero son contrarios al derecho al aborto. Su defensa de la libertad individual no les impide defender al mismo tiempo a los genocidas de la dictadura. En la Capital, la denuncia política de estas características de la candidatura de Javier Milei tiene una importancia central.

En los barrios, los lugares de trabajo o las escuelas, donde pesa el descontento con la política de ajuste y miseria de Alberto Fernández y antes de Mauricio Macri, la batalla por ganar cada voto al Frente de Izquierda es central. Es preciso el debate con el sector de la población que quiere votar en blanco. Para desarrollar una oposición consecuente a este régimen de miseria hay que asumir una posición activa. El voto al Frente de Izquierda es un voto contra todos los pilares del régimen de opresión. En defensa de los trabajadores, contra las patronales de la precarización y los salarios de miseria. Contra los privilegios de la iglesia, plantea la separación de la iglesia del Estado. Golpea a la burocracia sindical que entrega los salarios y refuerza a quienes luchan por recuperar los sindicatos para los trabajadores. Es un voto en defensa del ambiente contra los responsables de la megaminería y los desmontes, contra quienes lucran con el cambio climático. Es un voto en favor de quienes se organizan contra el hambre en los barrios y de su lucha por trabajo genuino. Es un voto por bancadas que vayan al Congreso y las Legislaturas a defender cada uno de los reclamos populares. Es un voto por una salida obrera y socialista a la barbarie del capital.

Vamos con el Frente de Izquierda, el voto que le duele a los dueños del poder.