El XXV Congreso del PO anticipó el pedido de rescate al FMI
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Muchos analistas políticos y económicos se han declarado sorprendidos por el pedido de rescate al FMI solicitado por el gobierno de Macri. La ‘sorpresa’, sin embargo, delata que carecen de una caracterización adecuada de la bancarrota capitalista mundial y de cómo ésta impacta en la política económica del gobierno, cruzada por contradicciones insalvables. La incapacidad para anticiparse a los acontecimientos quedó grabada a fuego en la encuesta realizada por el Banco Central en marzo. Relevando la opinión de decenas de economistas locales e internacionales sobre las principales variables de la economía argentina, la encuesta arrojaba que para éstos la inflación de los próximos doce meses sería del orden del 17,8%, la tasa de interés del Banco Central de la República Argentina seguiría por un breve período en el 27,25% que estaba en marzo y que bajaría luego hasta ubicarse en el 22,5% y que el dólar se cotizaría a fines del presente año a 22,50 y a fines de 2019 a 25,10 pesos. Visto lo sucedido, vemos que las luminarias de la economía burguesa no saben dónde están parados. A sólo dos meses de que realizara la encuesta, el dólar se ubicó en 25,50 pesos y está lejos de llegar a su techo. La tasa que anticipaban a la baja subió por arriba del 45%. Ni qué hablar que la inflación pronosticada será superada con creces.
Resumiendo, el horizonte que trazaban las usinas del pensamiento capitalista hace menos de 60 días fue exactamente el contrario al que finalmente ocurrió. No es casual que en ningún lugar figurara el pedido de rescate al FMI, al menos como posibilidad. A 200 años del nacimiento de Karl Marx, sigue siendo necesario desarrollar una crítica a la economía política, para mostrar las falsas categorías usadas por los economistas burgueses para embellecer su sistema y ocultar la explotación del trabajo y, más en general, su tendencia al derrumbe.
También en marzo, en paralelo a la encuesta del BCRA, se desarrolló otro acontecimiento importante: el XXV Congreso del Partido Obrero. El debate colectivo y las resoluciones aprobadas sobre la crisis capitalista fueron también una especie de encuesta: la encuesta realizada entre la vanguardia obrera y socialista. Aunque entre los delegados presentes no había ni especuladores de fondos offshore ni agentes de Bolsa, sino trabajadores que laburan todos los días, las conclusiones obtenidas pudieron anticipar en buena medida los sucesos, incluso el propio pedido de rescate al FMI. El método marxista volvió a mostrarse superior a la economía burguesa mistificadora.
La Resolución Política del XXV Congreso caracterizó que los cambios de las metas de inflación anunciado a fines de diciembre no fueron ‘un error’ como ahora se lamentan los economistas por los medios de comunicación, sino que “fueron una confesión de las enormes contradicciones que están empantanando el rescate económico piloteado por el macrismo a favor del capital financiero internacional”. Estas contradicciones radicaban en que el endeudamiento espectacular llevado adelante por el gobierno había producido una entrada de capitales que provocó un retraso del tipo de cambio. La emisión monetaria para comprar los dólares que ingresaban por el endeudamiento disparó la inflación lo que, a su turno, agravó aún más el retraso cambiario (inflación en dólares). Los niveles de crecimientos se vieron afectados porque la inflación retrajo la demanda interna, sin que pueda sustituirse por una salida exportadora dada la guerra comercial creciente a nivel internacional. Marcábamos como determinante que en los primeros meses del año se verificaba un déficit comercial creciente y una fuga de capitales intensa, que creaba un agujero de 30.000 millones de dólares de las cuentas externas que sólo podía ser financiado con nueva deuda. Cuando todos cantaban loas al macrismo, augurando el éxito de su ‘plan perdurar’, nos anticipamos señalando que “este proceso de endeudamiento ha contado a favor con una muy baja tasa de interés internacional… Pero la suba dispuesta por la Reserva Federal de Estados Unidos de la tasa de interés podría echar por tierra este proceso y abrir aceleradamente las puertas en un sentido inverso, acelerando la fuga de capitales. Argentina ha sido colocada en una situación de extrema vulnerabilidad”.
En relación con el llamado ‘cambio de metas’ de diciembre, marcamos también que la devaluación promovida por el gobierno para cumplir el pedido de los exportadores y capitalistas industriales, había creado una crisis en el mecanismo del carry trade, que requiere de un tipo de cambio estable. Un efecto similar producía la baja de la tasa de interés. Era de prever, por lo tanto, una aceleración de la fuga de capitales, pues los fondos de corto plazo que entraban a la Argentina se dirigirían a otros destinos. Mientras muchos anticipaban que estas decisiones producirían una reactivación económica, el XXV Congreso del PO señalaba que “el esquema parasitario que encabeza el macrismo se revela en el hecho de que la baja de la tasa de interés no redundó en una mayor inversión sino en una corrida hacia el dólar y una mayor fuga de capitales”. Anticipábamos también que luego de que se cerraran las paritarias el gobierno podría ejecutar una nueva devaluación para desvalorizar los salarios. Sería “ni más ni menos que la mecánica del Rodrigazo”, agravado por la dolarización de tarifas y precios.
Sobre la bomba de tiempo de las Lebac no fue necesario que esperáramos a la reaparición de Cavallo para que mostrásemos su efecto inflacionario. En Prensa Obrera ya habíamos señalado, cuando el fenómeno estaba recién dando sus primeros pasos, que la emisión de Lebac agudizaría la inflación en vez de disminuirla. Esto, porque a cada vencimiento se plantea la necesidad de asegurar su renovación para evitar una fuga hacia el dólar. La renovación, sin embargo, reclama nuevas subas de la tasa de interés y con ello una mayor emisión monetaria para hacer frente a los mismos. Esta emisión, por su naturaleza netamente parasitaria, es inflacionaria. Y la suba de la tasa de las Lebac termina repercutiendo sobre el conjunto de la economía, elevando costos financieros y comerciales y, por esa vía, es un factor de retracción económica.
¿Qué alternativas tenía el gobierno y cuál era nuestro pronóstico? El XXV Congreso del PO fue muy claro: “Para recrear el carry trade debería subir la tasa nuevamente y asegurar una estabilidad cambiaria, pero agravaría por esa vía la recesión… El esquema contrario plantea el peligro de deslizarse a un escenario de hiperinflación… La reciente visita de la presidenta del FMI debe analizarse en este contexto. Una agudización de la crisis internacional podría obligar al gobierno a recurrir al FMI como prestamista de ultima instancia, lo que vendría de la mano de mayores condiciones (reforma previsional, laboral, privatización de la salud y la educación, etc.). Cualquiera de las dos variantes o los esquemas intermedios que se tejan representan una política de confiscación de las masas, que abrirá nuevas instancias de lucha”. Más claro, agua.
Los errores de pronóstico de los economistas burgueses del pasado vuelven a repetirse ahora, cuando la crisis está en pleno desarrollo. Niegan las consecuencias catastróficas que tenemos por delante como una forma de adormecer la conciencia de los trabajadores. La función de un partido revolucionario es la contraria: mostrar la tendencia al colapso y la barbarie capitalista, ofreciendo un programa de salida y sobre esa base organizar a la vanguardia obrera como alternativa de poder. Esta fue la estrategia diseñada por nuestro XXV Congreso. Sigamos en ese camino.