Políticas

23/9/1993|402

Elecciones con final de crisis

El hecho más destacado del actual momento es la descomposición del peronismo, en especial en el Gran Buenos Aires, en el último tramo electoral. La decisión del PJ de suspender las “caravanas” y las apariciones públicas directas de sus candidatos principales, así como la denuncia de Duhalde de que las agresiones a los periodistas y a López Echagüe provienen del riñón del menemismo, en un ajuste interno, no han hecho más que acelerar la crisis del oficialismo.


Las encuestas electorales ubican al PJ con alrededor del 30 % de los votos en Buenos Aires, cinco puntos por encima de la UCR. Si se recuerda que en 1991 Duhalde aventajó a la UCR en más de 20 puntos, y que entre ambos obtuvieron el 80% de los votos, hay un derrumbe de magnitud a la vista. Si el PJ y la UCR arañan el 55 o 60 % de los votos, se habrán convertido en la primera minoría.


Esta es una de las causas de la venta de dólares por parte del Banco Central, “que en 4 semanas superó los $ 570 millones, de los cuales 424 millones corresponden a lo que va de setiembre” (Ámbito, 23/9). Estas cifras de ventas superan a la corrida cambiaria de noviembre de 1992, que obligó a Cavallo a “dolarizar” aún más la economía. Los “mercados” se estarían anticipando a “un mal resultado” electoral del PJ, según El Cronista (17/9). “Los operadores advierten que la demanda de dólares no cede a pesar de la fuerte suba del costo del dinero interbancario” (Ámbito, 23/9). Con tasas de interés duplicadas, “los mercados” aún apuestan al dólar.


De este modo, se ha pulverizado el objetivo del gobierno de atravesar el período electoral en medio de un “boom” especulativo, que se pretendió armar precisamente a partir de la privatización de YPF y luego con la aprobación de la “jubilación privada”.  Un amplio sector del gran capital siguió vetando la reelección de Menem, con las fichas puestas en un gobierno de coalición del PJ-UCR-centroizquierda, con Cavallo adentro. Cavallo no sería ajeno a la jugada, puesto que el diario “Financial Times” sostiene que “el ministro espera, para definir sus próximas aspiraciones políticas, paciente, que fracase la reelección presidencial” (La Nación, 28/8/93). La reelección ha dividido en dos a la UIA (Unión Industrial).


Pero el “boom” planificado tampoco ha prosperado, porque el FMI considera agotada la “convertibilidad”. Desde hace un tiempo, sus técnicos le reclaman a Cavallo que controle el dólar a través de un aumento de la tasa de interés. Los dólares seguirían entrando del exterior por el mayor beneficio que obtendrían aquí, pero sin el seguro de cambio que hoy tienen garantizado por ley. Álvaro Alsogaray se hizo eco de estas posiciones y con él todo un sector de los “capitanes de la industria”. Quienes se extrañaban porque las declaraciones del “chancho” no habían provocado “remezones” cambiarias, ahora pueden ir sacando las cuentas.


La sucesión…


“Sectores del duhaldismo atribuyeron la aparición de ’Alberto’ a una maniobra de inteligencia necesariamente vinculada al gobierno, no en su cabeza, sino a un ala que practica el desgaste de su imagen como posible heredero de Carlos Menem” (Ámbito, 20/9). Clarín sostuvo lo mismo: “En el tronco peronista se percibe una lucha sorda: el duhaldismo sospecha que algunos menemistas puros, más que la oposición radical, están interesados en vincular al gobernador y a sus hombres con los recientes hechos de violencia…”(19/9).  Estas evidencias llevaron a “Eduardo Duhalde a fines de la semana pasada a anunciar intempestivamente que asumirá personalmente la conducción nacional del PJ, apenas pasadas las elecciones del 3 de octubre… (lo que) significa apropiarse de un mecanismo importante de armado de la cadena de apoyo nacional a su eventual candidatura presidencial” (Clarín, 22/9).


La sucesión presidencial envuelve a distintas fracciones, porque además de Menem y Duhalde, se consideran “presidenciables” Bordón, Cavallo, Palito Ortega y otros. La contrapartida de esta enorme división de la burguesía es la política de “cogobernabilidad” que respaldan todas las fracciones.


En efecto, no hay que olvidar que menemistas, duhaldistas, radicales, riquistas y centroizquierdistas son partidarios de la reforma constitucional, para incorporar en la “carta magna” la flexibilidad laboral, la legalidad de los decretos de necesidad y urgencia, la vigencia de los proyectos de ley del Ejecutivo si no son considerados de inmediato por el Congreso, y otros puntos reaccionarios, todos ellos bases para un gobierno de unión nacional. Solamente el FIT y el PO han denunciado el proyecto de reforma constitucional como un atentado a las libertades públicas y al movimiento obrero.


Votar al FIT y organizarse….


La formación del FIT constituye un punto fundamental de reagrupamiento de la vanguardia obrera. En el corto período en que actuó produjo un reagrupamiento, como se evidencia en los actos y actividades, y como se expresará en la propia votación del próximo 3.


La conclusión fundamental es que este frente de izquierda debe proyectarse después del 3 en todos los terrenos de la lucha de clases y desplegar una gran movilización en contra de la reforma constitucional, con o sin reelección. El desbloque de un amplio sector de las masas con el peronismo abre un amplio campo para el frente de la izquierda revolucionaria.


La tarea hoy es ganar el voto para el FIT, organizarse en él e intervenir en la crisis política que se está incubando.