Elecciones neuquinas: mal trago para Macri y para los K
El Frente de Izquierda retuvo sus dos bancas. Derrumbe del centroizquierda
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Patricia Jure (diputada electa), Raúl Godoy (candidato a gobernador), Pablo Giachello (candidato a vicegobernador) y Andrés Blanco (diputado electo), del Frente de Izquierda
El triunfo de Omar Gutiérrez en las elecciones neuquinas representa un golpe político tanto al kirchnerismo como al macrismo. Por un lado, la tentativa de los K de hacerse del gobierno en la provincia de Vaca Muerta, a través de las candidaturas de Ramón Rioseco y Darío Martínez, ha fracasado. Con un 26 por ciento de los votos, el armado PJ-kirchnerista quedó muy por detrás de Gutiérrez, que sumó el 40 por ciento. Es cierto, sin embargo, que el gobernador reelecto alcanza ese guarismo gracias al aporte de cuatro colectoras. Pero, de cualquier modo, se trata de una distancia considerable para una elección que pintaba reñida. Por otro lado, la pretensión del macrismo de usufructuar el triunfo del MPN como propio no es más que una engañifa de corto alcance. El vuelco decidido de Macri y sus funcionarios al voto al MPN, en la última fase de la campaña, fue un acto de desesperación política ante la posibilidad de un triunfo K. Los resultados expresan un revés para el macrismo, pues Horacio Quiroga, el candidato de Cambiemos, quedó en el tercer lugar con apenas el 15 por ciento de los votos.
El Peronismo Federal interpretará a la elección neuquina en favor de su línea de estructurar una alternativa opositora sin el kirchnerismo. Habrá que recordarles que el MPN es un partido-Estado que gobierna la provincia desde hace seis décadas, mientras que el “peronismo alternativo” es un rejunte improvisado, sin una estrategia definida de aspirantes a los que ningún sondeo asigna chance alguna. La posibilidad del peronismo no K de explotar el triunfo emepenista es, por el momento, una expresión de deseos.
La elección del MPN
El MPN, que fue un socio estratégico de Macri durante todo su mandato, ha explotado en su favor la crisis desatada con Tecpetrol por el recorte del Plan Gas. Gutiérrez y el MPN se posicionaron como los defensores de la provincia y de la fuente de trabajo contra la política del FMI ejecutada por el macrismo. En la asamblea-acto de 15 mil obreros petroleros realizada en Añelo y en las sucesivas asambleas en yaci
mientos y bases petroleras, todas impulsadas por el sindicato liderado por el emepenista Guillermo Pereyra, se manifestó un chantaje político a los trabajadores y sus familias: “votan al MPN o se quedan sin laburo”. Camufló, de esta manera, su respaldo al grupo Techint en la puja por los subsidios y sus propias responsabilidades por la enorme flexibilización laboral que reina en la industria hidrocarburífera, y que los obreros petroleros están pagando con su salud y con sus propias vidas.
Asimismo, el MPN ha explotado en su favor el circunstancial saneamiento de las cuentas públicas de la provincia, como consecuencia de los ingresos por regalías petroleras que en 2018 crecieron con la mega-devaluación del peso. Pero el ‘veranito’ económico neuquino tiene pies de barro. Primero, porque tanto los tarifazos como los subsidios, que son la base sobre la cual se montó la tibia reactivación de Vaca Muerta, están cada vez más cuestionados. Unos, por resultar impagables para la población y para la industria, y los otros, por el cuadro de quebranto del Estado nacional. Esta última cuestión, a su vez, pone en la picota los ingresos que la provincia recibe por coparticipación federal, que representan el 25% del total del presupuesto provincial. Más temprano que tarde, se pondrán de manifiesto los límites insalvables de este esquema, lo que dará lugar a grandes conflictos sociales.
Sorpresas y sapos
La principal sorpresa de los comicios ha sido la elección de Jorge Sobisch, que obtuvo casi un 10 por ciento de los votos y consagró tres diputados provinciales. El responsable político del asesinato de Carlos Fuentealba se presentó bajo la consigna “se acabó la joda”, prometiendo un plan de obras públicas, con un claro planteo antisindical y de rechazo a la ‘ola verde’ y a la lucha del movimiento de mujeres. Su importante elección afectó principalmente a Horacio Quiroga que, en la misma línea que el ex gobernador, tuvo como uno de sus caballitos de batalla el ataque a las luchas de trabajadores, al movimiento obrero combativo y a la lucha de la mujer. Fruto de su propia división, la derecha ha sido neutralizada como fuerza capaz de disputar el poder en la provincia.
Pero el principal sapo lo ha hecho el kirchnerismo, el centroizquierda y sus personeros sindicales. Los K no lograron su objetivo a pesar de haber logrado unir al peronismo y al centroizquierda en una única lista y de haber dado escandalosas muestras de defender los intereses de los monopolios petroleros y del clero. La dirección de Aten, que jugó en favor de la lista liderada por Rioseco, sepultó la posibilidad de desarrollar un plan de lucha para recomponer el salario docente, convencidos de que la paz social le sería funcional al kirchnerismo. Les salió el tiro por la culata: se impuso el MPN y se entregó el salario. La burocracia K de ATE optó por apoyar a Sergio Rodríguez, el burócrata de Comercio que salió último en la elección. Libres del Sur, que se presentó en soledad, fue arrasado y perdió sus dos bancas en la Legislatura provincial.
El PCR y Nuevo Encuentro han apoyado al PJ y su alianza con Rioseco. Por último, el MST no alcanzó el 1% de los votos.
El Frente de Izquierda
Nuestra fuerza obtuvo un 3,55 por ciento al cargo de gobernador y un 5,23 a diputados. En 2015, el FIT había obtenido un 3,61 y un 4,78, respectivamente. El FIT, en distritos como Neuquén, Centenario y San Martín de los Andes, superó el 6 y el 7% en diputados. Un dato a tener en cuenta es que en una elección con un método “novedoso” para gran parte de la población (boleta electrónica y no de papel), los electores se dieron maña para votar a los consejeros escolares del FIT allí donde nos presentamos, obteniendo resultados de entre el 10 al 14 por ciento en Plottier y capital y el 6,5 en Cutral Có. Con la elección realizada, el Frente de Izquierda retuvo sus dos bancas en la Legislatura provincial, que serán ocupadas en primera instancia por Patricia Jure, del Partido Obrero, y por Andrés Blanco, del PTS. El ingreso de Patricia representa un revés a la tentativa del macrismo neuquino de expulsarla de la banca del Concejo Deliberante, por su enorme compromiso con la lucha de los empleados municipales contra la reforma previsional.
El actual resultado debe ser apreciado, por un lado, a la luz del cuadro de polarización que se impuso en las semanas previas a la elección y, por el otro, la subordinación política al régimen patronal impuesta al movimiento obrero de la provincia, tanto por la burocracia sindical como por la oposición patronal.
La campaña del Frente de Izquierda partió de señalar a Gutiérrez, Rioseco y Quiroga como “los candidatos de las petroleras y el FMI”. Nuestro planteo, de “que la crisis la paguen los capitalistas” nos permitió el desarrollo de todo un programa, partiendo de las reivindicaciones inmediatas y transitorias, como la defensa de la escala móvil de salarios, la prohibición de despidos, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, y llegar a un planteo general de reorganización económica y social de la provincia y el país, en base a la ruptura con el FMI, el no pago de la deuda externa y la nacionalización sin pago de la industria energética. Las reivindicaciones inmediatas fueron la punta de lanza para abrir el diálogo con sectores claves del proletariado de la provincia, como los trabajadores petroleros. Finalmente, la lucha por el derecho al aborto legal fue una bandera exclusiva del Frente de Izquierda, levantada con fuerza durante toda la campaña electoral y el propio 8M, ante el silencio proclerical de los principales candidatos.
Un punto clave de la agitación electoral del PO fue la necesidad de una acción histórica de los trabajadores, en oposición al papel colaboracionista de las burocracias sindicales peronistas y emepenistas, para derrotar el plan de guerra de Macri y los gobernadores. Fue así que nuestra campaña estuvo fuertemente ligada a las luchas en curso.
La votación del FIT, defendiendo la posición conquistada, contrasta con el derrumbe del centroizquierda en la provincia. El PO y el Frente de Izquierda salen reforzados de la campaña electoral para los grandes desafíos planteados para el movimiento obrero y la izquierda en el escenario de una enorme crisis nacional.