Políticas
10/5/2023
En cinco años, nos robaron uno de cada cuatro pesos del salario
Según un informe de Cifra.

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La pérdida salarial es mayor basándonos en la inflación en alimentos.
El poder adquisitivo del salario está en caída libre. Entre el cuarto trimestre 2017 y el cuarto trimestre 2022, la pérdida del ingreso laboral promedio fue del 26,3%, mostrando la comunión de intereses entre macristas y peronistas a la hora de pulverizar el bolsillo de los trabajadores.
Lo anterior se desprende del "Informe sobre la situación del mercado de trabajo n°11" elaborado por el Centro de Información y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA), en base a datos oficiales. Semejante confiscación es el resultado de las paritarias a la baja promovidas por los gobiernos, la extensión de la informalidad laboral (donde se pagan los peores salarios) y la inflación galopante, alentada por los saltos devaluatorios producidos en 2018, 2019 y 2020.
Este desplome explica que el gasto en salarios haya reducido su injerencia en el Producto Bruto a lo largo de los años. La masa salarial representaba el 51,8% del PBI en 2016, pasando al 46,3% en 2019 y bajó al 44,9% en 2022. Como vemos, los trabajadores reciben una porción cada vez menor de la riqueza que crean con su esfuerzo diario.
El salario mínimo, por su parte, tuvo una caída real del 33% entre 2015 y 2022, fruto de los aumentos de indigencia que fijan los gobiernos, la burocracia sindical y las cámaras empresarias en las reuniones del Consejo del Salario. A su vez, entre el 2015 y el primer trimestre de este año, la jubilación mínima perdió 32 puntos contra la inflación del período, como consecuencia de las reformas ruinosas de Macri y de Alberto Fernández, que modificaron el cálculo de la movilidad previsional introduciendo fórmulas desfavorables para los jubilados. En el mismo intervalo de tiempo, el poder de compra de la Asignación Universal por Hijo retrocedió un 31,9%. Finalmente, el ajuste fondomonetarista tuvo como correlato un fuerte deterioro en los ingresos populares.
La carestía descripta repercute directamente en el crecimiento de la pobreza y la indigencia del país. Por otro lado, pagar el alquiler -cuyos aumentos anuales están indexados a la inflación- se vuelve cada vez más dificultoso. Tal es así, que, según un relevamiento realizado por el Instituto de Geografía de la UBA, Ceur-Conicet, la Escuela Idaes (Unsam) y la Red Contested Territories, el 63% de los hogares inquilinos del Amba tuvo que endeudarse para costear el alquiler.
El derrumbe salarial también impacta en el consumo. Según la Consultora W, en el primer trimestre del 2023, las ventas en los autoservicios de barrio disminuyeron 11% interanual; la caída fue del 12% en los locales de indumentaria y mermaron un 6,6% las compras de insumos para la construcción. A su turno, en abril, los pagos con tarjeta de crédito se redujeron 11,6% en términos interanuales.
Es indispensable recomponer los ingresos de la población trabajadora, ganando las calles por un sueldo inicial de $250 mil, aumentos de salarios y jubilaciones indexados a la inflación mensual y trabajo genuino. Fuera los políticos capitalistas, responsables de hundir el poder adquisitivo de las mayorías.
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