Políticas

15/10/1998|604

En Izquierda Unida, se encubren unos a otros

Izquierda Unida (IU), la alianza entre el PC y el Mst, acaba de realizar su largamente preparado acto central en la Federación de Box, al cual asistieron, sin embargo, menos de 900 personas. Por si esto fuera poco, los aliados evidenciaron divergencias que cuestionan toda la demagogia de unidad de la izquierda, con la cual se han venido encubriendo mutuamente.


¿Al servicio de qué estrategia está la IU?


“En el acto se reflejaron polémicas que tenemos con el PC”, dice el periódico del Mst (Alternativa, 7/10). Las mismas girarían, ni más ni menos, en torno “al servicio de qué estrategia está la unidad de la izquierda”.


Porque, mientras Giordano, el orador del Mst, afirmaba “que hace falta unirnos en un Partido de Trabajadores (…) igualando la experiencia que se hizo en Brasil”; el secretario general del PC, Echegaray, planteaba la necesidad de constituir “un nuevo bloque alternativo popular, que debería tener distintos carriles: ‘nacionalistas populares, de la teología de la liberación’. Y llamó a que se constituyan sectores socialdemócratas y socialcristianos honestos para hacer una alianza con la izquierda-centro” (ídem).


Hace un año, el Mst y el PC justificaron el lanzamiento de IU como una réplica a lo que se consideró la desaparición del centroizquierda, al incorporarse el Frepaso “al bipartidismo” (Propuesta, 4/9/97).


En aquel momento, caracterizamos que el objetivo de IU era reconstituir el centroizquierda con las viudas de la Alianza. Hoy, Echegaray lo declara con todas las letras. ¿De qué se extraña entonces, el Mst, si esto ya fue anunciado cuando se fundó IU?


¿Qué programa?


Para Echegaray “nuestra propuesta (…) es poner (a Izquierda Unida) al servicio de lograr una articulación de la cultura de izquierda” (Propuesta, 8/10). Echegaray cree “que la crisis no abre un camino catastrófico e inevitable de la revolución” (destacado nuestro) y se queja de que la falta de un bloque centroizquierdista “no nos permite hacer una política que vaya más allá de empujar la lucha y de agitar, no nos permite hacer una política que vaya más allá de la promesa de un futuro” (ídem).


El PC, que actúa en la dirección oficial de la CTA, se niega a plantear que ésta rompa con la Alianza y plantee una perspectiva obrera independiente.


Al igual que la mayoría de los propagandistas burgueses, considera que la crisis capitalista no es catastrófica, que va a ser inevitablemente superada y que incluso podría ser emparchada con algunas reformas sociales que converjan con sectores nacionalistas de la burguesía.


Por eso enarbola, como “propuesta para la emergencia”, los proyectos de Ley presentados por Floreal Gorini, “que tienen archivados en el Parlamento”.


Pero Gorini —electo como diputado por el Frente Grande antes de que el Chacho Alvarez echara al PC—, nunca planteó la expropiación de la jubilación privada y la creación de un sistema estatal de jubilaciones bajo control de los trabajadores, porque representaba a la AFJP Previsol. En la constitución de la mesa de IU en la provincia de Santa Fe estuvo presente “Juan José Sisca, dirigente de Apyme, quien expuso la situación en el sector” (Propuesta, 3/9).


Esto no tiene nada que ver con la lucha por una dirección obrera de la liberación nacional y social.


¿Y el Mst?


El Mst considera positivo mantener a IU, aunque dice, “discrepamos con que IU tenga que impulsar una ‘alianza de centroizquierda’…”.


El Mst, en realidad, tampoco está muy lejos de Echegaray. Reivindica al PT de Brasil, incluido su carácter frentepopulista y centroizquierdista.


Silvia Díaz, una de sus dirigentes, ha levantado en las páginas de la prensa del Mst un programa nacionalista burgues (ver PO, 11/9).


En su propaganda y agitación cotidianas se opone al ‘modelo’, no al capitalismo, ni siquiera al sometimiento histórico (no de ahora) al imperialismo.


La Izquierda Unida, en sus diferentes componentes, se debate en el caldo centroizquierdista.


La alternativa a la crisis catastrófica del régimen capitalista es romper con los partidos patronales (y las patronales) y organizar una alternativa política independiente de la clase obrera.