Políticas

27/8/2009|1097

En las villas de la ciudad rige el "toque de queda"

Gatillo fácil en la Villa 31

Un nuevo caso de gatillo fácil, esta vez por parte de la Prefectura, acaba de producirse en la Villa 31. En la noche del miércoles 18, un suboficial de esa fuerza asesinó de un balazo a la joven Mabel Guerra, e hirió de gravedad a su amiga Marisol Lobos. El suboficial pretextó una tentativa de robo, pero ninguna de las dos jóvenes portaba armas. El accionar del prefecto no puede considerarse un exabrupto: en las villas de la Capital, y particularmente en la 31, rige un “toque de queda” no declarado contra los jóvenes. Las redadas y detenciones son cotidianas. A los jóvenes detenidos se les inician “averiguaciones por robo” sin evidencia alguna. Aunque luego son liberados, las causas quedan registradas en la comisaría y sirven de “antecedente” en nuevas detenciones e, incluso, ejecuciones. Gracias a este estado de sospecha, la otra joven herida, Marisol Lobos, permanece ¡detenida! en el hospital.

Como respuesta a este hecho brutal, se desató una pueblada en repudio a la Prefectura. En el curso de la protesta, cinco jóvenes fueron detenidos. Contra ellos, los prefectos utilizaron los mismos métodos que en la huelga del Casino: no los llevaron a una unidad de detención sino a un “paseo”, donde fueron golpeados con bastones, trompadas y patadas. La movilización de familiares y amigos logró liberarlos horas después. Mabel Guerra vivía a una cuadra del comedor Los pibes de la 31, del Polo Obrero. La noche del asesinato habían concurrido al comedor. Era conocida por nosotros y por todos los vecinos. De ahí la indignación generada por su crimen.

Junto a Roxana y Ruperto, los padres de Mabel, convocamos a una conferencia de prensa el viernes 21. También se hicieron presentes docentes de la joven asesinada. Allí anunciamos que Claudia Ferrero, abogada de Apel, asumía la querella judicial por el crimen de Mabel. En una reunión posterior, acordamos con las organizaciones sociales del barrio y los vecinos una primera movilización para reclamar justicia; que Luis Luque, el prefecto asesino, pague en la cárcel común el asesinato de Mabel.

En el traslado del cuerpo al cementerio de Chacarita, la Prefectura, que todavía mantiene valladas las inmediaciones, se burló de los familiares cuando pasaban frente a ellos, tirando besos y diciendo: “Los tenemos marcados”. Semejante provocación sólo puede entenderse cuando todo un Estado, y sus gobiernos, viven planteando la represión y la expulsión de la Ciudad de la población villera.

Basta de impunidad y represión a la juventud y a los trabajadores, basta de criminalizar la juventud. Disolución del aparato represivo.

Justicia para Mabel Guerra e inmediata libertad para Marisol Lobos.

Maximiliano Martín