Entel: violación en patota de una empresa pública
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Julio Isabelino Guillán fue el primero en saludar el acuerdo del gobierno radical con la Telefónica Española para privatizar ENTel. Es un acuerdo, dijo con aire inocente, “encaminado a reforzar la capacidad operativa de la empresa y garantizar su plan de crecimiento”. Adelantó, de paso, que estaba preparando sus valijas para discutir en la “madre patria” con los nuevos dueños (no con su gremio) la colaboración con esta entrega de ENTel.
El preacuerdo firmado con la Telefónica Española es un caso típico de piratería internacional. El diario Ámbito Financiero, que de estas cosas conoce bastante, reveló que la Telefónica Española actúa en este acuerdo como la fachada de un grupo económico más amplio. “El grupo empresario está formado, además de la Telefónica Española y Teletra, por Techint, Citibank y Chase Manhattan Bank” (3/3).
A su vez, “este holding español no cuenta con desarrollo de tecnología y actúa en el mercado interno y externo sobre la base de sus acuerdos con otras empresas, como Teletra (italiana), Alcatel (francesa), Fujitsu (japonesa) y Philips (holandesa)” (Clarín, 16/3). Como se ve, este convenio tiene muy poco de “español”.
La clave del negocio es que los “es-pañoles” se quedarían con el 40 % de las acciones de la nueva empresa que conformarán con ENTel (que aporta su actual patrimonio libre de deuda) con sólo poner 750 millones de dólares. Esto significa que se evalúa, en principio, el capital de ENTel en unos 1.100 millones de dólares. Sin embargo, “una estimación aproximada del valor total de la compañía telefónica oficial ronda los 4.000 millones de dólares”, sostuvo en febrero pasado El Informador (26/2). Pero el aporte tampoco sería de 750 millones de dólares, ya que un tercio se hará por el régimen de “capitalización de deuda externa”. Esto significa que la Española pondrá 250 de los 750 millones, no en dólares, sino en “títulos”, los que cambiará por australes en el Banco Central. Es decir, que ese "aporte” extranjero saldrá de los cofres del Estado Nacional.
El aporte “español" queda reducido así a 500 millones, el cual tampoco se hará efectivo en forma inmediata sino en el lapso de 30 meses. De esta manera, con un aporte del 12 %, repartido en cuotas del 0,4 %, los “españoles” se quedan con el 40 % de la nueva compañía.
Lo que vale ENTel no son sólo sus activos. “No es necesario ser muy sagaz para darse cuenta que la razón de los potenciales interesados para participar en ja propiedad o dirección de ENTel es también asegurar la captación del mercado de sistemas y equipos, o por lo menos de franjas importantes del mismo”, sostuvo un empresario electrónico (El Cronista, 21/2). A esto debería agregarse la existencia de un mercado cautivo, es decir cerrado a la competencia, el cual además tiene una gran demanda atrasada que asegura la rentabilidad del negocio por varios años.
Ni Terragno ni Guillán pueden desmentir una sola letra de este negociado. Se defienden apenas diciendo que el Estado sigue teniendo el control porque se queda con el 60 % de las acciones. Pavadas, porque a pesar de eso, el comité de gerencia será manejado, según el acuerdo, por los “socios”, y porque las decisiones importantes serán adoptadas por “mayoría calificada", lo que significa el derecho automático de) veto para el socio minoritario (Ámbito, 21/3).
No se descarta, tampoco aquí, que un porcentaje ínfimo de las acciones (el 9 %) se entreguen al sindicato telefónico, quien así recibiría su tajada por su colaboración en el negocio. Sería otro ejemplo de “socialización" de la propiedad: un puñado de grandes monopolios, con una inversión ínfima, se quedan con la totalidad del negocio.