Políticas

26/11/2009|1110

Entre sublevaciones parlamentarias y vetos presidenciales

El régimen pacta para no hundirse

El kirchnerismo forzó la marcha para asegurar que la actual composición del Senado sancione la “reforma política”. Aunque el gobierno accedió a introducir algunos cambios, no cambió la esencia proscriptiva del proyecto. Se despoja a los partidos del derecho a reglarse y a elegir a sus candidatos de acuerdo con sus propios estatutos, y los obliga a hacerlo por medio de una interna abierta y obligatoria. Pero esa elección primaria obrará, a su vez, como ‘filtro’, pues la interna deberá reunir el equivalente de 300.000 votos nacionales para poder participar en la elección general. La intención es promover una polarización política artificial entre dos o tres partidos y ofrecer al kirchnerismo la posibilidad de llegar a un segundo turno mediante el control del PJ. Ese control reposa en el patrimonio de fichas de afiliación en poder de los actuales punteros. En el proyecto, la posibilidad de desafiliación (relevante para los grandes aparatos) queda condicionada al envío de un “telegrama especial”, un procedimiento engorroso que convierte a esos afiliados en rehenes.

El gobierno asegura que la “reforma” terminó con el financiamiento privado de las campañas. Pero incluye un largo artículo dedicado a las “donaciones de personas físicas”, es decir de los ricos, que en su mayor parte se han beneficiado de curros estatales en todos los años de dictadura y, por supuesto, de ‘democracia’.

Pejotismo y matrimonio homosexual

Eduardo Duhalde salió a recorrer los foros empresariales del país dispuesto a batallar contra los K en la “primaria” pejotista. Una ‘peronista disidente’, Graciela Caamaño, trabajó en forma activa para que Diputados aprobara la media sanción. Pero Duhalde juega a dos puntas, pues mientras por un lado pretende ganar el aparato del PJ para usarlo en su beneficio, por el otro intenta que el Senado elija vicepresidente primero a uno de su paño, esto para quedar en la línea sucesoria de la Presidencia para cuando renuncie Cleto Cobos. De todos modos, como los días del duhaldismo han pasado a mejor vida, el ex senador-presidente está convocando a “un gobierno de unidad nacional”, que debería reunir al ‘arco opositor’. Para ello, acaba de concluir ‘amablemente’ un litigio judicial por injurias con Carrió. Carrió, de todos modos, denuncia los planes para elegir a un vicepresidente primero de la oposición en el Senado como una maniobra “golpista” (lo mismo pregona Stolbizer). La dirigente chaqueña desconfía más de Cobos y Duhalde que de los Kirchner. Sea como fuere, opositores y oficialistas se encuentran unidos en el proyecto de internas obligatorias, aunque se separan a la hora de cortejar al centroizquierda: mientras el proyecto K limita su posibilidad de llegar a una elección general, con la intención de cooptar a sus dirigentes para su candidatura, la UCR y los disidentes buscan darle el espacio necesario para que compitan con una candidatura K. Todos estos ajetreos dejan en un segundo plano a quien era hasta ayer el principal presidenciable de la derecha: Mauricio Macri.

Golpeado por las evidencias de que montó un sistema de espionaje y conspiración con su policía porteña, el pichón de Berlusconi no ha atinado a otra respuesta que avalar la celebración de matrimonios gay. Se trata de una moda que ha ganado a toda la derecha clerical del mundo, como lo acaba de subrayar el apoyo al matrimonio homosexual por parte del candidato pinochetista chileno, Piñera. El derechista primer ministro de Noruega lleva a su compañero en el lugar de la primera dama a las ceremonias oficiales. Más allá de este derecho democrático, que se va imponiendo luego de años de lucha, la burguesía necesita aclarar las cuentas en su propio seno, donde abundan los homosexuales ricachones que necesitan asegurar su propia igualdad jurídica y la transmisión de sus abultados derechos de propiedad. Buenos Aires se ha convertido en la ciudad más “gay friendly” del mundo, lo que ha ayudado a llenar las arcas del negocio del turismo y del entretenimiento.

Las denuncias contra Macri les han permitido al gobierno disimular su propia labor de espionaje y conspiración a través de la policía y los servicios, pero la ventaja no le va a durar mucho tiempo, entre otras cosas porque no solamente estamos ante una guerra de servicios ‘locales’ sino ante una despiadada intervención de los internacionales, en primer lugar de la CIA y del sionista Mossad. Numerosas publicaciones vinculan a ‘Fino’ Palacios con los servicios israelíes, lo cual es simplemente explosivo porque el espía encarcelado está acusado de impedir el esclarecimiento del atentado terrorista contra la Amia.

Atomización y trenzas

Volviendo a la “reforma”, hay que decir que también es funcional al otro gran régimen de punteros, el del radicalismo. Pero la diferencia en los matices ha provocado un cortocircuito. Ocurre que el gobierno le había prometido a la UCR que la sanción en el Senado quedaría en manos de la futura legislatura, pero a último momento decidió que se apruebe ahora, antes del 10 de diciembre. Los K no quieren sorpresas. Sospechan que los enfrentamientos patrimoniales con el grupo Clarín y otros conglomerados empresarios –por un nuevo reparto de las propiedades capitalistas en beneficio de capitalistas ‘amigos’ al acecho– podrían incidir en que el próximo Senado introduzca reformas que alarguen la sanción de la ley y que esto fuerce al gobierno a negociar asuntos que serían ‘innegociables’. La Presidenta ya advirtió que hará un uso ‘frecuente’ del derecho al veto para bloquear al próximo Congreso opositor.

Lo que queda en limpio de todo esto es que a fuerza de querer ‘polarizar’ políticamente entre aparatos regimentados, lo que está emergiendo es una enorme atomización, que obligará a un sinnúmero de ‘trenzas’ y de ‘favores’, como los que se acaban de ‘tramitar’ con el gobernador recientemente electo de Corrientes, Ricardo Colombi. En el próximo Congreso habrá 34 bloques parlamentarios. Se trata de las manifestaciones más claras de la tendencia a la disolución del régimen político actual –o sea de la perspectiva de un Bicentenario conspirativo, como el que alumbrara en aquel momento la formación de un gobierno autónomo en Buenos Aires. Los K terminan sus días políticos con un fracaso resonante de la tentativa de reconstruir el sistema político.