Políticas

10/4/2025

Neuquén

¿Es cierto que se reactiva la Piap?

El cuento del gran bonete.

Construida por la empresa suiza Sulzer en épocas de la dictadura militar genocida, bajo la batuta del represor Castro Madero, la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP en Arroyito, a orillas del lago formado por la represa y central hidroeléctrica homónima, lleva ocho años paralizada.

De ser un logro del desarrollo tecnológico de profesionales y técnicos de la CNEA, hoy es solo un gigante metálico que languidece y se destaca a la vera de la ruta 237 en la estepa patagónica.

La PIAP y sus constructores (que hicieron lo suyo en las grandes huelgas de la UOCRA neuquina en los 80), la cantidad de profesionales, técnicos y personal que le puso el hombro, no merecen este presente en decadencia.

Por enésima vez ahora se anuncia que la PIAP podría reactivarse. Quienes se postulan para hacerlo, no presentan al momento los mejores pergaminos. ¿Estamos ante un nuevo cuento?.

El parto de la PIAP

En la cabeza de ambas dictaduras empresario-eclestíastica-militar de la segunda mitad del siglo pasado, la energía nuclear tuvo un atractivo especial por sus connotaciones armamentísticas. La dictadura que inauguró Onganía en 1966, y la de Videla en 1976, son un ejemplo de ello.

Retrocediendo 70 años, en decisiones tomadas bajo esos gobierno dictatoriales, estaba determinado ya que la PIAP era un objetivo al cual arribar tarde o temprano.

Es que las decisiones de construir centrales nucleares incluyó la opción de reactores que utilizan uranio natural (en realidad levemente enriquecido) como combustible, y que se complementan con refrigeración y moderación de la fisión nuclear con agua pesada.

El agua pesada no es otra cosa que una molécula que en vez de tener dos átomos de hidrógeno tiene dos átomos de un isótopo no radiactivo del hidrógeno, que es el deuterio. Siendo su fórmula química D2O en vez de la clásica H2O.

Y es pesada porque el deuterio es un átomo de hidrógeno que contiene un neutrón en su núcleo, lo que atómicamente lo hace más pesado.

La construcción de la PIAP se adjudicó a la empresa Sulzer, de origen suizo. Atucha I ya se había adjudicado a la alemana Siemmens.

El lugar elegido para su ubicación a la vera del lago artificial que produce el embalse del río Limay por la represa y central hidroeléctrica de Arroyito, se debió a la disposición de energía y a la calidad del agua del lago, materia prima para extraer el deuterio.

La PIAP estrictamente hablando son dos plantas, no una sola. Este diseño de dos plantas gemelas se debe a que una planta de agua pesada construida por Sulzer en la India, registró una explosión devastadora. Además es la única planta de producción de agua pesada que no está adosada a una planta de fertilizantes. La PIAP solo produce agua pesada, con una capacidad de diseño de 100 toneladas anuales por cada una de sus dos mitades.

Dentro de la distribución de áreas de influencia de la dictadura videliana, la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), ubicada frente a la ex Esma, le tocó a la Armada por lo que su presidente de aquellos tiempos era nada menos que el represor vicealmirante Carlos Castro Madero (ver Prensa Obrera 18/1/2021).

La PIAP en la extraterritorialidad

Castro Madero firmó con Sulzer un contrato leonino en todos sus términos. Además de la exención a la empresa suiza del pago de todo “impuesto, derecho de aduana, tributo, tasa, contribución u otro gravamen o carga argentinos, de cualquier naturaleza, presente o futuro, federal, provincial o local”, la cláusula 93º de las Condiciones Generales Volumen I del contrato, expresa textualmente: “Queda expresamente establecido que todo lo relacionado con la aplicación, ejecución e interpretación de este contrato, se regirá por las normas de este mismo contrato y subsidiariamente por la legislación, doctrina y jurisprudencia argentinas”.

Es decir, se colocó al contrato y sus cláusulas por encima de toda norma legal del país, con lo cual el predio de construcción gozaba de una extraterritorialidad legal. Las leyes, la doctrina y la jurisprudencia nacional morían en las puertas de acceso a la PIAP.

Este nivel de cipayismo firmó el vicelalmirante Castro Madero, en nombre de la CNEA.

Esto en nombre de una dictadura genocida que hacía gárgaras de patriotismo y acusaba de defender intereses “foráneos” a quienes luchaban por expulsarla del gobierno. Estas eran las cúpulas militares que dos años después decían “recuperar la Islas Malvinas” en un acto de soberanía.

Para la empresa europea fue un gran negocio. La CNEA les pagó, y no es figurativo, hasta las facturas por el lavado de prendas en los internados donde estudiaban las hijas e hijos de los altos directivos de Sulzer. Además, por ejemplo (y tampoco es figurativo) la cuota de un club de tenis en Neuquén… a pesar de haber construido tres canchas dentro del barrio que la CNEA construyó en Plottier. A los jefes suizos le parecieron poca cosa.

Carlos Menem como presidente, acompañado de Jorge Sobisch como gobernador, inauguraron la PIAP para la tribuna en abril de 1993. Luego del circo, cuando se fueron los gobernadores y sus nutridas comitivas, la PIAP siguió un largo tiempo sin producir.

Ahora una empresa canadiense ronda la PIAP

En estos días, cuando se van a cumplir 32 años desde que Menem-Sobisch la inauguraron ficticiamente, y tras casi una década de paralización, la PIAP fue visitada por directivos de la empresa canadiense Candu Energy.

Se trata de la empresa que fabricó los reactores Candu que utilizan las tres plantas nucleares que tiene nuestro país.

El interés de Candu Energy por la posible compra de agua pesada de la PIAP, si esta retoma su producción, previa inversión de millones de dólares para recuperar el deterioro de la inacción, sería para abastecer a su reciente modelo de reactor nuclear Candu, lanzado al mercado.

Muchos condicionantes antes que esta variante pueda realizarse prácticamente.

En paralelo con esto, ha resurgido por enésima vez, la posibilidad de aprovechar una parte del ciclo productivo de la PIAP para producir fertilizantes.

Mas ruidos que nueces, porque un reactor para una central nuclear tiene como primera finalidad producir energía, a cuyos costos de producción hay que sumarle el costo del agua pesada, un insumo que no requieren otros reactores que funcionan con uranio enriquecido y agua común como refrigerante.
Con lo cual la ecuación de costos respecto al precio del kilovatio producido coloca en desventaja a los reactores Candu. Este tipo de reactores, de los cuales existen 31 funcionando en el mundo (sobre un poco más de 800), están concentrados en centrales en Canadá. Solo hay 12 fuera de este país, y tres de ellos están en Argentina.

De modo que la PIAP, si se reactivara, sería un proveedor cautivo de las centrales canadienses. Los que funcionan en China, Rumania, Corea del Sur, Paquistán o la India, han consumido agua pesada de la PIAP, pero ese consumo ha sido menor en relación a su capacidad de producción y no la salvó de la bancarrota incentivada por el precio de las tarifas de gas y electricidad, que se consumen en volúmenes importantes para producir agua pesada.

La provincia de Neuquén participa del 51% de la ENSI S.E. (Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería) que opera y mantiene a la PIAP. Pero en una muestra que la accionista mayoritaria de una empresa fabril (tal vez la mayor de la provincia) no es la propietaria de los recursos naturales de su suelo y subsuelo, la PIAP no puede pagar dos recursos que abundan y que tiene a pocos metros: electricidad y gas.

No hay voluntad gubernamental de reactivarla. Si de tercerizarla a costa de los intereses de sus trabajadores y de los intereses nacionales.

¡Por la reactivación de la PIAP bajo el funcionamiento con control de sus trabajadoras/es! ¡Basta de chamuyos: que Milei y Figueroa pongan los fondos!

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