Políticas

20/6/1995|452

Es la hora de un congreso de trabajadores

El “plan” Cavallo ha “logrado” paralizar al país.


Hay provincias virtualmente paradas; hay industrias completamente paradas; existe una quiebra creciente del comercio; la desocupación llega a más de tres millones de trabajadores.


Los que tienen trabajo, no cobran. No solamente en Córdoba o Río Negro los atrasos en los pagos de los salarios son moneda corriente. No hay que olvidar que la consigna de no pagar, la lanzó primero Cavallo para los jubilados y empleados públicos nacionales.


Los que no cobran, tampoco tienen perspectiva de cobrar, ya que la recaudación de impuestos cae todos los días. Los “economistas” están preocupados de que Cavallo no pueda “cumplir” con el FMI, porque la de que “cumpla” con los trabajadores ya la han dejado atrás.


A este cuadro de bancarrota se le ha juntado ahora el colapso comercial con Brasil. Pero en todo lo que se ha dicho sobre este asunto, falta lo fundamental: que los decretos de Cardoso son un respuesta a la bancarrota del “plan Cavallo” brasileño, el Real. Argentina no sufre, entonces, las consecuencias de una calamidad externa, sino su propia calamidad proyectada desde el exterior.


Lo que tampoco se ha dicho es que los decretos de Cardoso fueron reclamados por los pulpos automotrices internacionales que operan tanto en Brasil como en la Argentina, es decir que fueron impuestos por los verdaderos amos de nuestros países y por los verdaderos dueños de sus gobiernos. Por eso es que Menem y Cardoso se van a poner de acuerdo. Los decretos de Cardoso apuntan a superexplotar todavía más a los obreros de Brasil y, a través de esto, a reforzar la presión sobre los de la Argentina. También por esto, Menem y Cardoso se van a poner de acuerdo.


Los acuerdos entre estos dos títeres del imperialismo deberían servir de lección para que los obreros del cono sur nos unamos internacionalmente para acabar con los “planes Cavallo” en todos nuestros países.


La crisis en el Mercosur, en el marco del derrumbe del “plan” económico, acentuará todavía más la recesión, la quiebra comercial y la desocupación.


¿Qué política se dan frente a esto los grandes capitalistas?


Un reciente documento, que lleva la firma del Trust Bank (yanqui) y del Dresdner Bank (alemán), la define con todas las letras. Ofrece un rescate financiero al “plan Cavallo”, es decir, mayor endeudamiento, a cambio de la privatización de la salud, de la ley de patentes que reclama Cheek, del cierre de unos sesenta bancos rivales, de mayor flexibilización laboral y, necesario para esto, de la sanción de la ley universitaria.


El capital financiero explota la bancarrota menemista para forzarlo a ir hasta el final.


Es claro, sin embargo, que la promesa de ir a fondo con esto necesita el respaldo de una garantía. Los pulpos no prestan contra palabras o proyectos. Esa garantía para un amplio sector de la banca internacional es la entrega del poder a Cavallo —es decir, que él sea el ministro coordinador o jefe de gabinete. Un comentarista de  La Nación asegura que si no acepta el planteo de estos bancos, “Menem es hombre muerto”. El planteo es una advertencia política al clan menemista, que últimamente ha tenido “roces” con Cavallo.


Pero la amenaza de los banqueros, después de siete años de mandato menemista delata la enorme debilidad del actual régimen político. El capital financiero está diciendo que no puede gobernar con los actuales instrumentos “democráticos” ni con el precario “pluralismo” de moda. Un desenlace de la crisis en la cúspide del poder es más o menos inminente.


La burocracia sindical está sintiendo la proximidad de ese desenlace con toda intensidad. La cúpula de la CGT no ha logrado que se atienda su pedido de asociación con los pulpos capitalistas interesados en la privatización de la salud; los grandes bancos han reiterado que quieren el control sin límites de este negocio. Privatización de la salud y ley de patentes van, por supuesto, juntas.


Pero la decisión de los José Rodríguez y de los Juan Zanola, de buscar un acuerdo con los Saúl Ubaldini y los Palacio, no tiene envergadura para oponerse al curso de la gigantesca crisis actual. Es necesario que intervengan los trabajadores. La inevitabilidad de que esta intervención se produzca está demostrada por la tendencia que están expresando los estudiantes a sobrepasar a la burocracia alfonsinista-bordonista de la FUA y a construir sus organizaciones de base.


La política económica cavallana y el régimen menemista han agotado sus posibilidades frente a las masas, no importa lo que haya ocurrido en las urnas hace sólo 45 días. Los despidos masivos y el no pago de los salarios han puesto a los trabajadores en una situación límite; la única duda ahora es cuál será el detonante de una movilización general o de una serie de movilizaciones de alcance superior a lo ocurrido desde 1989.


Es necesario preparar esta evolución de los acontecimientos y darle una dirección. La ausencia de salida para las masas, de parte de los capitalistas y del gobierno, plantea determinar esa salida y actuar para que la masa se aproxime a ella y la modifique según sus propias necesidades de lucha. Es necesario un congreso de trabajadores, y por lo tanto son necesarios plenarios, conferencias, asambleas y movilizaciones que impulsen un plan de lucha y la convocatoria de un gran congreso obrero y de las masas. El objetivo es oponer al derrumbe del “plan” oficial, un plan económico y político de los explotados y un plan de lucha para imponer las reivindicaciones apremiantes.


No hay que pagar la deuda externa.


No hay que pagar impuestos al consumo.


Es necesaria una jornada de trabajo de seis horas, con un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar (1.200 pesos), para darles trabajo a todos.


Es necesario un impuesto extraordinario a los beneficios de los grandes capitalistas.


Es necesario el control de cambios y de los bancos por parte de los trabajadores.


Es necesaria la unidad internacional de los obreros y campesinos de América Latina.


Huelga general hasta que nos paguen y hasta que nos reincorporen.


Hay una salida, ¡¡¡que la crisis la paguen ellos!!!