Esso y Shell se llevan una ganancia extra de 40 millones de dólares

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Que Menem es un peón de la Esso y la Shell se ve en un simple número: desde la implantación de la “desregulación” petrolera, hace un mes, las refinadoras (Esso y Shell) tuvieron “una recuperación de renta del 25%” (Clarín, 3/2). A pesar de la caída del precio internacional del crudo, tos precios de los combustibles subieron tres veces en 30 días, embolsando una ganancia neta de 40 millones de dólares mensuales.
Con la desregulación, Shell y Esso concretaron la “reinserción Argentina en el mundo”, porque sus casas matrices hicieron exactamente lo mismo en Francia y Estados Unidos. Según el Wall Street Journal (18/1), las dos compañías, junto a las otras "hermanas” de la intermediación petrolera internacional congelaron sus precios de venta al público acaparando tos réditos de la caída de la cotización del crudo. En la Argentina, esta maniobra es el gran debut hacia la monopolización integral del negocio petrolero a manos de la Shell y Esso, de la mano de Menem.
El actual director de YPF, Estenssoro, era empleado directo de Shell antes de servirla desde su función actual, y fue ratificado por el equipo Cavallo. Desde la implantación de la “desregulación”, “accedió a abastecer (a las dos refinadoras) de mate rías primas a un 20/25% menos que en valor internacional” (Clarín, 27/1). Además como la empresa estatal controla el 60% de la refinación, sin su acuerdo hubiera resultado imposible encarecer el precio fin de la nafta.
Estenssoro está perpetrando la liquidación de YPF (reducción de personal y niveles de producción), y asegurando la venta de las áreas periféricas y centrales descubiertas para la empresa a precios irrisorios para favorecer a los pulpos imperialistas. Esso y Shell han sido puntualmente beneficiadas con la entrega de reservas comprobadas y explotadas por YPF. Tienen importantes pre-adjudicaciones para las cuatro áreas más disputadas, que se entregarán en los próximos meses y que son la “perla de las privatizaciones", porque se entregarán en concesiones por décadas, y se pagan con el primer año de producción (ver P.O. n° 307). Con el absurdo pretexto que sólo Shell y Esso detentan la “tecnología moderna” para explotar los pozos ya detectados, el gobierno se apresta a asegurarles un lugar privilegiado en las licitaciones.
Este comportamiento forma parte de una tendencia internacional de las grandes compañías a recuperar el dominio pleno de la producción y venta de petróleo mediante el aniquilamiento de Irak, la reconstitución de Kuwait y el desmantelamiento de la OPEP. Este cartel ya sufrió un severo debilitamiento en la última década ante la saturación del mercado mundial, la irrupción de productores desvinculados de los acuerdos del nucleamiento y la política de conservación energética de los principales importadores. Según los expertos, de no mediar la actual guerra, el precio del crudo debería situarse por debajo de los 10 dólares el barril, lo que ha sido impedido en lo inmediato por el conflicto bélico. Las grandes compañías tenderán a evitar la baja en el futuro si logran controlar el proceso de monopolización. El gobierno de Menem involucró a la Argentina en la guerra contra Irak como un acto de servilismo cipayo hacia las compañías y para contribuir a su política imperialista. La Shell y la Esso ya han conquistado extraordinarias posiciones bajo este gobierno y se aprestan a reforzar aún más su poder con la cobertura de la aventura militar de tos buques argentinos en el Golfo.
Conflictos con los “capitanes del petróleo”
Los Perez Companc, Astra y Bridas han comenzado a patalear contra la política que privilegia a Esso y Shell y tiende a colocarlos bajo su directa dependencia. La Cámara de petroleros exige una distribución “más equitativa” de la rapiña de las riquezas del sub-suelo. También viene protestando contra la desventajosa situación en que los ha colocado el nuevo régimen “desregulatorio”, y contra la “política discriminatoria” que los ha dejado afuera en varias de las licitaciones de las áreas centrales de YPF.
Hasta el año pasado lucraban con la venta del petróleo a YPF que les garantizaba un precio invariablemente mayor al vigente en el mercado internacional y espectacularmente superior a sus costos de producción. Con la “apertura", Shell y Esso los compran directamente el crudo incluso por debajo del precio internacional, con el chan-taje de importarlo más barato, dado el dominio que tienen de los circuitos mundiales de comercialización. Por eso las principales empresas de la “patria contratista, que están asociadas a Shell y Esso en la explotación de varios yacimientos, han comenzado a hacer ruido contra las superganancias de los dos grandes, que amenazan con barrerlos del mercado.
Shell y Esso también se han lanzadla apropiarse de las estaciones de servicio. Como ya ocurrió en Chile, el efecto inmediato de la “desregulación” es el acaparamiento de esta franja de la actividad capitalista con escaso poder de resistencia ante la arremetida de los refinadores. En vez de “transparencia”, “competitividad", “riesgo empresario”, la “desregulación” viene acompañada de negociados y riesgos y riquezas para un puñado de monopolios y miseria para la inmensa mayoría de la población.