Políticas

5/9/2002|770

Este es el camino

Las pantallas de la televisión reflejaron en forma contundente, el martes pasado, el sentimiento de nuestro pueblo y, lo que es más, su nivel de conciencia.


En las puertas de la textil Lavalán, un piquete proletario de centenares de compañeros se enfrentaba en una lucha feroz a la policía para impedir el vaciamiento de su fábrica ocupada.


En el piquete estaban las asambleas populares de Avellaneda y del sur de la capital, los piqueteros y el Polo Obrero, y otras organizaciones luchadoras.


Defendía, frente a la bonaerense, el principio de la expropiación, en beneficio de los obreros, de los medios de producción y de vida que el capital era incapaz de poner en marcha, sembrando con ello la miseria social.


Por su contenido social y por su método de acción, la lucha de Lavalán es la expresión de la disposición de los trabajadores argentinos de luchar por la reorganización de la sociedad sobre nuevas bases.


Diez días antes había ocurrido lo mismo en Parmalat, cuya patronal pretendía trasladar la maquinaria a Pilar, dejando en la calle a casi 300 compañeros.


Pero las mismas pantallas mostraron algo más: la movilización de los vecinos de Munro contra la comisaría debido al asesinato por la policía de un joven inocente.


Otra vez El Jagüel, otra vez Floresta, otra vez el antagonismo ya irreductible entre la masa del pueblo y el Estado de los gendarmes del capital y de la entrega de la nación.


Es en este marco que se debe visualizar la crisis nacional; no en el de las encuestas, los “espacios” o los culebrones de los Congresos o Legislaturas.


Lavalán, Parmalat, Munro, El Jagüel – somos todos.


Necesitamos sumar a todos los piquetes que nacen como hongos cotidianamente en un gigantesco piquete nacional para impulsar la huelga general que los barra a todos, para que un gobierno representativo del pueblo en lucha convoque a una Asamblea Constituyente soberana.