Europa del Este en la tormenta

Caen los gobiernos checo y húngaro

Fueron tres en apenas dos meses. Primero cayó el gobierno de Letonia; en la última semana, el gobierno “socialista” de Hungría; apenas un día después, el gobierno derechista de la República Checa. La crisis mundial, que dejó a Europa Oriental en ruinas, está derrumbando a sus gobiernos.

El gobierno checo no sobrevivió a un voto de confianza; lo hundieron cuatro diputados del propio oficialismo. Lo voltearon los escándalos de corrupción pero, por sobre todo, la negativa a aumentar el gasto del Estado para hacer frente a la recesión provocada por la abrupta caída de la exportaciones.

La crisis checa se convirtió, inmediatamente, en una crisis europea, debido a que ese país ejerce la presidencia rotativa de la Unión Europea (hasta junio).

“Los peores temores de la UE sobre la presidencia checa se han confirmado”, constata el editorialista de El País (26/3).

El mismo día que cayó el gobierno checo, los diarios informaron de un préstamo de 27.000 millones de dólares, otorgado por el FMI, el Banco Mundial y la UE para “salvar a Rumania del colapso financiero” (La Nación, 26/3). Antes, Letonia había recibido 14.000 millones de dólares; Hungría, otros 35.000 millones.

Sin posibilidad de devaluar sus monedas (porque usan el euro) ni de elevar el gasto del Estado (porque tienen déficit fiscales y deudas externas monumentales), a los países de Europa del Este sólo les queda el recurso del FMI. De la mano del Fondo, van a la deflación y a una recesión aún mayor.

El FMI exige el congelamiento de los salarios y jubilaciones, la reducción del gasto público y del déficit fiscal, el establecimiento de impuestos a los salarios y pensiones, la “reforma” de los regímenes previsionales. Mientras los países de Europa Occidental lanzan un “paquete de estímulo” tras otro, a los de Europa Oriental se les exige la más estricta “austeridad fiscal”. La función del “ajustazo” que el FMI le impone a los países de Europa Oriental es permitirle a los “inversores externos” -los bancos y grandes pulpos europeos- retirarse “ordenadamente” de los países siniestrados.

Luis Oviedo