Políticas

25/9/2014|1333

Fábricas sin patrones

Un fenómeno transicional que evoluciona hacia la dictadura del proletariado o hacia la derrota. Defensa de un movimiento obrero independiente, no auto-gestionario. Las experiencias de 2001/2002. La tareas del Congreso del movimiento obrero y la izquierda.


La persistencia del slogan “fábricas sin patrones” es muy nociva para el movimiento obrero, porque hace suponer que podría existir tal cosa en un régimen capitalista. Si la emancipación de la explotación patronal puede tener lugar bajo el capitalismo, ¿cuál es la necesidad de abolirlo?


La “fábrica sin patrones”, el control obrero y la gestión obrera solamente pueden ser fenómenos transicionales, en períodos revolucionarios. O culminan con un gobierno de trabajadores y la dictadura del proletariado, o son derrotados -sea en forma directa o mediante una degradación progresiva de sus condiciones laborales. No es casual que el punto de partida de estos emprendimientos haya sido la crisis de 2001/2, de características pre-revolucionarias, y que vuelvan a insinuarse en la crisis que está comenzando. La “normalización” kirchnerista se ha encargado de desvirtuarlas, contenerlas o ponerles limitaciones insuperables.


La “recuperación” es un mito


Las expropiaciones que dieron lugar a las “empresas recuperadas” imponen a los trabajadores el pago de las indemnizaciones. La “recuperación” es una expresión mistificadora, esto porque el trabajador no se apropia del fruto de su trabajo, sino que tiene que realizar todavía mucho trabajo para “recuperar” lo que no le va a ser reconocido por el derecho y el Estado, sino con fuertes condicionamientos.


La forma jurídica de una empresa “sin patrones” existe en el derecho corriente: es la cooperativa de producción. En este caso, los socios son la patronal del emprendimiento, cuyo progreso buscan maximizar, fundamentalmente a través del esfuerzo propio o la autoexplotación; se aplica con mucha frecuencia en los casos de tercerización. Cuando se admite que puedan contratar obreros, las cooperativas asumen características plenamente capitalistas. Presentar a la “fábrica sin patrones” como perspectiva de una etapa de lucha ascendente, significa desviar y frenar el ascenso que promete la etapa; en una etapa de retrocesos, equivale a embellecer el recule y deformarlo desde un punto de vista político. Una cooperativa de producción sería más bien una “fábrica sin obreros” que una “fábrica sin patrones”.


Es necesario diferenciar esto de la cooperativa de consumo, y en especial cuando se trata de una iniciativa sindical, porque este tipo pretende ser un método de acción muy limitado contra la carestía de la vida y para proteger el valor de la fuerza de trabajo; nunca se presentó como una liberación de la explotación de la fuerza de trabajo.


Nuestra defensa


Nuestro partido ha defendido, sin excepción, las “empresas recuperadas” y las “fábricas sin patrones”, en primer lugar porque han surgido de iniciativas extraordinarias de los trabajadores, como las ocupaciones de empresas. Esta defensa se encuentra sujeta a condiciones: defensa del derecho al trabajo (ni cierre ni despido); expropiación real del capital (sin indemnización); transformación en propiedad pública condicionada (control obrero o gestión obrera). En resumen, es la defensa en base a un programa y a la perspectiva de un movimiento obrero independiente -no autogestionario. La autogestión separa a sus sujetos del movimiento obrero y de la lucha por un gobierno de trabajadores. Estas empresas han dejado de participar de las huelgas generales del último tiempo.


Los hechos confirman nuestra caracterización. La ex Zanón, ahora Fasinpat, enfrenta una situación absolutamente precaria, no puede ser esgrimida como emancipatoria. En todos estos años, la empresa no ha contado con apoyo estatal ni con acceso al crédito. La expropiación recayó sobre las espaldas de los trabajadores (deben pagar la indemnización) y el Estado no cumple el compromiso de comprarle la producción. La venta de lo producido alcanzó sólo para pagar los salarios, en general por debajo de lo establecido en el convenio colectivo de los ceramistas, pero no para renovar el parque tecnológico. El mercado capitalista impone a los compañeros condiciones sociales de explotación cada vez peores.


La mayoría de las experiencias cooperativistas heredadas de la quiebra del 2001-02 se han convertido en tercerizadas, cuyo patrón es el capitalista de la empresa central. La “recuperada” Bruckman produce para terceros, incluso algunos para empresas semi-estatales como Aerolíneas Argentinas, facturando a precios que suponen salarios muy bajos. La solución cooperativa para Donnelley tiene el apoyo de la burocracia sindical ongarista, que ya maneja una larga red de cooperativas, en las cuales no se cumple el convenio colectivo ni el salario establecido en las paritarias. Las patronales gráficas suelen derivar su producción a estas cooperativas para sortear las huelgas en sus propios establecimientos, con la total complicidad del sindicato. En la fábrica Indugraf, en Parque Patricios, el ongarismo la colocó bajo su tutela, luego de que lograra colaboración para derrotar a los delegados clasistas.


Fábricas ocupadas


En el caso de Donnelley, el síndico de la quiebra tiene la facultad de disponer de los bienes de la empresa para hacer frente a las demandas del conjunto de los acreedores, incluidos los trabajadores. Una cooperativa debería hacerse cargo del fallo judicial de la quiebra, que en cualquier caso será perjudicial para los trabajadores en términos económicos. La defensa del derecho al trabajo debería hacerse con el reclamo de la expropiación de la empresa por parte del Estado y el reconocimiento de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.


La reivindicación de las “fábricas sin patrones” no figura en el programa ni en el Manifiesto Político del Frente de Izquierda. Es un planteo que neutraliza el carácter revolucionario de las ocupaciones de fábrica -la expropiación del capital que despida o cierre. Los problemas que enfrentan las empresas y fábricas que fueron ocupadas en 2001/2 y puestas a producir por sus trabajadores exigen una campaña por la estatización de esas empresas bajo control obrero y la defensa del convenio colectivo.


Es la tarea a la que se abocará el Congreso del movimiento obrero y la izquierda.