Políticas

28/11/2002|782

Falta leche

En toda la Argentina, cientos de miles de pibes en condiciones de miseria extrema no pueden acceder a un vaso de leche diario. Pero esto es sólo un caso extremo: millones de chicos y madres embarazadas han reducido su consumo de leche al mínimo; el consumo interno cayó de 220 a 170 litros anuales por persona, una caída cercana al 25%. Como, seguramente, ni los hijos de los banqueros ni los grandes capitalistas se han visto obligados a reducir su consumo de leche, está claro que asistimos a un enorme retroceso del consumo popular.


Como consecuencia de la caída del consumo están cerrando cuatro tambos por día (Clarín, 22/11); en un año desaparecieron 1.500 tambos, el 10% del total, la mayoría de pequeños productores. A diferencia de otras ramas alimenticias, la láctea sólo exporta el 15% de su producción, por lo que el aumento de las ventas al exterior (45%) como consecuencia de la devaluación no alcanzó a compensar el derrumbe del mercado interno. Como la actividad lechera ocupa, relativamente, más trabajadores que la agricultura o la ganadería, el cierre de los tambos plantea un mayor agravamiento de la desocupación rural y de la miseria extrema en el campo.


Que en un país que sufre una hambruna generalizada y donde 7,5 millones de niños que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza no accedan al consumo mínimo indispensable de leche, que se cierren tambos por “falta de consumo”, es una manifestación incontestable de la irracionalidad del régimen social, el mismo que dejó millones de desocupados y miles de fábricas cerradas. En la etapa de su declinación histórica, el acrecentamiento del beneficio capitalista privado requiere la destrucción de la riqueza social acumulada (que el capital ya no puede manejar) y de las fuerzas productivas sociales, en primer lugar los propios trabajadores.


¿Cómo pretende resolver el gobierno la “crisis lechera”? Naturalmente, no mediante un subsidio masivo a los desocupados para que los padres puedan comprarle leche a los pibes; tampoco mediante el fortalecimiento de los planes de distribución gratuita de leche. Al contrario, el gobierno pretende resolverla mediante la derogación de las retenciones a la exportación de lácteos (ídem), es decir favoreciendo que las grandes industrias lácteas hagan grandes negocios sacando la leche del país, mientras los pibes se siguen muriendo de hambre.